Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Una locura de 175 días a través de América Extrema

"Este tipo está loco". Eso fue lo primero que le pasó por la cabeza al sudafricano Russell Thompson cuando el argentino Gabriel Olivieri le propuso recorrer el continente americano a bordo de un automóvil Nissan del año 1987, junto a su compatriota Ross Alford y Martín, el sobrino de Gabriel.
Una locura de 175 días a través de América Extrema. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 "Este tipo está loco".


 Eso fue lo primero que le pasó por la cabeza al sudafricano Russell Thompson cuando el argentino Gabriel Olivieri le propuso recorrer el continente americano a bordo de un automóvil Nissan del año 1987, junto a su compatriota Ross Alford y Martín, el sobrino de Gabriel.


 Aproximadamente 25 mil kilómetros y seis meses después, luego de recorrer 13 países, cambiar tres veces los juegos de amortiguadores, haber consumido unos 2.500 litros de combustible, bucear con tortugas marinas y pasar por las pirámides mayas, las costas caribeñas y del Pacífico o las ruinas del Machu Picchu para (por fin) llegar a Mayor Buratovich, sólo atina a decir --con las pocas palabras de castellano que conoce-- que la locura fue todo un éxito.


 "La idea --cuenta Gabriel, ya descansando de la travesía en su casa de Mayor Buratovich-- comenzó el año pasado. Estuve trabajando en la temporada de sky en Estados Unidos en 2010, y con unos amigos de Bahía Blanca compramos un auto para viajar a Miami. Después recorrí toda la Costa Oeste de Estados Unidos y pensé en llegar hasta Argentina, pero solo no podía hacerlo.


 "Entonces, ya de vuelta en el país, le conté la idea a mi sobrino Martín. Él regresó conmigo a trabajar durante la temporada a Norteamérica, y comenzamos a juntar plata totalmente decididos a realizar el viaje", cuenta.


 Trabajando como meseros en un hotel conocieron a Russell y a Ross; y ahí empezó todo.


 "La primera vez que les comenté la idea, me trataron de loco y me preguntaron si estaba seguro de lo que quería hacer. La segunda vez, Russell me dijo que se lo iba a comentar a sus padres, en Sudáfrica", recuerda.


 Cuando Russell quiso meditar de nuevo la idea, ya era tarde. Era el 5 de abril de este año, y estaba junto a su amigo Ross y dos argentinos que había conocido en su trabajo, rumbo a un lugar que se llamaba Mayor Buratovich en Argentina, como acompañante en Nissan Maxima modelo 1987 --sin radio-- que había comprado Gabriel el año anterior por 300 dólares. Y la nevada ciudad de Vail se iba haciendo cada vez más chica en la luneta trasera.


 "En ese momento me preguntaba ¿qué estábamos haciendo?", dice.


 El objetivo siempre fue claro: llegar a Argentina. Eso sí, si había algún lugar que les gustara mucho, se quedaban y lo recorrían, poniendo fechas límites de estadía para no retrasarse demasiado.


 "En México estuvimos 45 días, visitando lugares maravillosos. Si hubiéramos tardado tanto en todos los países, no íbamos a llegar más", comenta Gabriel.


 Aunque el vehículo es un modelo un tanto viejo, casi no tuvieron inconvenientes con él, y sólo debieron repararlo por problemas de temperatura en San Cristóbal de las Casas, en México.


 "Invertimos alrededor de mil dólares en el vehículo entre cubiertas, baterías, bujías, correa de distribución y todas las cosas que se necesitan para dejarlo en óptimas condiciones.


 "Armamos nuestro equipaje con mochilas, carpas, sillas y una mesa plegable, bolsas de dormir y hasta una parrilla. Fuimos preparados como para llegar a cualquier lugar del mundo y, si nos gustaba, acampar allí", cuenta Russell.


 ¿Contrastes? Todos. Pasar por San Diego en Estados Unidos, cruzar la frontera mexicana y encontrarse algo totalmente diferente en Tijuana.


 "Pasás de la potencia económica de una ciudad a la realidad completamente distinta de otra, a tan sólo unos 30 kilómetros. El choque de culturas, de idiomas o los golpes visuales, fueron algo muy fuerte que se dio durante todo el viaje", rememora Gabriel.


 La experiencia, asegura, los marcará en sus vidas para siempre.


 "Lo definimos América Extrema. En México acampamos en un patio, junto a un gallinero con gallos de riña. A los pocos días, estábamos trabajando en un hotel Four Seasons de cinco estrellas, en Cancún. Comíamos arroz por 2 pesos en la calle; o pasábamos de un clima súper caluroso a un frío de montaña", dice.

Ni pollo, ni atún ni arroz por un tiempo bastante largo




 Russell asegura que por un tiempo muy largo no probará ni pollo ni atún, los dos alimentos que más consumieron --además de arroz-- durante todo el viaje.


 "Si hacemos las cuentas, cada uno de nosotros comió algo así como 20 pollos, 30 latas de atún, 30 paquetes de tallarines y unos 10 kilos de arroz durante todo el viaje", dice.


 Y bañarse... A veces tuvo que alcanzar con el agua de lluvia que caía por la canaleta de un alero.


 "Cuando se nos rompió el auto en México, un hombre que vivía frente al mecánico nos ofreció el alero de un patio para que armáramos nuestro campamento. En ese lugar, a la noche los gallos de riña pelean entre ellos; y a las 5 de la mañana ya estaban cantando de nuevo.


 "No podíamos dormir de ninguna manera. Al final, terminábamos levantándonos para tirarles agua, así se callaban un poco", comenta Russell.


 El idioma no fue problema, porque arriba del auto --donde estuvieron unas 1.500 horas-- todos hablaban inglés. Y se hablaba mucho, porque la radio nunca funcionó.


 "Así, era muy difícil mantenernos callados. Al final, Russel y Ross, aprendieron algo de castellano, pero su manejo del idioma es muy escaso", reconoce Gabriel.

En números

* 25 mil kilómetros recorridos
* 13 países visitados
* 2.500 litros de nafta consumidos
* 175 días de viaje
* 1.500 horas sentados en el auto
* 400 kilos de equipaje transportados
* 350 kilos entre los cuatro amigos
* 3 cambios de amortiguadores
* 60 ciudades en las que pernoctaron
* 66 sitios visitados hasta llegar a Mayor Buratovich
* 85 veces fueron detenidos por la policía, por los papeles del auto

Valeria Herrera/Mayor Buratovich