De Tomasi y cómo es dirigir en Bolivia: su cultura, la altura y hasta el fuego en el vestuario
El DT bahiense está al frente de Pichincha de Potosí, donde juega Valentín Duvanced, otro de nuestra ciudad.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
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Una experiencia completamente diferente dentro de la cancha, en el aspecto deportivo, y fuera, desde lo cultural, está viviendo por estos días en Bolivia el entrenador Lisandro De Tomasi.
Al frente de Pichincha de Potosí, el bahiense se encuentra en plena definición del torneo que completará, en esta etapa, 12 juegos en 15 días.
-¿Con qué te encontraste?
-Como primera experiencia internacional es enriquecedora por donde la mire. Desde lo deportivo, de abrir el mercado al exterior, conocer otra cultura... Lógicamente conocer otra competencia hace valorar mucho más la competencia, el trabajo dirigencial, de los entrenadores y jugadores de Argentina. Permite visualizar un montón de cosas que uno las escuchaba, pero no había vivido en primera persona.
-¿Cómo es el club Pichincha?
-El club representa al Colegio Deportivo y Cultural Pichincha. Toda la comisión directiva son profesores, exalumnos, la presidenta es la directora del colegio, la banda va a todos los partidos y es parte de nuestra hinchada, al estilo universitario.
-¿Y qué objetivo persiguen?
-La comisión lleva un año y el objetivo era ganar el campeonato. Hoy estamos peleando por eso. Después de un momento de turbulencia antes de mi llegada, con la renuncia del entrenador anterior. Hubo que encaminar varias cosas.
-¿El representar a un colegio le da un perfil diferente a la estructura deportiva?
-Acá el clásico es Calero, que también es un colegio, pero también están, entre otros, Nacional y Leones de Potosí. En algunos clubes hay mucho apoyo de la minería, que es la principal actividad. En nuestro caso, al representar al colegio, tenemos muchos seguidores, de hecho, somos el equipo con más hinchas.
-¿Los jugadores son profesionales?
-Los que están en mi equipo son todos profesionales. Varios integran la selección de Bolivia. El equipo fue mutando, porque durante la fase regular te permiten un extranjero y cinco nacionales. Y cuando comienzan los playoffs se pueden incorporar dos extranjeros y un nacional más. Me pasó que los dos jugadores más importantes, Milos Petkovic y Jesús Celmar, el base de la Selección, se lesionaron. Entonces, hubo que ajustar. Y pude traer a Facundo Sanz, Valentín Duvanced y Juan Bello.
-¿Cómo es el nivel?
-Claramente es un nivel inferior a la Liga Argentina. Los equipos que pudimos reforzarnos para los playoffs terminamos siendo muy competitivos, algo que no sucede tanto durante la fase regular. Hay una reglamentación que durante todo el torneo tiene que estar en cancha un oriundo de la ciudad. Entonces, hay equipos que tienen oriundos con más experiencia y otros como el nuestro que son jóvenes. Por esto, tenés que manejar los cambios en relación a cuatro puestos. Eso hace que no siempre puedas levantar el nivel con las rotaciones.
-¡Qué condicionante!
-Sí. Permite oportunidades a los oriundos y los hace jugar. Sí tenés tres extranjeros, de los cuales solamente pueden estar dos en cancha. Hay que tener mucha muñeca para poder manejar las rotaciones, porque si uno comete algún error, hay multa.
-Por encima de abrirte una puerta internacional, ¿considerás que es un mercado donde se puede construir algo mejor o más bien te va a beneficiar individualmente para continuar desarrollándote?
-Es un poco lo que vine a buscar: retomar el ejercicio de volver a dirigir, el timing, el estar frente al equipo. Llevaba un tiempo sin hacerlo, después de tomar la decisión de no continuar en Pico. Tuve algunas oportunidades previas que no se concretaron y se extendió el tiempo sin dirigir. Después, también, abrir el mercado, conocer jugadores, interactuar con otra cultura y diferente competencia. Hasta ahora está siendo muy productivo en todo sentido. También, obviamente, desde lo económico. Y la intención es posicionarme para un futuro club. Estoy expectante de cara a lo que viene.
