Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Una historia que comenzó con el Canal de Suez y ya no dejó de escribirse

El Día de la Construcción se celebra cada 17 de noviembre, día en el que en 1869 se inauguró una obra majestuosa.

   El Día de la Construcción se festeja, desde 1955, cada 17 de noviembre. La fecha tiene un significado universalista pues ese día, en el año 1869, se habilitó al tráfico mundial el Canal de Suez, obra en la que participaron desde el estudio del proyecto hasta su ejecución hombres de diversos países y prestigiosos ingenieros de nacionalidad francesa.

  El liderazgo de la obra fue tomado por Ferdinand de LESSEPS, empresario y diplomático francés, quien también tuvo gran participación, ya sin tanto éxito, en el proyecto inicial del Canal de Panamá.

   La obra del Canal de Suez permitió concretar un sueño histórico como fue unir el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo, atravesando tierra egipcia. Una vez más la mano del  hombre concretaba un viejo sueño, una obra de ingeniería colosal.
Cabe reflexionar entonces que han sido los grandes empresarios, de la mano de la inteligencia de los ingenieros, quienes han podido derribar antiguos obstáculos, no sin antes luchar denodadamente en pos del objetivo soñado.

   Hoy en día la situación no es diferente, marcando la industria de la construcción un verdadero camino que permite al hombre disfrutar en su vida diaria las comodidades que le otorga la tecnología, de aplicación necesaria en los proyectos de avanzada, no sin antes requerir un gran esfuerzo empresario.

   Esa razón exige la participación de personal calificado, dirigido por profesionales que conocen los materiales de la construcción en sus diversas facetas químicas, físicas y matemáticas. Casi un científico en la obra.

   Igual que ayer en que los antiguos ingenieros romanos hacían alarde de los arcos de medio punto e inmensas bóvedas de hormigón puzolánico, sosteniendo grandes acueductos  e inconmensurables obras arquitectónicas, en estos tiempos es necesaria la aplicación de nuevas tecnologías no sólo en pos de obtener mayor comodidad, suntuosidad, armonía y belleza, sino también tendiente a lograr marchar en equilibrio con el medio ambiente.

  Justamente esta última cuestión hoy marca todo un desafío para quienes dirigen la industria de la construcción, donde la aplicación de técnicas sustentables es prácticamente una necesidad impostergable.

   Construir en equilibrio con la ecología es entonces el objetivo a seguir, el sueño a concretar.

   Ello motiva un constante perfeccionamiento, un conocimiento profundo de las características de los materiales que día a día nos sorprenden por su versatilidad, la aplicación de nuevas técnicas constructivas y procesos de investigación basados en la obtención de nuevos materiales de construcción y, por sobre todas las cosas, construir en armonía con el medio ambiente, circunstancia que debería ser mejor tenida en cuenta, no sólo evitando desperdicios innecesarios, contaminaciones químicas irremediables, derroche de energía, deterioro visual, perturbaciones auditivas, etcétera, sino también bregando por la observación de las normas que permiten sostener la salud de sus actores, verdaderos artífices de la industria de industrias.

   En el pago chico, pocas industrias han sido tan trascendentes en la historia de nuestra ciudad como ésta, considerada además "Madre de Industrias" por su singular efecto multiplicador.

   Talleres metalúrgicos, industrias madereras, corralones, pinturerías, fábrica de amoblamientos de cocina, casa de seguridad e higiene son algunos de los tantísimos rubros vinculados con el desarrollo de una obra que se benefician con su actividad en cada emprendimiento y que se encuentran radicadas en Bahía Blanca.

   Cabe concluir entonces que la Industria de la Construcción debe ser sostenida en todo sentido, amparándosela legal y financieramente, porque lisa y llanamente es una de las bases de sustento del desarrollo industrial de la Nación, generadora de empleo y de nuevas tecnologías, sostén de la infraestructura del hábitat humano, que debe llegar a todos los estamentos de la sociedad, dotando al habitante común al derecho de vivir en una ciudad inclusiva, a una vivienda digna y a disfrutar de las comodidades que otorga el avance sostenido de la tecnología aplicada.