Bahía Blanca | Domingo, 28 de septiembre

Bahía Blanca | Domingo, 28 de septiembre

Bahía Blanca | Domingo, 28 de septiembre

En modo educación

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Septiembre está plagado de efemérides vinculadas a la educación; hay celebraciones y conmemoraciones: día del/la secretario/a, de la Recuperación de la Educación Técnica, de la Alfabetización, del/a auxiliar, del/la maestro/a, del/la bibliotecario/a, de los Derechos del/a Estudiante Secundario, del/la profesor/a, del/la psicopedagogo/a, del/la preceptor/a, del/la estudiante, del/la rector/a.

También en septiembre se conmemora el aniversario de la “Masacre de Carmen de Patagones”, suceso que reveló que en Argentina sí había bullying,

Por lo tanto, es imperativo en el último domingo del mes,  destinar este espacio para pensar y reflexionar sobre qué es la escuela 

Generalmente al decir “escuela” rápido vienen a la mente imágenes del edificio al que se concurría, ya sea primario o secundario. Sin embargo, la escuela es mucho más que el edifico, pues es además una construcción con rituales a veces incuestionados, con reglas, con materiales y con personas.

Sí. La escuela es una construcción colectiva, que no surge sola, ni de forma espontánea. Para pensar “qué es la escuela” vale retomar los aportes de Silvia Duschatzky. Para la Licenciada en Ciencias de la Educación, la escuela va más allá del aspecto edilicio y trasciende el espacio para la transmisión de saberes; es el lugar donde se construye la experiencia de lo común, donde lo inesperado irrumpe, pero permite nuevas posibilidades de pensamiento y también de acción.

En tiempos de velocidad excesiva , de sobreinformación, de generación constante de contenidos. ¿Cuál es lugar de la escuela? ¿Cuál es su sentido en este contexto? ¿Qué se lleva cada alumno al finalizar una jornada? ¿Qué le queda?

Basta con un dispositivo para acceder a datos, a información presentada al ritmo de TikTok. Por lo tanto, la escuela debe ser el lugar de la pausa, donde prevalezca el fondo por encima de las formas, donde menos información puede significar más profundidad, donde la reflexión con lo otros, mirando a los otros y no centrados en una pantalla, sea una actividad portadora de sentido.

La escuela debe ser un espacio para interrogar, para experimentar, para equivocarse y reformular, sin automatismos, sin protocolos rígidos,  donde hay lugar para lo que “no encaja”, para lo distinto y lo diverso. Donde la etiqueta se diluye y da lugar a lo posible, donde nuevas formas de relación con el conocimiento y con los otros generan afecto, producen afectación.

En tiempos de desmoronamiento social, la escuela se reviste de poder porque es la institución generadora de lazo por excelencia, lazo con el conocimiento y con los otros. 
En tiempos donde se arremete contra “público” es imperioso que la escuela tome posición frente a la sociedad, frente a los otros y así misma. 

En tiempos turbulentos e inciertos la escuela no queda ajena. Aún colmada de interrogantes,  sigue siendo el escenario de cuidado, de refugio y de posibilidad; y es el compromiso de la escuela lo que permite que aquellos más vulnerables puedan sentir que no están solos, que hay cobijo y que otra realidad es posible. 

Obviamente no es fácil, no es sencillo; el presente cachetea y hay que atravesar esta complejidad. Pero aún, en las situaciones más adversas, siempre desde la escuela, se puede construir algo transformador y esperanzador para muchos/as.