Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Los talleres invisibles que empiezan a hacerse visibles

Los galpones del Noroeste están en la mira. Hay interesados en recuperar su historia y estratégica ubicación.

El estado actual de las instalaciones, en el barrio Noroeste. / Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   Desde la demolición de parte de los paredones que los ocultaron durante décadas, y la apertura de calle Blandengues entre Sixto Laspiur y Malvinas, los pocos edificios que han sobrevivido (parcialmente) al cruel desguace de los denominados galpones del Noroeste vuelven a estar otra vez en la mira de interesados en recuperarlos sacando provecho de su nobleza, historia y estratégica ubicación. Se siguen enfrentando, sin embargo, a una compleja burocracia que nunca, en los últimos 50 años, ha dado respuestas a pedidos, reclamos y propuestas.

   En las últimas horas trascendió el interés de privados en conocer la situación legal de algunos de los edificios ladrilleros que fueran talleres ferroviarios, con la idea de considerar su recuperación y puesta en uso. También se sabe del interés de entidades del sector, de la propia municipalidad y de otros particulares para acceder a esos bienes y espacios que durante casi toda su existencia ha sido pocos menos que invisibles, de acuerdo a la acertada calificación que ha hecho Ana Miravalles sobre este complejo ferroviario, en su libro “Los Talleres Invisibles”.

   A pesar de ocupar cerca de 20 hectáreas de tierra a diez cuadras del centro de la ciudad, los paredones que todavía subsisten han hecho que, por décadas, se ignorara a esta verdadera ciudad industrial. 

   Propiedad de la empresa Bahía Blanca al Noroeste, luego adquirido por el Buenos Aires al Pacífico, más tarde por el Ferrocarril del Sud y estatizado en 1945, allí trabajaron hasta 1.200 personas, vedadas las instalaciones a la vista, pocos valorados sus edificios, los cuales fueron luego arrasados y vandalizados.

   Fueron los vecinos del lugar los encargados de comenzar a hacerlos visibles, llamando la atención sobre el lugar, su historia y su arquitectura. Que plantearon la necesidad de preservarlos para la ciudad.

   A pesar del tiempo transcurrido, han pasado 40 años desde la completa desactivación del lugar, y desde entonces no se haya logrado definir un nuevo destino o uso para el espacio.
El asesor en Tierras y Escrituras del Municipio de Bahía Blanca, Rodrigo Dulsan, es quien conoce en detalle los siempre engorrosos trámites que deben cumplir instituciones, entidades y particulares interesados en disponer de algunos edificios o tierras del sector.

   “En ese predio ferroviario los organismos competentes son la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), dependiente de la jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, y la Administración de Infraestructura Ferroviaria (ADIF), bajo la órbita del Ministerio de Transporte de la Nación. Cualquier inquietud se canaliza por estos organismos”, detalla.

Otras dependencias

   Esta concentración de los bienes en dos organismos nacionales da cuenta de la complejidad que supone acceder a estos bienes o tierras, considerando, además, que en los últimos 30 años los mismos han estado bajo la jurisdicción de otras dependencias y otros ministerios.

   En particular en estos tiempos de pandemia, los interesados en cualquiera de estos bienes ferroviarios, sea para custodia, compra, alquiler u otra modalidad, debe presentar su inquietud de manera virtual, a través del programa “Preservar” iniciar un trámite a distancia y proponer usos para los inmuebles subutilizados o abandonados. El criterio de elección es que las tengan principalmente un “destino social directo o solucione problemáticas locales”.

   Una muestra de las dificultades que supone acceder a estos bienes es que la página donde iniciar el trámite a distancia atiende también al menos 2.200 cuestiones diferentes, desde solicitar la renovación de un título de posgrado, pasando por acceder al programa Incluir Salud hasta pedir autorización para el tránsito internacional de pólvora.

"Una devolución al barrio"

   “Espero que el recupero de cualquier galpón sea una devolución al barrio de todo lo que se le quitó y que tantas veces fue postergado”. Quien hace esa reflexión es Jorge Luna, uno de los muchos vecinos que desde hace décadas trabajan para recuperar, poner en uso y valor todo el predio del Noroeste. 

   “Fue gracias a una iniciativa vecinal que se demolió (en 2011) parte del paredón sobre calle Malvinas, entre Blandengues y Juan Molina, y que permitió la posterior apertura de Blandengues. Eso mejoró la conectividad del barrio, hizo visible el predio y se pudo generar un gran parque. El galpón de Montaje es uno de los pocos testimonios de todo el complejo de talleres”, señaló.

   Luna recordó que en 2015 se hizo un abrazo a ese edificio. “Es de los pocos que no fueron demolidos y que se puede recuperar. Sabemos que hay muchos interesados en recuperarlo -- instituciones, clubes, escuelas-- pero se chocan con el costo o la burocracia: hay muchas puertas que no son fáciles de abrir. Lo cierto es que hoy es un emblema, pero eso sólo no alcanza, hay que recuperarlo”.

   Encerrada entre paredones, los talleres del Noroeste ocupan 18 hectáreas, de una empresa que comenzó a funcionar en 1891. Durante un siglo funcionó una verdadera ciudad industrial, con edificios administrativos, tornerías, herrerías, talleres de montaje, aserraderos, depósito de locomotoras y fundición.

   Si bien es habitual pensar que el complejo quedó desactivado con la estatización de la década del 40, la realidad es que siguió operando e incluso creciendo hasta los 90, en que un proceso privatizador terminó por liquidar a los Ferrocarriles Argentinos, en un intervención que incluyó el remate de bienes, la destrucción de valiosa documentación y el abandono de todos los edificios a su suerte.