Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Provincia en cuarentena y el comportamiento social en observación

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en La Plata.

   Si las calles de La Plata están vacías, la gobernación y el resto de los edificios ministeriales de la Provincia bien podrían ser parte de una silenciosa escena de los típicos filmes apocalípticos hechos en Hollywood.

   Con las excepciones del caso, el parate general por el coronavirus se siente y, sobre todo, en la actividad económica. Ante ese panorama casi desértico, el gobernador Axel Kicillof analiza una y otra vez las variables, las curvas sobre los futuros contagios y las consecuencias sobre sobre las ya golpeadas finanzas de la Provincia.

   La evolución del coronavirus y cumplimiento del aislamiento social social preventivo y obligatorio que definió la Casa Rosada, más los casos de contagios confirmados –que crecen día a día– obligan a la Gobernación como así también a la ciudadanía bonaerense a estar a la altura de las circunstancias para evitar la propagación.

   Claramente, la provincia de Buenos Aires puede transformarse en una de las áreas más afectadas por los contagios. La proyección sanitaria no es optimista. Se sabe, el Conurbano y las grandes ciudades son aglomeraciones urbanas expuestas a esparcir los casos positivos, si es que la población no toma conciencia ni cumple con la consigna. #QuedateEnCasa.

   Desde el entorno cercano a Kicillof se insiste en que los picos de contagios se darán a fines de abril y principios de mayo. Oficialmente, dejan trascender que para esa fecha la PBA va a tener disponibles aproximadamente unas mil camas adiciones de cuidados intensivos, aproximadamente unas tres mil camas adicionales para cuidados generales y unas 14 mil camas de aislamiento que pueden ser colocadas en hoteles, regimientos y múltiples lugares con los que ya se viene trabajando para su puesta a punto.

   Son proyecciones ante un escenario verdaderamente incierto pero por demás preocupante. Además de la sumatoria de camas para potenciales pacientes que ya oficializó el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, la administración Kicillof procura defender la posibilidad de que arriben a la Provincia unos 500 médicos cubanos y de otros países que ofrecen colaboración ante el Covid-19.

   La modalidad laboral, “home office” que promueve el Gobierno nacional, contiene a una porción reducida de la población bonaerense: en general a trabajadores en blanco, empleados estatales o clase media acomodada. Pero, la realidad social indica que un amplio espectro de trabajadores en negro, monotributistas o los que se “ganan el pan el día a día” con changas, difícilmente puedan sostener su economía por más de 15 días.

   Ni hablar de la enorme población en villas y asentamientos precarios que “vive del trabajo informal” hace años (ya no sólo en el Gran Buenos Aires) y pide salir de la pobreza estructural, ante la deficiencia de obra pública que restringe el acceso al agua potable, con el riesgo que eso significa en una emergencia sanitaria.

   Allí el concepto de “tierra arrasada” de Kicillof utilizada para describir cómo heredó la Provincia puede realmente mostrar la peor cara de la pandemia que aún no llegó con toda su fuerza a nuestras tierras.

   “La exgobernadora (María Eugenia) Vidal remodeló el sector de guardia de muchos hospitales, pero la desinversión presupuestaria en materia de salud pública fue tal que dejó el sistema hospitalario en estado de coma”, dicen.

   De hecho, organizaciones sociales advierten al Gobierno que las barriadas más humildes están en una situación de emergencia social y sanitaria extrema.

   Si el aislamiento social obligatorio es de por sí difícil en los grandes conglomerados urbanos, con la escasez de plata en el bolsillo y comida, el panorama se puede agravar de una manera mucho más dura. En eso trabaja la ministra del área social y referente de La Cámpora, Fernanda Raverta.

   Ese tipo de situaciones no logra acorbadar al ministro de Seguridad, Segio Berni. Al contrario, lo envalentona hasta en términos mediáticos. Diás atrás, arengó a la tropa policial al afirmar que en este momento no hay lugar para los “libres pensadores” ni mucho menos para aquellos que crean que esta cuarentena es “un concurso de creativos”.

   En ese contexto Berni, un ministro que sólo responde a su jefa política Cristina de Kirchner, salió después a criticar públicamente los “piquetes” que algunos intendentes hicieron sobre los accesos a sus municipios en otro intento por taponar con montículos de tierra la propagación del virus contagioso y letal.

   En rigor, el plan de emergencia económica y social que anunció Kicillof para sus primeros 100 días al frente de la Gobernación y que apuntaba a contener a los sectores más vulnerables, dinamizar la producción y generar mayor consumo entre los bonaerenses, quedó opacado por la pandemia.

   Lo que sí está claro es que el tablero político se ha visto alterado, sino dado vuelta. Hacia adentro del gobernante peronismo K, la figura presidencial de Alberto Fernàndez emergió como el líder moderado y firme, con la autoridad necesaria que la hora requiere.

   Ante la dimensión que fue adquiriendo la crisis sanitaria, el propio Kicillof ocupa hoy un rol de artista de reparto de esta película de terror. Casi a la espera de que las medidas económicas del Gobierno nacional tengan impacto favorable en la Provincia. “Llegó para hacer la revolución y hoy está colgado de los pantalones de Alberto”, comentan influyentes intendentes del PJ duro.

   La pandemia no sabe de estrategias políticas y se viene llevando todo puesto. Consciente de eso, la oposición macrista se encolumnó monolíticamente detrás de las políticas dispuestas por los gobiernos nacional y bonaerense “sin mezquindades ni egoísmos”.

   Como seguirá esta película no se sabe. Por ahora, Kicillof y Bianco coordinan tareas con la Casa Rosada, la ministra de Gobierno, María Teresa García, mantiene diálogo abierto con intendentes peronistas y opositores. La funcionaria armó un grupo de Whatsapp para establecer una comunicación las 24 horas y atajar toda clase de demandas que van desde cuestiones administrativas y reclamos por transferencias de recursos hasta obtener información en tiempo real de las decisiones ministeriales en el medio de la contingencia.