La cancha más torcida del mundo: la increíble historia del Deportivo Liniers, hoy en la B Metro
Un club del fútbol argentino jugó durante tres décadas en un escenario irregular y escandalosamente desproporcionado. Fue intimado por AFA en 2016 y ahora tiene todo “en regla”.
Probablemente los más chicos nunca hayan oído hablar del Deportivo Liniers, club que actualmente juega en la Primera B Metropolitana.
Se fundó en San Justo, Provincia de Buenos Aires, y por más de 30 años ha disputado sus partidos en el Estadio Juan Antonio Arias.
Sin embargo, el detalle más curioso de la historia de Liniers no reside en los títulos ni en los grandes logros deportivos (hoy está ÚLTIMO en la tercera categoría del fútbol argentino) sino en su campo de juego.
Desde 1987 en adelante, el equipo fue local en un terreno con curvas, sin que la AFA se percatara de semejantes irregularidades, porque el estadio se construyó de forma no reglamentaria, con la forma de un trapecio en lugar de un rectángulo. Esta anomalía, que ofrece ventajas para algunos jugadores, fue descubierta en 2016 gracias a imágenes satelitales de Google Maps. La AFA clausuró el estadio y el club tuvo que invertir para enderezar la cancha, que finalmente fue reformada y volvió a habilitarse en 2017.
Según FIFA, una cancha de fútbol debe tener entre 90 y 120 metros de largo y entre 45 y 90 metros de ancho. La medida oficial recomendada es de 105 x 70 metros, el estándar adoptado en las competiciones organizadas por la propiamente dicha FIFA.
Sin embargo, en el Juan Antonio Arias, estas reglas parecían no haber existido nunca: el escenario de la “Topadora” medía 95,46 metros de largo de un lado y 94,87 metros del otro. El área penal también se desviaba del estándar: mientras que tenía 38,80 metros de ancho de un lado, solo 36, 60 metros del otro. La discrepancia se repitió en el ancho de la cancha: 66,07 metros de un lado frente a 68,01 metros del otro.
Las diferencias eran tan extrañas que incluso los lados eran irregulares: en uno de ellos, la distancia desde la línea de fondo hasta el centro del campo era de 48 metros, mientras que en el otro era de 54. En otras palabras, medidas completamente fuera del “común” para un campo de fútbol oficial.
“Ventajas” inesperadas
--La forma irregular de la cancha creaba situaciones de juego inusuales. Por ejemplo, si un arquero disparaba un tiro recto hacia el arco contrario, la pelota se desviaría por la línea de fondo opuesta.
--La particularidad del campo de juego facilitó la consecución de goles olímpicos, con el jugador Silvio Fuentes anotando cinco en un solo campeonato.
--Los jugadores del club, incluido Silvio Fuentes, se adaptaron al terreno y lo utilizaron a su favor, aprendiendo a aprovechar la irregularidad de la cancha.
La solución y el legado
Reparación del campo: tras la clausura, el club contrató a un agrimensor para la corrección y transformación del campo de juego a un polígono rectangular reglamentario.
Nuevo Estadio Habilitado: el 25 de febrero de 2017, la cancha de Liniers fue habilitada nuevamente tras las reformas, poniendo fin a casi 30 años de juego en un terreno irregular.
Historia y leyenda: la cancha torcida de Liniers se convirtió en una anécdota legendaria en el fútbol argentino, apodada como "la cancha más torcida del mundo".
Como un cuento de Dolina
Al igual que aquellas canchas descriptas por Alejandro Dolina en el cuento “Apuntes del fútbol en Flores”, con árboles en el medio del campo de juego y canillas escondidas entre el pasto, el estadio Juan Antonio Arias también poseía extrañas propiedades que alteraban el desarrollo de los partidos. La prueba más evidente: si uno de los arqueros sacaba desde su área con rectitud, potencia y precisión perfectas, la pelota no acabaría en el arco de enfrente —tal como indicaría la lógica— sino desviada por la línea de fondo.
