Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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"Con miedo se hace muy poco"

Cursa 3º año de la carrera de Biología en la UNS con promedio superior a 9. ¿Cómo lo logró? "El éxito no es individual", aseguró.

Sebastián Dop utiliza la tecnología para mejorar su calidad de vida. Fotos: Pablo Presti.

Por Anahí González / agonzalez@lanueva.com

   "A esta altura aprendí a guardarme el miedo en el bolsillo y resolver las cosas de una u otra manera”.

   Sebastián Dop está convencido de que cuando se tiene alguna dificultad o limitación, en su caso la ceguera -perdió la vista a los tres años- la única manera de avanzar, es avanzando; tratar de encontrarle la vuelta. Sin excusas.

   Es consciente de que tal vez no pueda hacer las cosas del mismo modo en que las hace la mayoría de la gente, pero eso no le impide hacerlas.

   "Siempre busqué estrategias, caminos paralelos", contó a La Nueva.

   Hoy se siente feliz. Es un destacado alumno en la Carrera de Biología de la Universidad del Sur, con un promedio superior a 9 y lleva una vida plena: vive solo, practica deportes y tiene una hermosa familia y muchos amigos.

   Cuando se inscribió en la carrera, en 2014, sabía que no iba a poder observar y examinar los organismos (plantas, invertebrados y demás) del mismo modo en que lo hacen sus compañeros con el microscopio o la lupa, pero eso no lo detuvo.

   Una vez que la Universidad dio el sí, viajó desde Tres Arroyos a Bahía Blanca con su familia, eligió un departamento y se instaló.

   En estos años tuvo un excelente rendimiento académico.

   "Tengo un buen promedio, pero no me gusta enfocarme en eso porque creo que los promedios hablan poco de las personas" dijo.

   "Si uno se pierde en ver los promedios, se le escapan un montón de otros aspectos que para mí son muy importantes como la calidad humana, la empatía y la capacidad de trabajo en equipo”, resaltó.

    Para Sebastián el éxito no es individual.

   “Pensar eso es un error gravísimo. Hago mucho esfuerzo personal pero no puedo dejar de reconocer toda la buena predisposición de mis amigos. Están siempre. Son los que me salvan”, contó.

   “Hay compañeros muy brillantes que tienen menores promedios simplemente porque no se ajustan a la metodología de examen o porque quizás lo suyo no sea acumular datos. Sin embargo, ellos enriquecen todo lo que yo pueda hacer. Vamos codo a codo”, destacó.

   Tomar apuntes en clase no le resulta imposible, pero tampoco es sencillo. 

   Solía usar un sintetizador de voz. Esto lo obliga a escuchar, de forma simultánea, lo que va escribiendo y lo que dice el profesor. Por eso,  el último tiempo, optó por concentrarse en la clase para después compartir los contenidos con sus amigos y rescatar lo más importante.

   “Son mis grandes salvadores. Me cuentan qué anotaron y yo les digo lo que me voy acordando, y listo. Hemos formado vínculos muy fuertes”, dijo.

   De todos modos, siempre pugna por no depender de nadie. 

   "Cuando encaro una materia lo hago desde un lugar de trabajo en equipo porque me encanta pero está bueno que sea una opción y no una obligación" dijo.

   Biología le interesó siempre aunque, en algún momento, también barajó la posibilidad de anotarse en Bellas Artes, Filosofía o Psicología.

   Como cursó la secundaria en una escuela agropecuaria, tenía en claro que no le atraían las materias relativas a la producción en el campo.

   “Entiendo que quizás para un tambero o un veterinario, sea relevante la cantidad de carne o de leche que rinde una vaca.  A mí solo me interesaba entender a los organismos que estaban en juego. No hay una connotación moral en mi elección sino de interés”, dijo.

   A Sebastián le encanta participar en la universidad más allá de lo netamente académico. Por eso, trabaja en Extensión Universitaria en el proyecto Quimicuentos y da una mano en la coordinación de los grupos de apoyo escolar que actúan en cooperación con instituciones barriales u ongs.

   “Mi rol es hablar con los voluntarios, supervisar qué necesitan y cómo van trabajando, saber cómo se sienten y cómo funciona el espacio”, dijo.

Vivir solo

   Para este tresarroyense no es difícil vivir solo. Solo se trata de desarrollar caminos alternativos para cocinarse, hacer las compras y hasta vestirse. 

   “Aunque no puedas verlo, si el queso de la heladera está verde tiene un olor distinto”, dijo.

   Muchas veces para saber la fecha de vencimiento de algún producto hace una videollamada a Tres Arroyos o a sus amigos y les enseña el rótulo del envase: “¿Qué dice esta etiqueta?”. Del mismo modo procede si no está seguro del color de la ropa.

   También hay un montón de aplicaciones que mejoran su calidad de vida. 

   "La tecnología ayuda muchísimo”, dijo.

   Tiene dos hermanas. La mayor, Soledad, estudió Ingeniería Química en Bahía Blanca -hoy vive en La Plata- y la del medio, Celina, quien tiene una severa disminución visual, estudió Trabajo Social en Tandil y regresó a Tres Arroyos.

