Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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Viñedos y las mejores lagunas para pescar pejerreyes: el destino olvidado que comienza a resurgir

Esta zona de la Provincia ofrece una experiencia distinta, profunda y auténtica que resulta ideal para una escapada de fin de semana en cualquier estación del año.

Entre el mar y la llanura, existe un rincón del sudeste bonaerense donde la tradición gaucha sigue latiendo en cada calle de tierra, cada estancia centenaria y cada fogón encendido. Es un lugar donde el paisaje se abre sin límites y la conexión con lo natural y lo auténtico cobra un nuevo sentido, ideal para quienes buscan una escapada distinta.

Allí, los días transcurren al ritmo del campo: se pesca en lagunas tranquilas, se degustan productos artesanales, se celebran fiestas criollas y se respira historia en cada posta rural. Viñedos emergentes, reservas naturales y una fuerte identidad cultural convierten a esta zona en un destino encantador para descubrir en cualquier época del año.

General Madariaga se consolida como un destino clave del turismo rural bonaerense. Con paisajes únicos, fiestas criollas y sabores del campo, esta joya del sudeste provincial invita a reconectar con la naturaleza y la historia en cualquier época del año. Una escapada ideal para descubrir el alma gaucha de la región.

En General Madariaga el gobierno de Axel Kicillof inauguró el nuevo edificio de la Escuela Secundaria N°5, que llevó una inversión de $456 millones. Las obras permitieron que la escuela “Argentino Luna” tenga su propio edificio para albergar a 314 estudiantes en ambos turnos. 

Las instalaciones cuentan con seis aulas, laboratorio, biblioteca, SUM, cocina y patio. El establecimiento inaugurado en Madariaga es del edificio educativo N°259 construido  en la Provincia desde el inicio de la gestión.

Un pueblo criollo que combina naturaleza, historia y vino

Ubicada en el sudeste bonaerense, General Madariaga ofrece un entorno rural lleno de vida y tradición. Con más de 22.600 habitantes y un ritmo apacible, el partido combina paisajes naturales, actividades culturales y una creciente propuesta enoturística que la transforma en una escapada perfecta para todo el año.

Viñedos y sabores con identidad local

En los últimos años, la zona incorporó bodegas boutique que aprovechan su clima templado y suelos fértiles. Un ejemplo clave es la llegada de la Bodega Gamboa —originaria de Campana—, que plantó cepas de Pinot Noir y Chardonnay en 6 hectáreas para producir vinos sustentables de alta calidad. La iniciativa busca posicionar a Madariaga como un nuevo polo del enoturismo bonaerense.

Además, la Ruta Turístico-Gastronómica ofrece productos locales como quesos, embutidos, cervezas artesanales y kiwis, entre ellos los de Macedo, donde se celebra cada mayo la Fiesta Regional del Kiwi. Dillon, la primera fábrica cervecera del partido, produce 1.200 litros diarios con variedades rubia, negra, roja e IPA.

Naturaleza viva y lagunas para explorar

Con más de 67 lagunas registradas y una vasta red de humedales, General Madariaga es un paraíso para quienes disfrutan de la pesca, la observación de aves y el turismo de naturaleza. La laguna Salada Grande, que limita con General Lavalle, se destaca como Reserva Natural y Refugio de Vida Silvestre, ideal para avistar fauna y practicar pesca de pejerrey, tararira o mojarra.

Patrimonio criollo e historia rural

El pueblo fue fundado en 1907 por el hacendado Benjamín Zubiaurre, y en 1910 adoptó el nombre de General Juan Madariaga en honor a un militar correntino. Su historia está marcada por las estancias, como El Tala o La Florida —ligadas a las campañas de Rosas y a familias tradicionales como los Anchorena—, que hoy mantienen viva la arquitectura y costumbres del siglo XIX.

Uno de los espacios más visitados es “La Invernada”, antiguo puesto restaurado por el municipio, donde se celebran concursos de asadores, mercados rurales y visitas guiadas que recuperan la memoria local.

Cultura viva todo el año

General Madariaga ofrece actividades durante las cuatro estaciones: rutas de campo en Juancho y Macedo, ferias gastronómicas, museos como el Histórico del Tuyú o la Casa Museo Laten K Aike, y el icónico tren turístico que une con Pinamar en temporada alta, reviviendo el espíritu ferroviario de antaño.