Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Veterano de guerra, artista y monje zen

“Hubiese sido un honor morir en las islas porque amo a este país, pero en aquel entonces sentí alegría de haber sobrevivido. No veía la hora de volver a mi casa”.
Hoy, a las 17 horas, en Rodríguez 841, Toshiro dará una charla como sacerdote zen.

Por Sergio Prieta / sprieta@lanueva.com

¿Cómo llega un hombre de origen japonés a pelear en Malvinas? ¿Cómo un excombatiente pasa a liderar una exitosa banda de rock? ¿Cómo un católico se convierte en agnóstico y luego en budista para terminar monje zen?

Para entenderlo hay que conocer la vida de Toshiro Yamauchi.

“Parece que nos vamos a las Malvinas”, le dijeron a Toshiro una noche de abril de 1982. Y al “Japonés”, como le decían sus amigos de la infancia, la idea no le provocó la misma euforia que al resto de sus compañeros.

“Sabía del poderío de los ingleses y sus antecedentes en otras guerras”, cuenta. Esa madrugada, mientras el resto de los conscriptos clase 1962 cantaba que a los ingleses los íbamos a reventar, prefirió callarse.

También se quedó en silencio cuando su madre, enterada de que iría a pelear por Malvinas, le pidió que se pegue un tiro en el pie para que lo dejen en Buenos Aires, aunque él, en silencio, no hizo caso.

“Me tocó ir a la guerra porque estaba haciendo la colimba. Nada más”, cuenta el hombre sentado en la redacción de "La Nueva.", donde reconoce que 34 años después del inicio de la gesta, aún no superó los efectos de las bombas ni el recuerdo de los cadáveres esparcidos en el campo de batalla.

Es que a pesar de que en su familia hubo tradición militar por uno de sus tíos que peleó en la Segunda Guerra Mundial --figura como desaparecido en un lugar cercano a Filipinas--, su vocación no era tomar las armas para defender a la Patria, sino que quería ser actor.

“Cuando llegamos a las islas me mandaron al frente, y mientras esperábamos a los ingleses en los pozos de zorro viví las horas más duras, incluso fueron más difíciles que el combate”, cuenta.

Desde su pozo sintonizaba una radio uruguaya que anunciaba la llegada de la flota inglesa. Al finalizar el parte diario, el locutor afirmaba que la sangre iba a brotar de la tierra en Malvinas. “Esa frase, la espera y la incertidumbre fueron peor que cualquier cosa”, relata.

El primer bombardeo lo sorprendió en un galpón improvisado como taller. “Estaba lleno de estantes de madera sobre los que había frascos llenos de tornillos y clavos. No me daban las manos ni los bolsos que había adentro para tratar de cubrirme”.

Entre sus recuerdos permanece vivo el soldado que tenía hambre e intentó cazar un cordero en un campo minado. “Pisó una mina antitanque fallada y explotó: tuve que llevar sus restos a la enfermería adentro de un balde”, dice.

El 14 de junio, después de sufrir interminables días de frío, viento y gotas de lluvia que se le clavaban en la cara como agujas, vino el cese del fuego. Del estruendo de las bombas y el silencio propio para evitar que alguien supiera que tenía los pies congelados y ser candidato a una amputación, la guerra terminó.

“Hubiese sido un honor morir en las islas porque amo a este país, pero en aquel entonces sentí alegría de haber sobrevivido. No veía la hora de volver a mi casa”.

La indiferencia de la vuelta, el encuentro con los amigos y una decepción amorosa de uno de ellos lo llevó a formar Luis XV, una banda de rock de la que fue cantante y que pegó en la radio con su hit “Me enamoré de una morocha”.

“La armamos para distraerlo. Empezamos a tocar en diferentes lugares y nuestra música pegó. Nos hicimos conocidos pero siempre tuvimos en claro que éramos unos pelot..., entonces no se nos subió ninguna fama a la cabeza”, cuenta entre risas Toshiro, quien más adelante participó en más de una película.

--Excombatiente, músico, actor y monje zen (ver aparte). ¿Después de todo eso, que te queda por hacer?

--La Revolución. Obvio que no habló de esa cosa de los '70. Me refiero al cambio interior, que es la única revolución positiva y la que puede salvar al Hombre.

Acto

"Nuestra bandera en las islas"

El intendente Héctor Gay encabezó ayer en el monumento de La Falda y Cuyo el acto oficial por el 34º aniversario de la Guerra de Malvinas y afirmó que "la sociedad argentina tiene una enorme deuda con los veteranos".

El jefe comunal recordó que vivió "con mucha intensidad aquella guerra" cuando era periodista y se realizó el desembarco argentino en las islas ocupadas de manera ilegítima por el Reino Unido.

Gay invitó a los docentes a "seguir enseñando la causa Malvinas" y se comprometió a que el año que viene haya más escuelas y chicos en el acto. "Debemos seguir reclamando que nuestra bandera flamee en las islas", dijo.