Commodities: ¿son extraordinarios los precios actuales?
El contexto inflacionario distorsiona el verdadero valor de los productos alimenticios. Por eso, ahora se concluye que en la mayoría de los casos los valores máximos se dieron en la década del 80.
Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com
Contra la percepción que podría inferirse en las últimas semanas, la mayor parte de los commodities agrícolas registraron valores máximos en términos reales mucho antes del corriente año.
Esta es la conclusión del estudio realizado por el equipo de economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), integrado por Alberto Lugones, Emilce Terre y Julio Calzada.
Entre los bienes analizados, sólo el trigo tuvo sus mayores registros en el corriente milenio, aunque lo hizo hace casi 14 años.
Hay una explicación para este fenómeno, que es necesario desglosar en forma segmentada.
“La ilusión monetaria es el efecto que se produce cuando los agentes se guían por variables nominales sin tener en cuenta las variables reales”, sostuvo Calzada.
“En este caso, se estaría haciendo referencia a la creencia de que los valores nominales actuales suponen los mayores valores históricos (o registros sumamente cercanos a ellos), mientras que verdaderamente se deberían experimentar aumentos superiores al 30 % en términos reales para alcanzar sus respectivos máximos”, añadió.
“La inflación hace mella sobre la percepción que tenemos del valor de las cosas y esta situación genera preocupación entre los diferentes países”, dijo.
“En el mercado de los commodities, en numerosas ocasiones se ha hablado de valores de elevada importancia, o barreras psicológicas como se le denomina en la jerga: la soja a U$S 600 por toneladas; el barril de petróleo a U$S 100 toneladas o el bitcoin a U$S 50.000 son claros ejemplos”, añadió Terre.
“Y es que estos números hacen mella en la conciencia de las personas cuando se asocian a fuertes variaciones en las cotizaciones, o a situaciones económicas positivas o negativas, adquiriendo el estatus de hitos en los mercados”, agregó.
Mientras tanto, Lugones señaló que —actualmente— se dan dos situaciones que invitan a realizar un análisis de largo plazo de los valores los commodities.
“Por un lado, tenemos que a lo largo y ancho del planeta numerosos países comenzaron a exhibir incrementos generalizados en los precios locales, reviviendo un fenómeno económico que se creía superado: la inflación”, explicó.
“Por otra parte, el fuerte rally alcista que se ha registrado en las cotizaciones internacionales de los bienes, como consecuencia de las tensiones en las cadenas globales de suministro, exacerbadas recientemente por la crisis ruso-ucraniana, y el recrudecimiento de las medidas de confinamiento en China por nuevos casos de COVID-19”, sostuvo.
A la hora de comparar los precios de un bien a lo largo del tiempo no pueden utilizarse las cotizaciones corrientes, ya que la inflación genera distorsiones en la percepción de los valores reales.
Teniendo en cuenta los hechos anteriores, desde la Bolsa de Comercio rosarino se plantearon la pregunta: ¿Cuánto subieron, en términos reales, los commodities agrícolas?
“A la hora de comparar los precios de un bien a lo largo del tiempo no pueden utilizarse las cotizaciones corrientes, ya que la inflación genera distorsiones en la percepción de los valores reales”, dijo Calzada.
“Por ejemplo, si comparamos el salario de un trabajador hoy respecto al que tenía hace tres años, seguro nos encontraremos con un valor nominal más alto, pero: ¿Cuánto aumentó el poder de compra de ese ingreso en términos reales?”, acotó.
“En un contexto donde el mundo se enfrenta a una agudización del proceso inflacionario, incluso cuando está muy lejos de revestir la gravedad que tiene en nuestro país, es importante analizar la serie de precios en términos constantes, ajustando los valores de los futuros operados en Chicago (y valuados en dólares por tonelada), por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Bureau de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos”, agregó Terre.
En soja
Sin los efectos de la inflación, la oleaginosa debería aumentar —de acuerdo con el estudio de la Bolsa de Comercio— más de un 24 % para alcanzar los valores registrados en el año 2012.
Sin embargo, el máximo de esta serie se encuentra en 1983.
El resumen indica que, a partir de 1982, la tendencia de largo plazo de la principal oleaginosa que se produce en la Argentina fue bajista, con un máximo en los precios constantes, en septiembre de 1983, cuando se alcanzaron valores de U$S 310 por tonelada.
Si bien se dieron picos de precios a lo largo de los años siguientes, como a mediados de 1988 y durante los años 1996 y 1997, el descenso en los valores reales continuó hasta alcanzar el mínimo de los U$S 85,1 por tonelada en abril de 2001.
Luego, las cotizaciones se movieron —en términos reales— levemente hacia el alza, aunque buena parte de los últimos 20 años los valores reales se ubicaron en el rango de U$S 100 por tonelada y U$S 200 por tonelada.
Justamente, en marzo de 2022 se superó levemente el límite inferior de dicho rango con U$S 201,7 por tonelada, alcanzando máximos en términos reales desde 2014.
De cualquier modo, para tocar los máximos relativos del año 2012 debería anotarse un incremento adicional del 24,4 %. Esta situación muestra cómo la inflación afecta a las cotizaciones puesto que, en dólares corrientes, las cotizaciones nominales promedio de la soja ya se encontraban en máximos desde marzo de 2012. Al mismo tiempo, para alcanzar el récord absoluto en términos reales que se registraron en 1983 debería —de acuerdo con la Bolsa rosarina— evidenciarse una suba equivalente al 53,7 %.