Las leyes de la física y de la geometría se veían desafiadas por una traza en falsa escuadra que distorsionaba las medidas del campo para despojarlo de todo criterio de simetría rectangular. Un área, por ejemplo, medía 37 metros de ancho, mientras que la de enfrente dos más. A su vez, una misma mitad de campo tenía 48 metros de longitud de un lateral, aunque casi 54 en el otro. De esa manera, los arcos quedaban torcidos respecto de los corners, invitando a hacer goles desde una de sus cuatro esquinas, aquella en la que el ángulo ofrecía el coto olímpico.
Pero la diferencia con las del célebre cuento de las Crónicas del Ángel Gris residía en que esta última no era la consecuencia de una creación literaria, sino de la decisión de un club que así la inauguró a fines de 1987 en Justo Villegas, entre Villa Palito, Ciudad Evita y el barrio Gas del Estado, al sur de San Justo. El estadio Juan Antonio Arias, con capacidad para 3500 personas y en donde Liniers es local.
Liniers había sido despojado en los 70’ de su histórica cancha en Ciudadela Norte, sobre Gaona y General Paz, adonde inicialmente se corrió en 1945 después de intentos previos en el barrio que le dio su nombre y en Lomas del Mirador. La trashumancia lo llevó a encontrar otra oportunidad en ocho hectáreas de tierras fiscales a la altura de Villegas, en La Matanza, que le compra al Estado nacional a fines de 1983.
Según aquellos que intervinieron en la creación del Juan Antonio Arias, el club del oeste porteño-conurbano hizo un esfuerzo enorme para poseer nueva casa tras los desplazamientos anteriores. Así, moneda sobre moneda y sudor sobre sudor, se consiguió financiamiento y mano de obra para volver a tener una cancha propia, ya que la AFA amenazaba con desafiliarlo. Solo el insistente trabajo de socios, simpatizantes y allegados hizo posible cumplir con todos los requerimientos necesarios para que el estadio pudiera ser inaugurado cuatro años más tarde, en diciembre de 1987, ante Flandria, por la Primera C.
Aunque hubo un detalle que pasó inadvertido en las inspecciones: el de las medidas del terreno de juego.
Muchas canchas del fútbol argentino suelen tener declives verticales, como las reconocidas “panzas” a la altura de las áreas para agilizar el drenaje en los días de lluvia. Pero las irregularidades topográficas del Arias rayaban el surrealismo, ya desequilibraban las medidas hasta interferir en circunstancias sensibles del juego como corners, dada la angulación despareja, o en orsais que los jueces de línea no lograban observar ante la falta de referencias paralelas.
Lejos de ser secretos, los detalles del estadio de Liniers siempre fueron conocido en los círculos del ascenso, a tal punto que muchas personas la llamaban —más con cariño que ironía— “la cancha de los arcos torcidos”. Una nota de color en el folclore del fútbol criollo. Hasta que en octubre de 2016, la entonces denominada Comisión Normalizadora de la AFA intimó al club a enderezar las dimensiones desproporcionadas de su estadio, las áreas de tamaños diferentes, los arcos torcidos con respecto a los córners y la simetría ausente de una cancha torcida, montada sobre una falsa escuadra.
“Conseguir en esa época, años '80, ocho hectáreas a veinticinco cuadras de la plaza de San Justo, en pleno centro de La Matanza, y encima con título de propiedad en mano, no era poca cosa. No sé cuántos clubes humildes como el nuestro poseen algo similar, así que, lejos de criticar, lo valoramos muchísimo”, defendió Marcelo Gómez, presidente de Liniers cuando estaba en la Primera D y fue intimado por AFA en 2016.
Aquella intimación de la AFA en 2016 tomó por sorpresa no sólo a Liniers, sino también a toda la D, ya que el estadio era utilizado por Yupanqui y el Deportivo Paraguayo, entre otros equipos. Así que reordenaron las arcas y movieron voluntades para conseguir ochenta camiones de tierra, depositarla en el terreno, luego nivelarlo con máquinas y, finalmente, lo más sensible: demarcas las líneas de la cancha, esta vez de manera recta y correcta, para enderezar aquellos arcos del Arias de San Justo, que a partir de ese entonces quedarán torcidos únicamente en una leyenda del pasado.
Hoy Liniers pelea por mejorar su presente futbolístico (actualmente se encuentra en los últimos puestos de la categoría), pero su estadio ya quedó en la historia como “la cancha más torcida del mundo”, un verdadero monumento a la irregularidad futbolera.