Bahía Blanca | Lunes, 23 de junio

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El puntaltense que salvó a dos nenes de ahogarse en una playa rionegrina

La valentía y el profesionalismo de Sebastián Moreira, un cabo primero de la Armada, le permitieron revertir un hecho que pudo ser trágico en una anécdota.

Fotos: Gaceta Marinera y Turismo Río Negro

El mar exige respeto y un hombre formado en las artes marineras lo sabe. Tal es el caso del puntaltense Sebastián Moreira, cabo primero de la Armada Argentina, quien días atrás intervino en un valiente rescate de dos nenes y un adulto en una playa rionegrina.

Ocurrió en Punta Perdices, un balneario en el puerto de San Antonio Este, a unos 65 kilómetros de Las Grutas, que sorprende por su arena blanca y aguas de color turquesa. Y aunque se trata de un destino apacible, quienes conocen la zona aseguran que tiene “características traicioneras” que pueden tornarla al menos riesgosa.

Eso les sucedió a una nena y un nene de unos 10 años y al familiar que intentó ayudarlos, cuando los tres quedaron atrapados por la marea y sin poder regresar a la orilla.

Ahí intervino el joven marino puntaltense de 28 años, que en un viaje al sur con su mujer Milagros y su hijo Ciro habían aprovechado para hacer una parada y conocer el balneario al que todos apodan el Caribe patagónico.

“La marea estaba bajando y empezamos a escuchar gritos de auxilio de estos chicos que estaban siendo arrastrados por el mar. Había un grupo de personas mirando a unos 40 metros y nadie atinaba a hacer algo”, cuenta Sebastián, que sin pensarlo dos veces corrió hacia el agua.

Mientras corría a socorrerlos, le pidió prestado un barrenador a un nene y lo utilizó para poner a flote a los dos primitos que se ahogaban. “Nadé hasta donde estaban y me tiraban manotazos para agarrarme porque se hundían. Agarrados de la tabla pataleamos juntos hasta la arena”, cuenta.

Sebastián también ayudó a otro turista con un kayak para que sorteara la rompiente y llegara a salvar al adulto. Gracias a la intervención de Moreira, las tres personas se pusieron a salvo.

No me considero un héroe. Simplemente hice lo que cualquier persona con mi experiencia hubiera hecho. Vi que nadie se animaba y no dudé en actuar”, asegura.

El joven militar siente que su preparación profesional lo impulsó a llevar a cabo ese acto de valentía, en medio de una situación peligrosa. Y demostró que su vocación de servicio pudo marcar la diferencia.

“En los diferentes adiestramientos que hemos tenido dentro de la Armada, siempre se nos inculca que hay que utilizar el material que tenemos a mano para solucionar una situación de riesgo. Hice lo primero que se me vino a la cabeza”, relata Sebastián.

Asegura que no esperaba tanta repercusión: “Después de esta situación, nos fuimos porque no quería tanta atención. Hice lo que tenía que hacer”.

Sobre la playa, considera que es un balneario de bastante riesgo para los turistas desprevenidos y que no conocen bien cómo se comportan allí las aguas: “Hay un sector donde el mar se retira y deja unas piletitas, pero del otro lado la marea baja y sube con mucha fuerza y muy rápido”. También cuenta que hasta ese día no había guardavidas.

Además de ser militar, como su padre, Sebastián también jugó de central en la primera división del Club Rosario Puerto Belgrano y en el seleccionado de la Liga del Sur, pero tuvo que dejar el fútbol cuando le tocó viajar con la fragata ARA “Libertad”.

Como cabo primero con la especialidad peluquero, formó parte de la dotación de la en las dos últimas navegaciones por distintos puertos del extranjero. Este año, fue destinado a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Puerto Belgrano, donde debe presentarse en febrero.

Tras varios años residiendo en otras ciudades, ahora que vuelve a Punta Alta va a retomar la práctica de su oficio: “Seguro que voy a reabrir mi peluquería en el garaje de casa. Clientela ya tengo”.