Condenaron a un maestro por abuso sexual simple
A la pena de un año de prisión en suspenso fue condenado un docente de Villa Ventana, a quien la justicia halló penalmente responsable de tocamientos impúdicos en perjuicio de una alumna adolescente.
El fallo fue dictado por el juez en lo Correccional Nº 1, doctor José Luis Ares, en la causa seguida contra José Quintino Andrada (50), por el delito de abuso sexual simple.
El fiscal Emilio José Marra había reclamado la imposición de dos años de cárcel de cumplimiento condicional y la inhabilitación por cinco para ejercer la docencia. Por su parte, la defensora Mariana Decesares solicitó la absolución.
El doctor Ares consideró demostrado que en la madrugada del 24 de octubre de 2009, alrededor de la 1, en el interior del automóvil Fiat Adventure, fuera del domicilio del padre de la víctima y "abusando de su autoridad como docente", el imputado manoseó a la menor de 14 años, "previo habérsele propuesto con insistencia mantener relaciones sexuales".
Al analizar las pruebas, el magistrado destacó que la víctima mantuvo una versión similar al ser interrogada mediante el sistema de cámara Gesell y durante el juicio oral.
En ambas ocasiones sostuvo que aquella noche fue a un cumpleaños y al terminar la celebración, el imputado la llevó hasta su casa en el auto, previo dejar en su domicilio a otra adolescente.
Después, cuando quedaron solos, fue el momento aprovechado por el encartado para proponerle mantener relaciones y manosearla en el pecho.
Sincera y veraz.
"Debo decir que la joven me impresionó como muy sincera y veraz, se mantuvo muy firme en la confrontación a la que se vio sometida. Además, debo destacar que no cargó las tintas para nada contra el imputado, y relató el episodio en términos similares a los que expusiera en la etapa preparatoria", dijo el doctor Ares.
"Ninguna razón se advierte de su parte para desear perjudicar a su profesor, con quien hasta entonces tenía una buena relación", agregó.
La madre de la menor, por su parte, manifestó que su hija le contó lo ocurrido y que ella decidió formalizar la denuncia penal.
También recordó el magistrado que la perito psicóloga de la fiscalía, María Florencia Manterola, afirmó no haber observado ninguna tendencia a la fabulación en la joven.
Calificó a su relato como lógico, coherente y contextualizado, y que "las características de su discurso, la capacidad de su comunicación y su nivel de madurez psicoevolutiva, denotan una alta probabilidad de que los hechos hayan sucedido tal como han sido expuestos", se indicó en la sentencia.
Durante el debate también expusieron docentes, madres de alumnas y compañeras de la víctima.
Una maestra, cuya hija es amiga de la menor denunciante, dijo haber tomado conocimiento de los hechos por medio de la adolescente.
Afirmó que esa versión era completamente creíble y que el imputado "tenía la costumbre de decir cosas de alto contenido sexual a las adolescentes, y también a los otros adultos".
La menor que iba en el auto junto con la víctima y Andrada, por su parte, expresó haberse enterado del suceso al día siguiente.
La misma chica aseguró que el encausado "les contaba en el aula cosas sexuales".
Otra alumna declaró que eran tres chicas en el aula y que habían acordado que si faltaban debían avisarles a las demás, "para no quedar solas en el aula con él".
Una testigo refirió que "venían pasando por situaciones incómodas, pero estaban intimidadas y les daba vergüenza".
En este sentido, otra mujer señaló que había denunciado al maestro luego de que su hija le contara el tenor de las conversaciones que tenían en clases.
Dijo ser inocente
Al declarar en el juicio, José Andrada proclamó su inocencia, tal como lo había hecho en primera instancia ante el fiscal, y aseguró que nunca se condujo con intención de erotizar a nadie.
Expresó que durante veinte años mantuvo una forma de trabajar no convencional, con buenos resultados y sin problemas, y que ejerció la docencia con absoluto respeto por los demás.
El docente imputado rechazó la versión de la adolescente.
"Es inexplicable que haya dicho eso, quizá necesitaba atención y contención familiar", declaró.
Respecto del relato de una película pornográfica que se habría producido durante la actividad escolar, explicó que fue en una clase donde se veían valores y "el tema era las vanguardias y en qué se basan. Saltó y fue un tema de interés".
Aseguró que no dio explicaciones puntuales ni detalles, y que tampoco le interesaba hablar de pornografía.
Algunas personas que expusieron en la causa favorecieron la posición del docente y señalaron no haber visto situaciones extrañas o fuera de lugar.
"Fijación por el sexo".
De todas maneras, el juez entendió que la prueba de cargo no se apoyaba sólo en la declaración de la víctima, sino también en "otros episodios y conductas del procesado que demuestran una cierta fijación por el sexo, que se manifestaba en forma desembozada y grosera, en especial en relación a jovencitas a las que tenía como alumnas".
En cuanto a la afirmación de la defensa respecto de que existió un armado para perjudicar al imputado, Ares mencionó que ese extremo no se logró acreditar.
"Es mi convicción que el hecho que motiva el presente proceso, ocurrió tal como lo relatara la víctima", finalizó.
Al establecer la pena a imponer, el magistrado valoró como atenuantes la carencia de antecedentes del imputado y el buen concepto informado, mientras que como agravantes citó la diferencia de edad entre víctima y acusado, nocturnidad y soledad del lugar que facilitara la concreción del acoso y el tocamiento inverecundo, y la vulnerabilidad de la víctima por una conflictiva situación familiar que atravesaba.
Por tal motivo dispuso sentenciar a Andrada la pena de un año de prisión en suspenso y a cumplir reglas de conducta durante dos años.