"Veranito" cambiario: sin cambios a la vista, nada es para siempre
Si el gobierno quiere que la economía crezca en 2025, necesitará resolver cuestiones clave.
Licenciado en Economía por la UNS y periodista económico con 16 años de trayectoria en La Nueva. A la largo de su recorrido profesional, se ha especializado en el seguimiento de los grandes problemas de la economía argentina y sus posibles implicancias para la bahiense, con una mirada local.
También se desempeña como profesor de los niveles secundario, formación profesional y terciario en Economía Política, Administración y Contabilidad.
El “veranito” cambiario goza de buena salud y, dólar estable mediante, todo indica que los mercados “la ven”. Sin embargo, cuando pasen los efectos del blanqueo de capitales y sin acuerdo con el Fondo u otros organismos a la vista, el clásico problema argentino de la falta de divisas que financien la recuperación económica, como las películas que la TV abierta pasa todos los sábados o domingos por la tarde, volverá a aparecer.
Sin señales claras con respecto al futuro económico (la salida del cepo no tiene todavía fecha cierta y las declaraciones de los funcionarios y del propio presidente son erráticas) tan sólo una recuperación económica famélica permitiría sortear contratiempos cambiarios.
Es que el crecimiento de una economía como la Argentina, importante demandante de divisas para abastecer al mercado interno a través de insumos y energía, afecta en forma negativa a la cuenta corriente (diferencia entre exportaciones e importaciones), que ya sumó dos meses de déficits: 730 millones de dólares en julio y U$S 3.160 millones en agosto, de acuerdo con datos del BCRA.
La clave radica en una variable muy significativa para la economía argentina, como lo es la elasticidad de las importaciones. La misma mide la reacción de las compras externas producto de la mayor actividad económica y, según datos del Banco Mundial, entre 1960 y 2021, por cada punto de aumento del PBI, las importaciones argentinas crecieron 3,2 veces en promedio.
Tomando como referencia a la elasticidad de importaciones, cálculos privados descuentan que la expansión del 5% de la economía para el año que viene prevista en el Presupuesto, no es para nada compatible con un supéravit de cuenta corriente de 20.748 millones de dólares.
Por ahora, el ingreso de dólares por efecto del blanqueo de capitales y su posterior reciclaje en préstamos para privados (empresas, sobre todo) en la misma moneda, asegura que estos se conserven dentro del circuito bancario, lo que incide de forma positiva en las reservas del BCRA. Es que los bancos deben dejar inmovilizados un porcentaje de esos dólares en una cuenta corriente especial en la autoridad monetaria (encajes), de modo que pasan a engrosarlas.
Pero la pregunta, dado el descontado auge importador producto de la liberalización del comercio exterior que pretende el gobierno y la aludida reacción por la recuperación económica, es qué va a pasar cuando los efectos del blanqueo se vayan disipando en el tiempo.
“Cuando los efectos positivos del blanqueo y sus efectos colaterales empiecen a ceder, el problema de los flujos externos volverá a plantearse”, asegura Jorge Vasconcelos, economista del Instituto Argentino para el Estudio de la Realidad Latinoamericana (Ieral), de la Fundación Mediterránea. Al hablar de flujos externos, Vasconcelos alude al ingreso y egreso de divisas por exportaciones, turismo receptivo y emisivo y, sobretodo, importaciones.
La baja del gasto público medido en dólares juega a favor. En ese sentido, datos del Ieral hacen notar que, tomando el promedio mensual de julio y agosto de 2024, la cifra anualizada de erogaciones estatales apunta a 104 mil millones de dólares (al tipo de cambio oficial), cuando el anualizado de 2015 se ubicó, en moneda constante, en los 214 mil millones de dólares. Traducido, el ajuste de Milei implica menos consumo de dólares, ya que el sector público es un importante demandante de bienes no transables (no exportables), pero con elevado componente de insumos importados.
“Hoy tenés superávit fiscal y un gobierno decidido a sostenerlo, a diferencia de lo que pasaba con Macri. Así, los dólares que ingresen van a ir a la economía real a través de inversiones, porque el Estado ya no necesita que le financien el gasto público excesivo, como casi siempre ha pasado a lo largo de nuestra historia. Pero para que esas inversiones vengan, hay que sacar el cepo y hasta ahora, no hay claridad en ese sentido”, dijo Fausto Spotorno, de Orlando Ferreres & Asociados, a medios capitalinos.