Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Estiman que las quemaduras afectan a unas 200.000 personas en Argentina

La mitad corresponden a niños, dijeron los especialistas. En esta época del año resulta imprescindible intensificar campañas de prevención, indicaron además.

Al usar pirotecnia, hacerlo en lugares despejados y nunca usar elementos de fabricación casera o comprados en negocios no autorizados.

    La transgresión sigue siendo el principal factor de riesgo para las quemaduras, lesiones que afectan a unas 200.000 personas anualmente en la Argentina –la mitad de ellas en edad infantil– y que se intensifican a partir de la primavera y verano, con la exposición al sol para lograr una piel bronceada y el uso de pirotecnia.

   “En esta época del año resulta imprescindible intensificar campañas de prevención de quemaduras: desafortunadamente a las causas comunes se agregan la mala exposición a los rayos solares y en poco tiempo, al llegar las fiestas, el mal uso de la pirotecnia”, explicó Alberto Bolgiani, presidente de la Fundación Benaim, institución especializada en la prevención y tratamiento de las quemaduras.

   Para Bolgiani, el punto crítico de las campañas de prevención es “operar contra la tendencia a la transgresión”.

   “Advertir sobre los peligros de pasar un semáforo en rojo o del mal uso de un solvente o de exponerse al sol a mediodía es inútil si no logramos operar sobre esa tendencia a la transgresión que se intensifica en el marco de lo social, y que termina atentando contra nuestra integridad. Porque el conocimiento de lo peligroso es necesario no pero suficiente. Y esta es la base de nuestra línea de trabajo para realizar programas de prevención primaria con posibilidades de éxito”, afirma Bolgiani.

   El especialista explicó que en la Argentina “los expertos estiman que unas 200.000 personas por año son víctimas de quemaduras, y la mitad de ellas corresponde a niños”.

   En los más pequeños las quemaduras más frecuentes son producidas por superficies calientes –como plancha, hornos, ollas o asaderas–, líquidos hirvientes o choque eléctrico.

   Además, a medida que se acercan los meses de calor, deben agregarse las quemaduras producidas por la exposición a los rayos solares sin protección, y llegados a fin de año, las ocasionadas por el mal uso de pirotecnia.

   “La piel consta de dos capas: la epidermis, superficial, formada por varios estratos superpuestos, y que mientras está sana (sin lesiones) protege al cuerpo de infecciones y bacterias. Por debajo de ella se encuentra la dermis, que contribuye a mantener a la epidermis en buenas condiciones, permitiéndole regenerar sus células cuando agresiones leves las lesionan o destruyen”, explicó Bolgiani.

   Este equilibrio dermoepidérmico funciona como un verdadero laboratorio biológico en el que incesantemente y durante toda la vida, se producen intercambios químicos regulados por el sistema nervioso y las glándulas de secreción interna.

   En condiciones normales, todas esas variaciones metabólicas se mantienen en equilibrio dentro de límites fijados por este complejo sistema regulador, permanentemente atento a corregir cualquier desviación que tienda a perturbarlo.

   “Cuando una quemadura destruye la arquitectura cutánea, el equilibrio se altera. Si la lesión es superficial (tipo A), destruye sólo las capas epidérmicas, que se regeneran en un plazo de entre 7 a 12 días debido a la capacidad reproductiva de las células no dañadas por la lesión, y el paciente cura sin dejar secuelas, es decir, cicatrices o alteraciones visibles”, dijo.

   “Si, en cambio, la quemadura es profunda, producida por agentes agresivos de gran intensidad como el fuego directo, inflamables u otros de igual naturaleza, o por el contacto prolongado con otros agentes, la destrucción de la piel es total y por lo tanto no hay posibilidad de recuperación espontánea”, agregó.

   A su vez, la gravedad de las quemaduras estará determinada por la relación entre su extensión y la profundidad: primer grado las más superficiales, segundo grado, y tercer grado las más profundas.

   Con más de cuatro décadas de trayectoria, la Fundación del Quemado Fortunato Benaim es pionera en el desarrollo de la atención del paciente quemado en Latinoamérica con la instalación en la década del '80 del primer banco de piel; del laboratorio de cultivo de células epiteliales en los '90; y de la creación de un centro de excelencia para la asistencia de pacientes quemados en el Hospital Alemán de Buenos Aires a comienzos del siglo XXI.

   Ante una quemadura, lo que hay que hacer es aplicar solamente agua fría o hielo, proteger la zona con una gasa para evitar infecciones y consultar inmediatamente a un médico especialista en quemaduras.