Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El Ballet del Sur despidió a varias figuras

Mágico placer visual-auditivo atrapando al espectador. Emoción plasmada en vivencias compartidas más allá de lo artístico.

Ballet del Sur. Fotos: Gentileza de Raúl Lazaro.

 

Stella Salomón / Especial para La Nueva.

   El programa presentado por el Ballet del Sur en la última función de la temporada, siempre bajo dirección de Ricardo Alfonso, consistió en dos suites (“sucesión de piezas musicales bailables”) extractadas de sendos ballets de repertorio. Al emplear este formato, el argumento de cada obra resulta comprimido y pasa a un rango secundario, de modo que brillo, colorido y destreza haciendo su parte, dieron el primer plano a la danza misma.

La Fille mal gardée (Ferdinand Herold – Ricardo Alfonso)

   El estreno data del siglo XVIII y la presente versión coreográfica del director Alfonso fue estrenada en Montevideo, Uruguay, en 2002. Se abordó en este caso solo el primer acto. El rol de Lise fue interpretado con frescura y buena técnica por Antonella Silva, bien acompañada por Matías Santander en el papel de Colas. Las seis parejas de cuerpo de baile acertadas y precisas. Personificando a Simone, fue muy merecidamente aplaudido Miguel Riffner por su lograda característica de simpatía grotesca.

Don Quijote (Ludwig Minkus – Marius Petipa) en versión de Ricardo Alfonso

   En esta ocasión fue el tercer acto. Se trata de una sucesión de brillantes danzas que, con una base de pura destreza clásica, evocan el estilo español. Muy bien los toreros encabezados por Cristian Velazco. Elogios también para el Bolero de Andrea Petrini y para Flavia Correa y Estefanía Segovia en sus respectivas variaciones. La pareja principal encargada de efectuar el Grand Pas de Deux, colmó las expectativas y recibió una entusiasta respuesta por parte del púbico. Carolina Basualdo gran primera bailarina egresada de la Escuela de Danza Clásica de Bahía Blanca y – como muchas veces hemos dicho - «digna de los mejores escenarios del mundo», realizó una Kitri en el mayor nivel técnico. Impecable. Pero, además, es preciso decir que su físico se corresponde con el arquetipo de la bailarina clásica y sus movimientos, que ella efectúa con suma soltura, llevan una intrínseca modulación; parecen contenidos desde cada fibra para lograr un resultado magistral. Manuel Martínez compuso su Basilio con destreza y garbo. Decir que se aplaudió «a rabiar» resulta tal vez pobre para expresar lo que se vivió en ese final de Don Quijote.

Ambiente general

   Luminotecnia, sonido, vestuario y demás departamentos técnicos participantes, en buena concreción.

Y escaparon de la magia para ser solo seres reales

   En el final, el conjunto despidió a siete integrantes que por dos décadas brindaron su arte a nuestro público: Carolina Basualdo, Andrea Petrini, Héctor Dubedot, Rodolfo Morales, Eduardo Colmenares, Miguel Riffner y Raúl Scheffer. Hubo ramos de flores, abrazos, lágrimas, hijos y padres de artistas invadiendo la escena, gente aplaudiendo de pie. Llanto y palabras de Ricardo Alfonso. Regalos. Hubo también amorosos besos entre Carolina Basualdo y Manuel Martínez. Y hasta el Coordinador saliente de OAS, José Ignacio González Casalli tuvo una participación un poco más «escénica» que la habitual: le pidió matrimonio a su pareja, Andrea Petrini, frente al público. Al mejor estilo Hollywood, se colocó de rodillas y abrió una pequeña caja. Estos siete integrantes se alejan del escenario, pero seguramente, nunca dejarán la Danza: “Esa sana adicción incurable”.