Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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El Teatro Municipal y un futuro de incertidumbre

No es inédito que un teatro con más de cien años deba suspender sus actividades por obras. Ni siquiera debiera ser llamativo; no se puede pensar que un edificio de ese tipo no exija trabajos de adecuación, mantenimiento y eventualmente de modernización.
Tampoco debiera ser extraño que una intervención de este tipo, donde, por caso, se plantee renovar la totalidad de las instalaciones eléctricas y de incendios, requiera plazos de trabajo extensos, de dos, tres o más años.
Es simple encontrar ejemplos de estas cuestiones en salas de todo el país -el Colón se mantuvo cerrado por años con su propuesta en valor- y del mundo, atendiendo además a que al ser espacios donde concurre mucha gente todo el tiempo requieren cuidados intensivos.
Lo realmente importante en estos casos es que el cierre responda a un plan integral de intervenciones, que haya sido estudiada en detalle la situación edilicia y de equipamiento, disponer de un presupuesto adecuado y, a partir de un plan de obras predeterminado, establecer un tiempo de cierre.
No es lo que ocurrió en el teatro bahiense. Y es lo que debería adecuarse para que el edificio no caiga en una historia de incertidumbre, desconocimiento y postergación.
El teatro cerró de manera inesperada en marzo, sin siquiera tener un examen preliminar de su estado. Se suspendió toda actividad de alguna manera “a ojo”, intuyendo que existían situaciones de riesgo para que se siguiera utilizando.
Luego se contó con un informe superficial firmado por profesionales de la Universidad Tecnológica Nacional que dieron sustento a esa decisión, dejando en claro el peligro que significa siquiera transitar por los pasillos del lugar.
Justificada la decisión, se necesita ahora un análisis profundo de las intervenciones a realizar, un plan de trabajo, un esquema de inversión y avance, un paso a paso que permita tener en claro los pasos a seguir y, sobre todo, que los mismos no pierdan continuidad.
El teatro Municipal ha sido, desde su inauguración en 1913, un símbolo de la ciudad, de su cultura y de sus inquietudes. Que esté cerrado para arreglos puede ser algo esperable. Se necesita ahora un diagnóstico claro, los recursos necesarios y un plan de trabajo sustentable.