Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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La biblioteca Rivadavia plantea alternativas para subsistir

A pocos días de cumplir 142 años de existencia, la histórica institución bahiense continúa con sus dificultades de funcionamiento debido a la falta de recursos.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.
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Audionota: Mariano Muñoz

“Es una carencia tan vieja como la gripe”. De esa manera se refería un directivo de la biblioteca Rivadavia en 1926 al señalar desde cuando la falta de recursos era la principal dificultad que enfrentaba la institución desde su fundación, en 1882. 

“Desde los primeros tiempos, es el problema que enfrentamos”, agregó. 

Ese mismo año, 1926, se había comenzado a solucionar la segunda gran carencia --la de disponer de una sede adecuada--, con el inicio de la construcción del monumental edificio de avenida Colón 31, obra posible gracias al dinero aportado por Luis Caronti, uno de sus fundadores.

Cuando el 16 de julio de este año la biblioteca cumpla 142 años, es seguro que sigue enfrentando la misma dificultad: los limitados recursos con los que cuenta para su sostenimiento. 

“Vivimos una situación altamente preocupante”. Así lo manifiesta hoy el presidente del Consejo Directivo de la Asociación Bernardino Rivadavia, el agrimensor Jaime Linares, quien a sus 73 años de edad se ha puesto al hombro la ardua tarea, junto al resto de los directivos y empleados, de mantener en funcionamiento el espacio cultural más destacado de la ciudad.

Linares, que fue durante 12 años (1991-2003) intendente municipal y ocupó luego cargos de diputado provincial y senador nacional, sabe que las bibliotecas populares como la que preside han perdido protagonismo ante los avances tecnológicos y los recursos hoy disponibles en materia de acceso a información, con lo cual hay una idea de cómo adecuar el funcionamiento de la institución a la actual demanda y de esa manera generar una reducción de los costos.

“En general las bibliotecas populares vienen en declive frente a las nuevas herramientas que existen. Por eso creo que vamos a una tendencia de tener menos carga horaria, de funcionar menos horas, pensando en ser utilizada por investigadores o por quienes retiran libros”. 

Esta planificación apunta a ser implementada en los próximos dos años, a partir de la jubilación de parte del personal y con la posibilidad de reordenar la cantidad de empleados.  

Un poco de todo

Los ingresos que percibe hoy la biblioteca provienen de los asociados, del alquiler de un inmueble en avenida Colón 50 y del uso del auditorio ubicado en el primer piso de la sede.

Acaso el costo más importante que registra es en materia de sueldos, con el personal afiliado a UTEDYC (Trabajadores de entidades deportivas y civiles), cuyos ajustes salariales no guardan concordancia con los aportes que percibe la institución.

A falta de otros recursos, la biblioteca fue clave para la educación de muchas generaciones

“La realidad es que no podemos seguir ese ritmo de aumentos. En mayo del año pasado pagábamos 3 millones de pesos de sueldos y este año estamos en los 9,5 millones. Esto sin contar las cargas sociales que representan un 30% más”, detalló Linares. 

La cuota de socios está en $ 5.000 los mayores y 2.500 los menores, sumando unos 1.800 asociados. Este ingreso, sumado a los cobros mencionados, apenas se equiparan con los gastos.

“Por eso digo que el panorama es complicado. Ahora necesitamos actualizar los montos de los convenios que tenemos con la municipalidad y esperamos que, de cara al bicentenario de la ciudad (en 2028), podamos lograr acuerdos más amplios”, añadió.

En cuanto al aporte del sector empresarial, Linares mencionó que el mismo se verifica cuando la biblioteca encara alguna obra puntual.

“Con las empresas podemos contar en algo circunstancial, por caso la obra que tenemos pensada de colocar un ascensor para acceder al auditorio. Pero el tema más preocupante es tener asegurados los ingresos para cubrir los gastos corrientes. Eso es lo más difícil de conseguir”.

A partir de este panorama, que no es nuevo sino que, como se dijo hace 98 años, “es viejo como el resfrío”, es que se considera adecuar el funcionamiento de la institución a los recursos reales, esto es disponer de menos horas de atención y así asegurar la continuidad del servicio que se presta. 

La segunda, la primera

En junio de 1931 la Revista de arquitectura –editada en Buenos Aires-- dedicó seis páginas a mostrar el flamante edificio de la biblioteca. 

En la publicación menciona que la obra resulta interesante “por tratarse del primer edificio proyectado especialmente para biblioteca de nuestra República”. Si bien la aseveración tiene algo de cierto, no lo es en su totalidad. 

Sucede que cuando en 1890 la biblioteca recibió en donación un terreno en Moreno 80, cedido por la municipalidad, realizó una suscripción popular que le permitió reunir 9 mil pesos y construir un edificio nuevo,

“minuciosamente estudiado” para funcionar como tal. Fue entonces esta sede la primera del país en ser pensada con ese destino.

No es el Titanic

Es habitual cuando una empresa se encuentra en una situación delicada, hacer referencia al Titanic, el mítico trasatlántico que se hundió en abril de 1912.

Jaime Linares, sin embargo, no utiliza esa comparación, sino que define a la biblioteca como “un portaviones”, una base de donde despegar o aterrizar. Al mismo tiempo manifiesta su voluntad de seguir trabajando a favor del lugar. 

“Tengo un compromiso casi generacional y espero no bajar nunca los brazos”.