Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Historias de chicos en cuarentena: cómo afecta el encierro

"El aislamiento es una situación anti-natural, donde hay un corte abrupto con lo social, con los afectos", dice la psicóloga Natalia Domecq.

Fotos: Pablo Presti y Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   Marilina tiene una hija de 3 años y medio que no sale de su casa desde el 15 de marzo. Celebra que al menos tienen patio donde descarga un poco de energía. Los primeros días Sofía pedía salir, después dejó de hacerlo: sabe que afuera está “el bichito” que enferma.

   —No cambió sus conductas, pero sí las intensificó. Si está contenta lo expresa tanto que parece nerviosa, si está enojada lo hace notar con el grito y si está triste o frustrada por un “no” es (la actriz) Andrea del Boca.

   Marilina cuenta que el gran sustento de Sofi es su perra Nina, a la que tiene “para arriba y para abajo”. También se distrae con la televisión —mira de manera segmentada: un ratito a la mañana, otro a la tarde y el último a la noche— y con algunas tareas que mandan las seños del jardín, que ya contaba con una plataforma digital.

   —Hace lo que le gusta, se lleva mejor con los videos que mandan que con las actividades explicadas por texto. Si no quiere no se le insiste: es sala de 3, no se puede pedir demasiado. Entre la primera semana, que se suspendieron las clases por el calor, y la segunda, que fue de adaptación; casi no conoció a la seño ni a sus compañeros.

***

   Jonatan y Daniela son papás de Catalina, una nena de 2 años y 4 meses que iba a la guardería y desde la semana previa al aislamiento obligatorio no sale del edificio donde viven. 

   —No está mayormente afectada en su conducta, aunque es notorio el cambio de lo que era su habitual rutina. Algunos días se aburre más fácilmente, lo que hace que esté más "incordiosa" y propensa a realizar macanas.

   El departamento que alquilan es chico. Sus únicas escapaditas son a la terraza o al patio que comparten abajo, siempre y cuando no haya mucha gente y los mosquitos lo permitan.

  —Cuando vamos generalmente sale corriendo o con el triciclo rapidísimo y se nota muchísimo la falta de libertad en el movimiento.

   La pareja cuenta que su hija rememora cada tanto algunos cumpleaños o visitas a familiares y amigos, y a veces pregunta para ir a los de sus abuelos, quienes viven en otras ciudades. Su desafío es mantenerla entretenida: hacen manualidades —confiesan que algunas más exitosas que otras— y siguen las actividades que la guardería sube a la plataforma Google Classroom, donde hay varios cuentos y los padres comparten fotos y videos de sus hijos.

   Para que Cata entienda el porqué del encierro, Jonatan y Daniela le contaron que afuera “hay un bichito que no nos deja salir”. Lo captó rápido: ahora es ella quien le dice a sus papás "cuando el bichito que no nos deja salir se vaya, vamos a ir al parque a saltar o a lo de la abuela”.

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   Gustavo cuenta que la cuarentena no modificó el comportamiento de su hijo Elías (11), aunque sí sus hábitos: se duerme más tarde de lo común, come sin horarios y tiene más energía ya que no va a la escuela ni practica deportes.

   —Es lo que nos pasa a los adultos también. Nosotros no somos mucho de salir y excepto el deporte y la educación, no cambió demasiado su rutina.

   Lo que más le cuesta al preadolescente es ponerse a hacer la tarea virtual.

   —El sistema no está adaptado para esta modalidad de enseñanza. Las docentes no saben qué hacer: muchas de las tareas que mandan son aburridas —dice el papá.

   A medida que crecen parece más complicado. Ángela, que es mamá de Genaro (14), Stefano (9) y Benicio (2), cuenta que al que más le cueste el aislamiento es a su hijo adolescente.

   —Los más chicos pocas veces reniegan o se enojan. Entienden bastante y tratamos de pasar la mayor cantidad del día ocupados para que sea más llevadero.

  Asegura que lo más difícil es hacer la tarea porque “los padres no estamos capacitados para ser maestros”, y agradece tener un patio donde distenderse.

   —Los chicos se entretienen con los juegos de mesa o con juegos donde participamos todos. Es bastante más fácil el día mediante el juego.

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   En este contexto de encierro por la pandemia de coronavirus, no todos los chicos y adolescentes reaccionan de la misma manera. La familia, el lugar donde viven y el acceso o no a la tecnología son algunos de los aspectos que marcan diferencias. Desde varios sectores ya se empezó a discutir cierta flexibilización en favor de los más pequeños.

   La psicóloga Natalia Domecq (MP.00531), que se especializa en niños y adolescentes, cuenta —entre otras cuestiones— cómo les afecta el encierro y enumera sus reacciones más comunes. También da algunas recomendaciones para madres y padres.

