Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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Fuerza Bruta Wayra, o ese lugar originario que casi nunca visitamos

Reflexión al otro día de atravesar la experiencia de Fuerza Bruta Wayra en el Dow Center

 

¿Es imperdible el espectáculo Fuerza Bruta Wayra? Capaz no. Son pocas las cosas imperdibles en la vida si es que hay alguna.

Fuerza Bruta Wayra es sí un espectáculo de una perplejidad brillante. Uno no entiende lo que pasa desde que arrancan los tambores y el estribillo que se pega en el cerebro capaz para siempre ¡Wayra será!; ni por qué una brujas vuelan sobre las cabezas, un hombre de traje blanco atraviesa corriendo como un loco paredes de ladrillos, solo para seguir corriendo, un hamster humano sin sentido, o peor con el sentido de la voluntad existencial que no lo deja detenerse, porque si se acuesta lo acunan sueños que de pronto son pesadillas que lo rodean y gritan en un infierno rítmico que desata una DJ que hace sonar sirenas, moja a la gente levemente y la arenga.

Estas cosas y otras son la perplejidad de la que está construido el espectáculo que por estos días se puso en marcha en el Dow Center bahiense. Y es esa perplejidad la que cae sobre el espectador como una carpa que lo aísla, como si de pronto el mundo se resumiera a ese espacio sin las normas de la lógica (¿una forma brutal de poesía?) y ya no hubiera otra cosa que Wayra y su música estridente, sus gritos demenciales y sus luces que por momentos parecen surgir como serpientes brillantes desde adentro del aire o del agua que cuelga sobre las cabezas y donde reptan seres que se dejan fluir.

Y entonces (en realidad muy rápidamente), se produce una conexión entre los artistas que hacen, sin explicar, y los presentes que disfrutan sin entender, un disfrute originario, el disfrute de bailar alrededor de un fuego, gritando, dejando salir eso que hacía mucho que no salía y, entonces por una hora y media, solo existe Wayra y la perplejidad de reencontrarse de pronto con un lenguaje ancestral que uno había olvidado.

Junto a mí, había una mujer de entre 60 y 70 años que se movía al límite de sus articulaciones, al otro lado unas chicas de no más de 18 que saltaban con los tambores, adelante, gente de 50 que levantaba las manos para seguir el rito, por allá parejas veniteañeras alegres en el asombro. Todos ellos, cada uno de ellos, tan distantes entre sí en estos tiempos, atravesados de pronto por un mismo entusiasmo casi tribal. 

¿Es Fuerza Bruta Wayra un espectáculo imperdible? No. Nada es imperdible. Basta con decir que Fuerza Bruta Wayra es un momento fuera del tiempo que es mucho mejor no perderse que perderse.