Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Hipersexualidad o la adicción al sexo

   La hipersexualidad se caracteriza por un aumento excesivo de la actividad sexual impulsada por el deseo de conseguir satisfacción en forma permanente y por medio de conductas compulsivas.  

   Sin embargo, no siempre se logra esta satisfacción sexual, lo que lleva a dichas personas a estar permanentemente pensando en encuentros sexuales o fantasías eróticas. 

   En la búsqueda de esa satisfacción sexual, que nunca se alcanza, surge el consumo de pornografía o la masturbación compulsiva.

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  Estas conductas suelen estar acompañadas por un intenso sentimiento de culpa, autorreproches, ansiedades, además de problemas familiares y de pareja. También suelen provocar problemas económicos yu hasta la perdida de trabajo.

   Cabe aclarar que la hipersexualidad puede afectar tanto a mujeres como a varones, entre los 20 y los 45 años. Pero son los varones quienes la desarrollan con mayor frecuencia.  

    También hay que destacar que no se debe  confundir la hipersexualidad con las conductas propias de aquellas personas que son sexualmente muy activas. Estas no padecen de ansiedad. Tampoco sienten el impulso irrefrenable por la satisfacción sexual perseguida, y en eso se diferencian de quienes suelen autodenominarse como adictos al sexo. 

   En general, las personas adictas al sexo cuentan que no pueden controlar el impulso que los lleva a tener relaciones sexuales de manera urgente y que la sexualidad se ha convertido en el tema principal de sus vidas. Generalmente, estas personas descuidan la pareja, la familia, las relaciones sociales e, incluso, hasta la salud o los cuidados personales.

   Según algunos investigadores, serían necesarios muchos más estudios de los realizados hasta la actualidad para sostener que la hipersexualidad es una adicción.

   La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un “impulso sexual excesivo”, debido al aumento abusivo de la actividad sexual de una persona, cuyas consecuencias negativas serían sociales, emocionales y físicas, incluyendo el no disfrutar del sexo, dado la obsesión por la cantidad de encuentros sexuales. 

   Estas características son las que se suelen tomar en cuenta cuando se la considera una adicción sexual llegando a ser, según la OMS, un problema grave de salud física y mental. 

   Sin embargo, no se trata en sí de una adicción química ni fisiológica, como en el caso del alcohol, el tabaco o la cocaína, sino que la causa sería un tipo de desorden de la conducta, salvo en aquellos casos más graves cuyas causas podrían ser estrictamente orgánicas.

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   Algunos profesionales asocian estas conductas a un trastorno obsesivo compulsivo. Por lo cual, su tratamiento puede incluir psicoterapia individual o de grupos. Así encontrarán personas con las cuales podrán compartir sus experiencias y sentimientos para apoyarse mutuamente.

   En los casos de mayor complejidad, se recomienda un tratamiento médico adecuado, que incluye también psicofármacos. 

   La terapia cognitivo conductual es una de las más sugeridas para alcanzar un mejor control de estos impulsos sexuales, ya que el paciente puede aprender a modificar, de a poco, ese comportamiento. 

   Cualquiera sea el camino terapéutico que se elija, el tratamiento no resulta ni corto, ni fácil. Sin embargo, los resultados son positivos en la mayoría de los casos. Como siempre, lo que vale es el compromiso de querer recuperar una vida sexual saludable y plena.