   —El aislamiento prolongado, ¿puede causar daño psicológico en los niños?

   —Sí, el aislamiento (podríamos decir) es una situación anti-natural, donde hay un corte abrupto con lo social, con los afectos; pensemos en los niños que tienen a sus abuelos y no pueden contactarse físicamente con ellos como así tampoco con sus amigos. 

   Es importante hablarles, explicarles con tranquilidad lo que sucede y poner el acento en que es una situación transitoria. Pero también hay cuestiones que involucran lo emocional y como los niños no las entienden las pasan al cuerpo. 

   Algunas de las manifestaciones más comunes son: moverse sin parar, llorar aparentemente sin motivo, mostrarse fácilmente irritables, negarse a hacer cosas sencillas, estar agresivos por momentos, contestar mal y comer en exceso.

   —¿Cómo se puede evitar que les afecte físicamente?

   —Para todo ser humano el contacto físico es fundamental. El niño construye su cuerpo, en experiencias diversas, con otros. Hablamos con palabras, pero previamente hablamos con el cuerpo. En el juego, el roce, el abrazo, el agarre, están habilitados para significar festejos, complicidad… El movimiento es una vía facilitada de descarga también, pensemos en los recreos de las escuelas: los niños salen de las aulas corriendo, saltando, es señal de vida. Es importante favorecer un tiempo de gimnasia: patear la pelota, tirar al aro, bailar, disfrazarse, representar, lo que se nos ocurra. Tenemos que ponernos creativos.

  —¿Qué actividades creés más adecuadas compartir con niños y adolescentes para combatir el encierro?

   —Considero que como adultos debemos sostenerlos y armar redes con ellos. Jugar es el mejor recurso, como dijo Freud, “en el jugar el niño tramita, procesa lo traumático vivenciado”.

   Según la edad, será distinto nuestro lugar en los juegos, pero siempre debemos estar y acompañar. Se puede cocinar, mirar una peli juntos, cantar, seguir un youtuber y compartir formas de decir diferentes, dibujar, pintar, hacer manualidades, pintar piedras, dibujar caritas que manifiesten emociones distintas, compartir en familia juegos de mesa o incluso virtualmente. Las posibilidades son infinitas.

   —¿La mascotas ayudan a pasar mejor este momento? ¿Es importante el contacto con la naturaleza? 

   —Las mascotas son objeto de cuidado, convocan a los niños a la caricia, entretienen, tienen otra energía. Con una mascota se puede enseñar a ser empáticos, a leer las necesidades en el otro.

   El contacto con la naturaleza es fundamental, si no tenemos patio podemos traer la naturaleza dentro de casa: podemos tener plantitas para cuidar o plantas comestibles. Es importante estar al sol, escuchar la naturaleza, el viento.

   —Muchos chicos están pasando su cumpleaños encerrados, sin posibilidad de fiesta ni amigos, ¿qué es lo más aconsejable para que disfruten ese día a pesar del aislamiento?

   —El cumpleaños es el aniversario de nacimiento de alguien, no perdamos de vista que hay “rituales” de festejo, pero se puede celebrar de diferentes modos. Creo que el problema es cuando no hay recursos emocionales. Esta es una buena oportunidad para enseñar a los niños que las cosas se pueden decir de diferente manera, no solo con grandes fiestas o en casitas de festejos: hoy lo importante es que los afectos estén, estén VIVOS.

   —¿Qué actitudes en chicos y adolescentes son esperables en este contexto de encierro y cuáles deben preocupar y alertar a los padres?

   —Los vínculos son una construcción, es importante que estos se continúen de algún modo. Para los adolescentes el encierro puede ser vivido con sensación de ahogo: pensemos que se han quedado sin los fines de semana, sin piyamadas, sin boliches, sin previa; es un momento de duelo, quizás estén enojados, irritables, sin ganas, pero hay que convocarlos a mantenerse en contacto, a hablar de lo que les pasa, a manifestar su rabia, su aburrimiento. Son momentos para cultivar la paciencia, la empatía, momentos de “soportarse” en el mejor de los sentidos.

   Los niños más pequeños capturan la atención de los padres: hay que ayudarlos o acompañar con más presencia, en las tareas de la escuela, viendo por dónde andan en la compu.

   Otro tema difícil para los padres es el uso y abuso que hacen los hijos de las tecnologías: siempre lo fue, pero ahora recrudece esa dificultad con más fuerza. Los niños y adolescentes son personas que están creciendo y necesitan de los adultos que los rodean para conocer los límites que los contienen y protegen en estas etapas de tanta vulnerabilidad.

   —¿Se pueden dar retrocesos en los más chicos? 

   —Sí, pueden darse retrocesos, en todos. Muchas veces las personas vuelven a anteriores modos de vinculación. ¿Anteriores a qué?, al conflicto o a la dificultad actual.

