Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El texto viral que invita a reflexionar sobre el feminismo

El posteo se compartió casi 5.000 veces y tiene cientos de comentarios.

Marcha en Bahía Blanca. (Foto: Emmanuel Briane-La Nueva.)

   La usuaria de la red social Facebook Ren Rouge publicó un texto sobre el feminismo en el que muestra su cambio de visión acerca del tema.

   El posteo —que se compartió casi 5.000 veces y tiene cientos de comentarios— podés leerlo acá:

 

   Antes solía pensar que las feministas estaban locas. Cuando las veía en la tele marchando, cantando canciones, me burlaba de ellas.

   Cuando empezaron a quemar cosas, a destruir la ciudad, "locas". “El mundo cada vez está más loco”. “¡¿Qué pretenden?!”

   “DEBERIAN PARAR”.

   "Yo no soy feminista. No soy feminazi". Estaba orgullosa de no parecerme a ellas. Mis amigos hombres me aplaudían.

   Más noticias. Más casos. "Mujer desaparecida". "Quizás en dónde andaba", decía yo, "a qué hora", "con quien"... Asesinada por su novio, ¿por qué se quedó con él? Asesinada por la calle, ¿por qué andaba sola? asesinada por marchar, ¿para qué marchaba?
Cambiaba el canal. Apagaba la radio. Pasaba de largo en Facebook y me reía del siguiente meme. Exageradas...

   Pero los casos seguían apareciendo. Por cada meme, una mujer desaparecida. Por cada video de perritos, una mujer asesinada. Por cada challenge, una mujer violada o golpeada.

   Y entonces empecé a poner atención. A la tele, a la radio, a los post de Internet, al diario, a lo que escuchaba por la calle. Mujeres desaparecidas, encontradas muertas, agonizando, no encontradas nunca. Más y más casos. Todos los días, un nuevo caso. Mujeres de mi edad. Mujeres de la edad de mi mamá. Mujeres de la edad de mi hermana. Mujeres de la edad de mi abuela... de la edad de mi sobrina.

   Mujeres no; niñas.

   Niñas desaparecidas. Niñas asesinadas. Niñas violadas y abusadas. ¿En dónde andaban? probablemente en el parque, en el antejardín de su casa, en el baño de su colegio... ¿A qué hora? a plena luz del día. ¿Con quién? con alguien en quien confiaban; los niños confían en que un adulto los proteja.

   ¿Por qué andaban solas? porque un adulto no supo protegerlas, y otro adulto se aprovechó de eso.

   Asesinadas, por novios no; por sus propios padres, hermanos, tíos, abuelos… ¿por qué se quedaron con ellos?

   Por que no tenían otra maldita opción.

   Dejé de pasar de largo en Facebook. Dejé de cambiar el canal...

   Ahora veía sus caras y las grababa en mi memoria. En todas las fotos, estas niñas sonreían. Empecé a grabarme los rostros de todas las mujeres que veía. Ellas también sonreían. Todos sonreímos en las fotos.

   Yo sonrío en las fotos. Si un día yo desapareciera, sería mi cara sonriente en un post de Facebook.

   Si un día, una mujer de entre mis seres queridos desapareciera, yo distribuiría como loca y desesperadamente su foto. Sonriendo.

   Porque sí; todos sonreímos en las fotos, porque al momento de tomarnos una foto, a ninguna mujer se le pasa por la cabeza que será esa la foto que su familia y amigos distribuyan cuando no haya rastro de ella. Probablemente sea la foto que sigan usando luego, cuando su cuerpo sea encontrado despedazado, para recordarla.

   Recordarla cuando sonreía; cuando no estaba pensando en que estaría muerta a la semana siguiente.

   Empecé a sentir miedo. Miedo a salir, a que mi familia saliera, a que mis amigas salieran. Que fueran la próxima foto sonriente.
   Empecé a sentir miedo por mi sobrina. Me imaginaba su foto en Facebook.

   “Desaparecida”

   Lloré. Desconsolada. Encerrada en el baño por horas. Aterrada.

   Y todo empezó a tener sentido.

   La destrucción. El fuego. Los monumentos destruidos…

   “No es la forma”. ¿Y cuál es la forma?

   ¿Canciones? Se burlaron de ellas; les cambiaron la letra para reírse.

   ¿Bailes? Se aprendían las coreografías para mofarse.

