Bahía Blanca | Domingo, 06 de julio

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El temporal y los mitos: ¿cómo y porqué se instalaron miles de falsas víctimas?

¿Qué pasa cuando la opinión pública rechaza la verdad? Se impone la noticia deseada; la que la opinión pública elige creer. Es una de las especulaciones sobre uno de los inesperados rumores instalados a poco de ocurrido el temporal..

Foto: Archivo La Nueva.

No hizo falta crear una fake news, ni generar titulares en los portales locales ó del país. El rumor se instaló de inmediato, apenas pasó el temporal, antes de que se tuviesen siquiera precisiones de los daños generados: se decía que había miles de muertos, en todos los barrios de la ciudad, aplastados por árboles, debajo de automóviles, electrocutados. Nadie los vio, pero a la simple especulación se sumaron también los supuestos dichos de médicos, de camioneros, de taxistas, de madres. Había muertos y desaparecidos, por doquier. Se sabía, con certeza y evidencias, la tragedia ocurrida en Bahiense del Norte. Un paredón cayó sobre una tribuna donde un grupo de personas se aprestaba a disfrutar de un festival de patín, trece muertos, terrible.

¿Qué empujaba ese convencimiento de miles de bahienses? ¿Qué los llevó a asumir que había una suerte de confabulación inmediata entre autoridades municipales-provinciales-nacionales, directores de hospitales, funerarias, morgues y testigos para no dar a conocer la existencia de supuestos muertos? ¿Era para evitar responsabilidades? ¿Una estrategia de las compañías de seguro? ¿Tratando de no causar pánico? Ninguna de esos supuestos tenía sustento alguno. Pero la creencia se imponía y se multiplicaba.

Miguel Wiñazky: "Creer algo contra toda evidencia" 

Lo que estaba ocurriendo en realidad es algo “tan antiguo como la historia”. Así al menos lo asegura el periodista, docente y licenciado en Filosofía Miguel Wiñazki, consultado por este medio sobre esta llamativa situación que él supo describir en su libro “La noticia deseada”, publicado en 2014.

“Esta invención es una reacción propia del inconsciente colectivo. Es una noticia que se desea tener y que se sustenta en contra de toda evidencia. Es una fabulación, una construcción que es tanto más potente cuanto más truculenta es la hipótesis que se elabora. Es seguramente lo que ocurrió con el temporal en Bahía Blanca, creer que hay muertes cuando ningún dato así lo manifiesta y esa especulación se propala  con mayor fuerza que la verdad”, detalla.

Lo curioso en este caso es que ningún medio habló “supuestas muertes ocultas”, como si fueran parte de esa “confabulación”. En este caso “la noticia deseada” o esperada no formó parte de los medios, que no especularon con eso para atraer lectores. Pero la gente no necesitó verlo publicado.

“La verdad a veces es más desangelada que la leyenda o que la mitología popular. La noticia deseada es una superstición y, como tal, es poderosa. Y si hay asesinados que no fueron asesinados, muertos que están vivos y fantasmas que no existen la creencia será aun más profunda, porque forma parte del inconsciente colectivo, es tan antiguo como la historia, es el deseo por sobre la realidad, es la sustitución de la realidad”, agrega Wiñazky.

Quizás, porqué

Hay un detalle que parece “justificar” que se especulara con más muertos y heridos: el devastador panorama que dejó el temporal. ¿Cómo es posible que hayan caído 14 mil árboles en las calles sin generar un solo herido? ¿Cómo tantos autos aplastados, carteles volados, cables sueltos en un horario de gran circulación de personas sin que nadie resultara lastimado? ¿Cómo tantas fiestas organizadas en clubes y entidades y ninguna había comenzado?. Es aceptable pensar que la cantidad de víctimas no se condice con lo ocurrido, al punto que de no haber ocurrido la desgracia de Bahiense del Norte posiblemente ni siquiera se hablaría de una “tragedia”.

Pero la realidad es que cayeron miles árboles sin tocar a nadie. Cuando hubo casos recientes en nuestra ciudad, como el de una madera arrastrada por el viento que impactó de manera mortal en la cabeza de una mujer que caminaba por la vereda y el de una rama desprendida de un árbol en el instante preciso en que una niña de 15 años pasaba por el lugar. ¿Destino? ¿Milagro? En ambos casos, por definición, se debería admitir una presencia Divina, una voluntad superior que establece y determina ciertas acciones y efectos. Una existencia que no dejaría de ser una creencia con todos los condimentos de una noticia deseada, de una especulación, de una leyenda.