   Esta pandemia, podríamos decir, nos agarró con lo puesto: en el mejor de los casos, desnudos de tecnologías; en otros, desprovistos de cuestiones más esenciales. No todos hemos vivido lo mismo del mismo modo, no contamos con las mismas herramientas ni el mismo sostenimiento. Por eso son importantes las redes sociales, los lazos: la vivencia de soledad o preocupación se mitiga o se comparte a través de la virtualidad.

   No tenemos que desesperarnos, esto debe pasar. Es decir, si el niño o adolescente cuenta con herramientas y un contexto favorable, será un tiempo de aislamiento que, elaborando lo sucedido, podrá continuar en un recorrido de vida normal, capitalizando lo sucedido a posteriori.

   —¿Hay que explicarles sobre la enfermedad?

   —Hay que explicarles en un lenguaje que entiendan, y darles tiempo para poder procesarlo. Muchas veces se hablan cosas, pero cae la ficha más tarde; los tiempos son individuales. Las palabras tranquilizan a los niños y a los adultos. También hay que dosificarles la información, no les podemos dar acceso a todo.

   Estamos viviendo un momento de gran angustia, no podemos hacer como si nada estuviera ocurriendo. Los adultos también estamos angustiados y los niños, sobre todo los más pequeños, captan esto perfectamente.

   —¿Recibiste más consultas durante la cuarentena? 

   —Ha llegado otra gente a consulta. Es decir, a cada uno el encierro, los altos índices de muerte y la enfermedad al acecho, le resuenan distinto. Incluso, durante este tiempo se han mostrado matices diferentes: en un comienzo el discurso era ”no son vacaciones”, luego fue mutando a un exceso enorme de ofertas de películas, recitales, libros y teatro para ver —la cultura de las pantallas se instaló con fuerza, siempre que se pudo— pero creo que esto quizás fue así porque la idea de vacío intenta filtrarse. La gente comienza angustiarse y ahí llegan las nuevas consultas. 

   Hay preocupaciones por el trabajo, la economía, la salud, la escuela, los familiares y los adultos mayores. Incertidumbre por el futuro principalmente: cómo se vuelve de esto, cómo se sigue con esto.

   —¿Cómo impacta la difícil situación económica de los padres en los niños? ¿Qué pueden hacer para no sumarles preocupación?

   —En algunos casos la situación de pandemia favoreció un tiempo para estar y compartir en familia, pero no se da en la mayoría.

   Hay familias que están desesperadas por la amenaza de la pérdida de trabajo. Ahí no hay un adulto potente que sostenga: hay preocupación, angustia, ¿qué le vamos a pedir? ¿paciencia? 

   La pandemia nos ha puesto de relieve el terreno de la desigualdad: hoy más que nunca debemos ser solidarios, empáticos; hay mucho dolor y soledad.

   —Tal como dijiste, la cuarentena resalta las desigualdades. Hay chicos que comparten habitación con muchos hermanos, que sufren situaciones de maltrato, que no tienen los medios para la educación a distancia. ¿Qué se podría hacer para ayudar?

   —Considero que deberían plantearse como cuestiones de urgencia, de las cuales se tienen que ocupar las políticas de Estado. Hay mucha gente trabajando en este sentido, por ejemplo, desde la Municipalidad.

   —¿Las escuelas deberían flexibilizar el modo de dar los contenidos para evitar padres saturados y chicos "sobreexigidos"? ¿Nuestro sistema educativo está preparado para una situación como esta?

   —Los docentes hoy están trabajando muchísimo. Ni el sistema educativo ni el sistema político ni nadie está preparado para esta situación.

   Nada es igual: la casa no es la escuela, la clínica del consultorio no es la videollamada; pero sí podemos valernos de la tecnología para hacer puente.

   Otra es la realidad de niños o adolescentes sin acceso a las tecnologías, familias numerosas con un solo celular o padres que han continuado trabajando y esos niños están solos gran parte del tiempo o al cuidado de gente mayor.

   Los docentes se están ocupando de acercar el material impreso, pero les llega sin la voz, sin explicaciones, sin el cuerpo, sin la mirada del otro que trasmite. En el cuerpo se asienta el deseo: es difícil transmitir esto con una pantalla.

   Muchos padres se quejan de que hay poco o mucho contenido. Creo que lo importante es que se está revalorizando el rol docente: hay familias que dicen “yo no puedo con dos, ¿cómo hace la docente con 28, 30?”.

    Se están implementando estrategias educativas, pero nunca será lo mismo que el estar compartiendo en la escuela. Hay gran preocupación porque no se pierda la convivencia, el diálogo, el trabajo en grupo, la posibilidad de escucharnos, infinitas cuestiones que se ponen en marcha con el “estar” en las aulas.