   ¿Marchas? “No tienen nada mejor que hacer; sólo quieren hacer disturbios”.

   ¿Marchar desnudas? “¿Así cómo quieren que las respeten?”. “Que asco, las tetas al aire”. “Por eso luego las violan”.

   Por eso luego las violan… Por eso luego las matan. Ya las violaban y las mataban antes de eso, cuando estaban calladas. Las siguen violando y las siguen matando ahora que gritan.

   Y luego vino la destrucción. “Exageradas”, decía yo. “Violentas”. “No son formas”. No son formas…

   “TIENEN QUE PARAR”.

   ¿Y si esa mujer, si esa niña, fuera mi sobrina? ¿Y si ella nunca volviera a su casa? ¿Y si fuera yo quien tuviera que llorar sentada al lado de un ataúd blanco lleno de piezas irreconocibles de ella?

   ¿Qué haría yo?

   ¿Qué haría la justicia por ella? Nada. Ya no habría nada más que hacer.

   ¿Qué pasaría con los responsables? Probablemente nunca fueran encontrados. Aún si lo fueran, tendría que existir pruebas en su contra, ¿y si ellos admitieran el crimen? No importa, aún así tendría que haber pruebas recriminatorias para que fueran castigados. Pero aún si fueran encontrados culpables, ¿Cuál sería su castigo?

   Cinco años en la cárcel.

   Tres por buena conducta.

   Tres años de su vida, por la vida entera de una persona. De una niña. De mi niña.

   Tres años, y volverían a casa con sus seres queridos. Mientras que yo nunca más podría volver a abrazar a mi niña.

   ¿Y qué haría yo entonces? Una vez que se me terminasen las lágrimas, que ya no me quedara voz. ¿Qué haría yo?

   Sí.
   Saldría a las calles. No a cantar y bailar; no a sacarme la blusa y marchar.

   Saldría a destruirlo todo.

   Sí, pintaría sus putos monumentos.

   Sí, rayaría sus malditas paredes.

   Sí, rompería toda la mierda que apareciera en mi camino.

   Sí, quemaría el país completo.

   Hasta que ellos me notaran. Hasta que escuchasen mis gritos. Nuestros gritos. Hasta que vieran la sangre. La sangre de miles, de millones… nuestra sangre.

   Hasta que escucharan, maldita sea.

   HASTA QUE HICIERAN ALGO, CARAJO.

   Si tuviera que pelear, pelearía. Si tuviera que recibir palos, los recibiría. Si tuviera que quemarme junto con el país, ellos me verían arder en llamas y me escucharían gritar hasta volverme cenizas. No de dolor; de ira.

   Todo con tal de que mi maldita muerte significase algo para ellos.

   “No pararía”. Me dije. NO. NO PARARÍA.

   Y eso es lo que ellas están haciendo. Por eso están luchando.

   Y eso es lo que seguirán haciendo. Antes me enorgullecía de no ser como ellas. Hoy en día quisiera tener la valentía de parecerme a ellas. A esas mujeres valientes, preciosas, y fuertes que marchan, cantan, bailan, gritan, y encienden el mundo en llamas.

   Por sus hijas, amigas, hermanas, madres.
   Por mujeres que ni siquiera conocen. Por mí. Por ti. Por todas nosotras.

   Lo harán hasta lograr ser escuchadas. Lo harán con tal de que mi sobrina pueda volver a casa cada día y que yo pueda abrazarla.
   Lo harán hasta que aquellas que no pudieron regresar a casa con sus familias; aquellas que no pudieron vivir lo suficiente como para caminar seguras por una calle, puedan al menos descansar en paz sabiendo que no tendrán que recibir a otra mujer, a otra niña en las puertas de la muerte, y explicarle lo que el mundo, este mundo maldito hizo con ella, y por qué no podrá volver nunca con su familia, a jugar con sus muñecas.

   Lo harán para que aquellas que ya no están puedan descansar sabiendo que finalmente se hizo justicia, y para que las que aún seguimos aquí, podamos vivir una larga vida en su nombre y recordarlas.

   Y hasta que ese día llegue…

   No. No pararán. NO TIENEN POR QUÉ PARAR.

   NOSOTRAS no vamos a parar.

   Necesitaba sacarme todo esto del pecho. Las amo con todo el corazón, a todas y a cada una de ustedes.