Se recuerda que los precios indicados surgen de deflactar; es decir, extraer el efecto inflacionario, los precios nominales de cada año llevándolos a valores del año 1982.
En trigo
A pesar de las fuertes subas de los últimos meses, los valores reales del cereal en marzo de 2022 se encontraron un 25,5 % por debajo del máximo histórico de 2008.
El cereal tuvo un desempeño similar a la soja en cuanto a las tendencias de largo plazo.
Las disminuciones se presentaron desde 1982 hasta junio de 2001, donde se alcanzó el mínimo histórico en términos reales. A partir de allí se presentan picos alcistas de consideración y una tendencia levemente alcista.
Asimismo, el máximo de esta serie en términos reales se ubica en mayo de 2008, donde se alcanzaron los U$S 178,8 en promedio (medido a precios de 1982), mientras que el máximo —en términos corrientes— se presentó en marzo de 2022, con cotizaciones promedio de U$S 406,1 por tonelada.
Nuevamente, puede aseverarse —según la Bolsa de Comercio— que la inflación genera considerables modificaciones en la percepción del valor de esta mercadería, puesto que el valor del cereal en términos reales en marzo de este año fue de U$S 133,2 por tonelada, aun debiendo subir un 34,2 % para alcanzar el máximo de 2008.
En maíz
Sacando el efecto inflacionario, los precios actuales del maíz —en términos reales— están por debajo del nivel registrado en 2012. De todos modos, el máximo se verifica en 1983.
Los granos tuvieron un desempeño análogo al del trigo y de la soja.
En este caso, el máximo histórico se registra en septiembre del 83, con un valor real promedio de U$S 132 por tonelada, para luego tender hacia valores menores, alcanzando el mínimo histórico recién en el año 2005, cuando en noviembre se tuvieron U$S 36,6 por tonelada como promedio.
De forma similar a la soja y al trigo aparece que en estos últimos 17 años se presenta un leve incremento tendencial en los valores del maíz, con picos en 2008, 2011 y 2012.
En términos reales, el cereal alcanzó los U$S 96,4 por tonelada en marzo de 2022, debiendo incrementarse un 36,9 % para alcanzar el máximo de 1983.
Asimismo, por la proximidad temporal que tenemos con las subas de 2012, debemos destacar que, actualmente, también se necesitaría un aumento del 35,2 % para obtener valores similares al máximo local de agosto de 2012 (U$S 130,3 por tonelada).
En aceite de soja
En términos reales, el aceite tuvo valores cercanos a los máximos de 2011, aunque aún se encuentra un 10,8 % por debajo de 2008. Al mismo tiempo, para alcanzar a los máximos de 1984 debería registrarse un alza real del 40 %.
Los futuros del aceite de soja —que cotizan en Chicago— mostraron un dinamismo similar a su materia prima en el largo plazo, con dos tendencias principales.
Primero evidenciando reducciones hasta 2001, para luego cotizar leves subas de largo plazo. El máximo de esta serie se registró en mayo de 1984, donde se alcanzaron los U$S 750,9 por tonelada en términos reales.
Con sólo un mes de diferencia con el poroto, se presentó el mínimo absoluto para el aceite, ya que en mayo de 2001 se registraron valores reales promedio de U$S 172,4 por tonelada.
Luego hubo cotizaciones alcistas, con el ingreso de la demanda de soja de china se catapultaron los valores del aceite hasta los U$S 610,5 por tonelada en junio de 2008.
Actualmente, con la fuerte suba internacional de los aceites y combustibles hubo un nuevo repunte de las cotizaciones en términos reales, aunque hasta marzo de este año se registraron valores reales promedio de U$S 535,1 por tonelada, menores a los últimos máximos de febrero de 2011 (U$S 541,2 por tonelada).
El diferencial entre el último registro y el máximo histórico de 1984 (para la serie en cotizaciones reales) es del 40 %, mientras que los valores en términos corrientes más que superaron los precios nominales máximos de 2008.
El caso excepcional de la harina de soja
Los máximos de septiembre de 2012 se encuentran un 32,8 % por encima de los registros de marzo de 2022. A la vez, los mayores valores reales de la serie se dieron en 1988 (+48,3 %).
Los contratos de la harina de soja —operados en el mercado estadounidense— tuvieron su máximo histórico para los promedios mensuales en junio de 1988, con cotizaciones reales de U$S 253,9 por tonelada.
Asimismo, la tendencia bajista evidenciada en los anteriores commodities también se presentó en este subproducto, alcanzando el mínimo en junio de 1999 con apenas U$S 82 por tonelada en términos reales.
A partir de allí, se mostró un período de relativa estabilidad hasta 2007, aunque debe destacarse —de acuerdo con la Bolsa de Comercio— el fuerte incremento que evidenció la harina en el año 2003.
A partir de allí, los valores reales tendieron al alza, marcando un máximo en septiembre de 2012 de U$S 227,3 por tonelada.
Asimismo, el registro de marzo de 2022 fue de U$S 171,1 por tonelada, por lo que se requeriría tener incrementos de un 48,3 % para alcanzar los máximos de 1988 y del 32,8 % para los valores de 2012.