   —Si una mamá o papá te pide tips para tener en cuenta durante la cuarentena, ¿qué le decís?

   —La verdad es que no hay recetas, siempre hay que reconocer la situación individual.

   Pero algunas cuestiones generales podríamos enunciar como importantes:

   -mantenerse en contacto,

   -tratar de ser empáticos,

  -abrir el espacio para conversar sobre lo que nos pasa y sentimos,

   -promover pensamientos positivos,

   -conectarnos desde la espiritualidad,

   -tratar de sostener ciertos horarios: desayuno, almuerzo, sueño;

   -jugar, disfrazarse, no le tenerle miedo al ridículo: la risa es nuestra gran aliada. Nuestras mejores herramientas son el humor, la creatividad, el arte como formas de sublimación, de tramitar este difícil momento.

 

Aprendizaje en cuarentena

   La psicopedagoga María Lorena Ruiz (MP 398), que trabaja en el Centro Integral de Aprendizaje y Comunicación (CIAC) y de manera particular, propone reflexionar sobre el modo de enseñar en este tiempo de cuarentena.

  —Los papás están saturados, los docentes han dado por sentado que saben de todos los temas y no siempre es así: las materias fueron variando, hay cosas que se han olvidado. 

   La psicopedagoga sostiene que el modo de enseñanza que están implementando las escuelas “es poco fructífero” porque está basado en los contenidos del plan de estudio que en este contexto no son tan importantes. Considera que es un momento de aprendizaje de cuestiones más cotidianas.

   —Van a aprender sobre organización, planificación y tecnología, que les van a servir para la vida. Ninguno de nosotros en una situación así (aislamiento social) tendría la cabeza para aprender: está todo tan desordenado que pretender que se estructure todo en la cabecita del chico es complejo. Incluso muchos chicos que estaban acostumbrados a tener todo ahora están aprendiendo a frustrarse.

   Para ella lo primordial es apuntar a lo lúdico: aprender jugando. Remarca que es importante que las tareas que se envíen vayan acompañadas de audios o videos para que los estudiantes puedan entender mejor las consignas, como así también incluir varios ejemplos de una misma cuestión para evacuar dudas.

   —El aprendizaje se construye con el otro y esa pata nos está faltando: en la clase un compañero suele preguntar algo que no entiende y le saca la duda a varios; ahora la duda la saca mamá y papá, si puede. 

    Otro aspecto que considera importante es que la docencia se vuelque en este período a las materias que tradicionalmente se catalogaron como no esenciales, es decir Plástica, Educación Física y Música, porque “es importante que los chicos encuentren sentido a lo que los profesores están enseñando”.

   Con respecto al regreso a las aulas —todavía no hay fecha definida—, considera que no es oportuno arrancar de cero y que será muy importante permitir que los chicos se encuentren y jueguen.

   —Nos vamos a tener que dar un tiempo para reacomodarnos y rever cosas de la educación que no estaban funcionando como nosotros pensábamos: tenían computación en las escuelas pero ahora nos damos cuenta de que hay cosas que los chicos no saben. Me encontré con que, por ejemplo, no sabían usar WhatsApp Web. Pero no hay que empezar de cero: se reverá lo que no está claro y se seguirá adelante. 

   La psicopedagoga considera oportuna cierta flexibilización tanto en lo educativo, teniendo en cuenta que los padres que no están en cuarentena no pueden sentarse tantas horas con sus hijos para hacer los deberes (y “nada va a cambiar porque los entreguen una semana más tarde”); como en lo social, ya que el chico necesita un tiempo afuera. 

   —Es saludable poder correr un rato al aire libre: aunque no haya contacto, el hecho de poder salir te libera un montón.

 

Qué pasa con la violencia

   Este mes, el Consejo Local de Niñez y Adolescencia de Bahía Blanca difundió un video contra el maltrato infantil y adolescente, dado que en situaciones de aislamiento "aumenta el número de casos y la frecuencia de las conductas”, según dice la psicóloga Claudia Amigo.

    La profesional señala que el maltrato, como puede ser un abuso sexual, ocurre "puertas adentro" y durante la cuarentena el chico no puede ir a una institución (como la escuela), un club o un comedor para “ser escuchado".

   Por ese motivo decidieron difundir el video con los números a los que hay que llamar ante una situación de maltrato: 102 o 109, que es la guardia de Niñez. 

   También dieron a conocer en las últimas horas un comunicado en el que se ponen a disposición de las autoridades municipales y solicitan información a los juzgados de Familia, el Servicio Zonal y la subsecretaría de Niñez y Adolescencia sobre, entre otros aspectos, la reducción y las licencias de personal en hogares proteccionales y servicios locales; y las decisiones vinculadas a Niños, Niñas y Adolescentes (NNyA) que se encuentran bajo medida de abrigo.