Bahía Blanca | Jueves, 16 de mayo

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Obras peligrosas: Bahía necesita normas más estrictas por el viento

“La reglamentación para la seguridad en los edificios en altura son insuficientes en una ciudad donde el viento es frecuente”, señala el ingeniero Horacio Fioritti, un especialista en el tema. Sugirió que se modifique la normativa vigente.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Tan real como el viento que la cruza cada día, Bahía Blanca es una ciudad de riesgo para el caminante, a partir de la existencia de decenas de edificios en construcción, en los cuales la presencia de distintos materiales sueltos se convierten en verdaderas amenazas. 

   El fallecimiento de una mujer (Mónica Haring), ocurrido en las últimas horas, luego de haber sido golpeada en la cabeza por una madera desprendida de una obra en pleno centro, es prueba contundente de una situación que, en rigor, se puede estar registrando de manera repetida y pasar desapercibida al no tener consecuencias fatales. 

   Un hecho similar al mencionado ocurrió en agosto de 2013, cuando un ciclista que circulaba por San Martín y Brandsen resultó golpeado en la cabeza por una madera, también desprendida de una obra, y salvó su vida de manera milagrosa.

   No debería ser necesario disponer de estos dos ejemplos, con nombre y apellido, para dejar en claro que las obras en construcción conforman un riesgo y que las medidas preventivas establecidas por el código de construcción local son cuanto menos insuficientes para anticipar situaciones posibles y ciertas.

   “La reglamentación para la seguridad en los edificios en altura son insuficientes en una ciudad donde el viento es frecuente”, señala el ingeniero Horacio Fioritti, especialista en seguridad, que señala como “indispensable” modificar o ampliar la normativa para hacerla acorde al clima local.

Todo suelto

   Si bien existe una gran variedad de elementos sueltos en una construcción --ladrillos, herramientas, cascos, baldes, tambores, hierros y chapas, entre muchas otras--, son las maderas las que abundan en la etapa de ejecución de la estructura de hormigón, cuando se procede al encofrado y desencofrado. 

   Estas piezas suelen ser fácilmente dominadas por el viento, sobre todo por ráfagas que se generan cuando el edificio funciona como una suerte de tubo. 

   Ante esta situación de poco sirven las pantallas protectoras que se montan, según exige la normativa, a dos alturas, una cercana al lugar de trabajo --móvil-- y otra fija, en los pisos inferiores. 

   El viento empuja las maderas --y otros objetos livianos-- lejos del alcance de esas protecciones y por caer desde cierta altura se convierten en elementos letales con la aceleración que alcanzan.

La red

   Una alternativa viable a esta situación, que se aplica en algunas ciudades bonaerenses, consiste en la colocación de redes protectoras, con diferentes diseños y resistencias, que resultan adecuadas para contener elementos que salen de la órbita de la construcción. 

   Las redes pueden envolver al edificio e incluso actuar como un reaseguro para los trabajadores. 

   También son adecuadas para colocar sobre las medianeras, atento a que es habitual que suelan caer elementos en las viviendas linderas.

   La mayoría de las Códigos de Edificación del país parecen copiados de una misma matriz, con lo cual es habitual se exijan las dos pantallas mencionadas, pero no se considere que los elementos sueltos pueden superar esos 2,50 metros promedio que cubren esas protecciones.

   Una recomendación que hacen los especialistas es que los días de viento se aseguren todos los elementos existentes en una obra, situación que es casi imposible cumplir.

   En Bahía Blanca, donde la construcción conforma una de sus industrias más importantes, con un promedio de 300 mil metros cuadrados permisados cada año, las condiciones de seguridad debieran estar adecuadas a situaciones propias. 

   No se trata siquiera de reaccionar cuando pase una desgracia, porque la misma ya ocurrió...