Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Con retrasos, Gabriel no detiene su travesía a través de toda América

Junto a su Tordilla, una moto Honda Tornado 250cc, comenzó en abril un viaje desde Mayor Buratovich para llegar a Alaska a mediados de año pasado. Pasará Año Nuevo en Panamá, con un antiguo compañero de ruta.

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   La idea era clara, clarísima en los papeles: salir de Mayor Buratovich el 4 de abril, llegar a Cartagena de Indias en julio y llegar a Colorado (EE.UU) a principios de este diciembre. En la realidad, casi nueve meses y unos 11 mil kilómetros después de haber comenzado su viaje, Gabriel Olivieri y su moto Tordilla pasarán Año Nuevo en Panamá, muy lejos de su gente pero habiendo disfrutado una inolvidable primera parte de su travesía. 
   Aunque por delante todavía queda un largo recorrido hasta el Parque Nacional Delani, en Alaska, lo vivido en este recorrido genera una sensación que se ubica entre el asombro y la (si es posible) sana envidia: después de dejar nuestro país, recorrió la costa brasileña y, al llegar al norte por la costa Atlántica, subió por el Amazonas hasta Manaos, en el corazón del río. En el medio de todo, recorrió kilómetros y kilómetros con distintos compañeros de ruta, conoció gente y más gente, y descubrió sitios impensados.

Para seguir el viaje de Gabriel, se puede visitar la fanpage Facebook/América Extrema. También cuenta con un usuario en Instagram/AmericaExtrema1.

   “Desde ahí me quedaba más corto subir por Venezuela e ir hasta Colombia, que dar toda la vuelta hasta Perú para volver hacia el norte”, cuenta a La Nueva. desde Panamá.
   “Brasil resultó un gigante difícil de vencer, por su cultura, belleza, naturaleza y su gente. El plan original era pasar dos o tres meses, pero entre el litoral, sus playas, algo del interior y el Amazonas, me terminó llevando seis meses atravesarlo de sur a norte”, dice.
   Venezuela también tuvo sus bemoles. La idea era pasar unos 20 días allí, pero la visita terminó siendo de un mes y medio.

   “La gente me ayudó y me trató increíblemente a pesar de la locura que se está viviendo. Fue una experiencia fuerte y que nunca olvidaré: lidiar con la adversidad apoyado en la solidaridad”, dice.
   Del mate se despidió hace dos meses: se quedó sin yerba en Manaos y no ha vuelto a tomar uno desde hace dos meses. La idea era conseguir en Colombia, pero como la frontera entre este país y Colombia está cerrada, no pudo ingresar. Al final, La Tordilla y él debieron pasar a Panamá por avión. Él llegó; con la moto todavía no pudo encontrarse.
   A partir de ahora, queda la segunda parte del viaje: se encontrará con Ross Alford, con quien viajó durante ocho meses desde EE.UU. hasta Mayor Buratovich, y volverán a compartir unos kilómetros de ruta juntos.

   A futuro, los tiempos se achicaron, porque la idea sigue siendo atravesar Canadá y llegar a Alaska antes de junio, para recorrerla durante los meses de primavera y verano del hemisferio norte. El objetivo sigue siendo el mismo, pero las estadías y el recorrido deberán ser más veloces.
   “Me toca pasar fin de año en Panamá, lejos de la familia que tanto se extraña y del campo que es mi hogar y mi templo: las fiestas, el verano, la vacaciones y las reuniones familiares. Pero estoy feliz de estar cumpliendo este sueño y seguir en camino, encontrando gente increíble, haciendo amigos y visitando personas que forman parte del enorme legado de gente linda que me ha dado el viajar”, comenta.

   Para Gabriel, La Tordilla es la gran protagonista de esta aventura y “como tal ha tenido un rendimiento intachable”. Para eso también contó con el guiño de Honda, que la reacondicionó en su planta de Manaos, en el corazón del Amazonas.
   “Juntos recorremos largas distancias sin siquiera darnos cuenta. Tiene vida propia y sólo me pide que la trate bien. Es inexplicable la sensación de libertad y fuerza, la satisfacción que experimento cada vez que retomamos el camino, ya sea por ruta o por tierra, y se lo debo todo a ella”, cuenta.

Un recorrido por sitios desconocidos de todo el continente


Salió el sol. Dudas, nostalgia y crisis hubo en el camino. Una semana de lluvia imparabale en Iguazú extrañaba a su familia y no podía parar de pensar en “lo duro y largo q sería cumplir el objetivo; pero lo superé y el sol volvió a asomar, como siempre”.
Por todos. “Tenía continuar con este viaje de descubrimiento y crecimiento, no sólo por mí, sino por todos los que son parte de ella, que me ayudaron en el camino y los que me siguen y apoyan a través de la página para transmitirme su alegría, su agradecimiento y sus emociones por este viaje que 'estamos' haciendo”, asegura.

Aventura. Para Gabriel, los tiempos de un viaje de aventura siempre cambian, y si no lo hacen es porque no hay aventura. “Cuando iniciamos un camino dispuestos a desviarnos, guiados por nuestra intuición y curiosidad, siempre habrá cambios de planes, nuevos recorridos y nuevos destinos, tanto que hasta puede cambiar el destino final”, cuenta.
Increíbles. Gabriel cuenta que en lo que va del viaje, estuvo por lugares increíbles. “Esperaba encontrarme con esa belleza, pero me sorprendió la cantidad de lugares desconocidos y poco promocionados”, dice.