   “Mis padres siempre entendieron que teníamos que hacer lo que quisiéramos, lo que tuviéramos ganas, como cualquiera. No montaron mucho circo alrededor de eso”, contó.

   “Ellos son geniales. Nos hicieron súper independientes y nosotros entendimos que no van a estar siempre y que las cosas hay que hacerlas. No hay excusas”, comentó.

Recuerdos

   No puede precisar si recuerda algo de cuando tenía visión. La fue perdiendo gradualmente entre los dos y  los tres años.

   “Toda mi vida la gente que me quiere hizo intentos de describirme las cosas. Me dijeron: “Imaginate el mar como...” Nunca supe qué me acuerdo y que es lo que sé porque me lo contaron. Se mezcla mucho con la subjetividad de las descripciones", destacó. 

Anhelos

   Hay dos grandes anhelos en su vida: ejercer su profesión desde una mirada vinculada a la didáctica y tener hijos. También le gustaría estar en pareja, pero no lo relaciona necesariamente al hecho de formar una familia. Son aspectos que pueden o no, ir de la mano.

   “Enseñar al otro va más allá de dar clases. Soy un estudiante muy crítico del sistema pero no desde un punto de vista negativo sino preguntándome cómo se puede mejorar”, expresó.

   Para él, hay muchísimo por explotar en este sentido y hay cuestiones para cambiar. 

   “Deberíamos ser una sociedad que mire al otro con más afecto”, dijo.

    "Una vez alguien me dijo que al entrar al aula uno debe dejar los problemas afuera pero desde mi punto de vista no es así. Para mí es muy importante preguntarle al otro  ¿Vos cómo estás?", opinó.

   Tener hijos es otro tema muy presente.

   "Atormento mis amigos con esta idea", confesó entre risas. 

   “Siempre que hablo de tener hijos aparece la pregunta: ¿Ya tenés pareja? No tengo una visión tan estructurada de la familia y de la paternidad. ", destacó.

   “Hay un montón de estructuras familiares nuevas y soy muy flexible. Los afectos y vínculos familiares se definen mucho más desde lo afectivo y emocional que desde lo sanguíneo. Es posible tener hijos de sangre y también del corazón. No descarto nada", dijo. 

   "Soy una persona feliz y estoy definido en el hecho de querer acompañar a alguien en sus primeros años y darle las herramientas para que sea independiente y disfrute de la vida”, dijo.

   Se acostumbró a ser independiente y a tratar de necesitar la ayuda de las personas lo menos posible.

   "Eso se extrapola a la pareja y a mis papás. No porque ellos no estén; están y los adoro, pero son importantes como mis papás no como las personas que puedan facilitarme cosas", expresó.

   Le esquiva a las salidas a boliches con sus amigos. 

   "Soy más bien de acovacharme, pero tiene que ver más con mis intereses y personalidad", dijo.

   "Ojalá pueda hacer algo para que el mundo sea mejor. Creo que es muy importante disfrutar de la vida y dejar lo mejor de uno, no guardarte nada. Hacer las cosas como mejor uno pueda. También saber que podés meter la pata. Aceptarlo te hace vivir más liviano", remató.

¿La gente le ofrece su ayuda por la calle?

   Sebastián aseguró que hay mucha gente con buena voluntad. "Me ha pasado de pararme por error en una parada de colectivo y que el chofer frene y me pregunte: ¿A qué línea necesitás subir? Eso es fantástico. Claro que hay también huesos duros de roer y gente complicada por naturaleza", dijo.

La  tecnología  y otras herramientas

   App. Hace poco la suarense  Lucila Lang, estudiante de Computación en la UNS creó una app para que las personas no videntes puedan reconocer billetes mediante su dispositivo celular a la hora de hacer un pago o una compra. "No la uso todo el tiempo, porque si estoy con amigos no me hace falta pero es genial que exista, porque te permite no estar supeditado a la ayuda de alguien", dijo.

   Colectivo. No se maneja solo en colectivo porque vive muy cerca de la Universidad y cuando tiene que ir a algún lado casi siempre lo hace con amigos. "Reconozco que es una buena herramienta y que seguramente aprenderé a usarlo", comentó.

   El bastón. De chiquito aprendió el sistema de lectoescritura en Braille e incorporó el el uso del bastón blanco que identifica a las personas no videntes y les da autonomía para desplazarse.
Sensible. “Soy muy sensible. En la escuela siempre me movilizó el compañero al que no le prestaban atención". En la ventana de su departamento aloja a una paloma que cuida de sus  pichones en una maceta. "Soy un poco desordenado y me encantan las plantas y el mate. Mi casa no estará nunca impecable".

   Su familia. Sus padres son Hugo Dop y GracielaTenaglia. Tiene dos hermanas mayores: Soledad y Celina. A su cuñado Juli, lo quiere como a un hermano. Es tío de Ignacio y del pequeño Rafael. Su abuela materna es María, alias Nona, y  la abuela paterna se llama Juana, alias Pepa. Claudio es su abuelo paterno. Los visita en Tres Arroyos cada vez que puede.