-¿Te arrepentiste en algún momento de haber renunciado en Pico?
-No. Estoy convencido de la decisión, porque no estaba cómodo, no compartía ideas y manejos en la temporada que había arrancado. Sí confiaba que iba a tener más rápido posibilidades de trabajar. Se extendió más de lo pensado. Pero bueno, como tener el bolsito armado es parte de nuestro trabajo, también lo es aceptar algunos períodos largos sin dirigir. De hecho, hoy hay varios entrenadores que se quedaron sin mercado. No es tan fácil el mercado para los entrenadores.
-¿Cómo te llevás con la altura?
-Y... Por momentos me falta el aire. Cuesta. Estamos a 4.035 metros de altura. El otro día fuimos a Sucre, que bajamos a 2.000 metros y cuando volvimos, por un camino sinuoso y sumado a que las rutas no son buenas, llegué descompuesto y sin poder dormir. Además, hace mucho frío.
-¡Mirá!
-Sí. Acá en Potosí es difícil convivir con la altura y el frío. De hecho, yo dirijo con un camperón, calza larga, doble térmica... Los jugadores prácticamente no transpiran. En el vestuario improvisamos una calefacción un tanto artesanal: tiramos alcohol en el piso y prendemos un poco de fuego.
-¡Nooo! Je. ¡El oxígeno!
-No, no, je. Es para calentar un poquito cuando entramos. También, cuando llegamos nos consiguieron coca para masticar, nos preparamos te de coca, nos dan alguna pastilla para no sufrir tanto la altura, porque sentís dolor de cabeza, falta de aire... Todo eso lo vivencié fuertemente la primera semana.
-Es decir, en el día a día todo esto te recuerda que estás lejos de la zona de confort de tu casa. ¿Lo aceptás y vivís como una experiencia muy diferente en un todo?
-Tal cual. Previo a venir algunos entrenadores me habían advertido de estas cuestiones. Y respecto de la cultura, en general, la comida es mucho frito, cuesta encontrar lugares donde comer sano, así que es lo que más se está extrañando.
-¿Cómo se está viviendo el bicentenario de Bolivia? ¿Hay fiesta?
-Uuuyyy, todos los días. Nos tocó estar en Sucre el día de los 200 años, por lo cual la ciudad estaba preparada para recibir mandatarios, de hecho vimos al presidente. Fue lindo vivirlo en Sucre. Y vivenciar un montón de cuestiones que tienen que ver con su cultura, bailes y costumbres. Fue una semana de festejos.
-¿Hay algo muy marcado en cuanto a diferencias?
-Se ve mucha gente con carencia y vendiendo lo que se te ocurra. Eso y el tránsito, que es caótico.
-¿El básquet es una isla dentro de este contexto o también lo atraviesan las carencias y falta de cultura deportiva?
-Hay mucho para desarrollar desde lo deportivo, en cuanto a la gestión, logística y, tal vez, muchas veces la falta de organización termina en improvisación. Es algo que intenté atacar desde que llegué, tratando de ordenar viajes, rutinas de entrenamiento, horarios, porque había una cultura de no llegar a horario, entonces, a partir de multas acomodamos al equipo. Con otras experiencias, sin que suene mal, uno puede aconsejar a los dirigentes y educar a los jugadores.
-¿Hay receptividad?
-En mi caso, siento que se me escuchó en muchas de esas cuestiones y también los dirigentes se sintieron cómodos en ciertos manejos. Eso afianzó rápidamente la relación, más allá de un resultado deportivo.
El miércoles Lichi finalizará esta particular y el viernes regresará a la ciudad. ¿Será con un título bajo el brazo...?