Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Fuerte, noble... y qué corazón

Por su espíritu, indomable, era un auténtico guerrero de los rectángulos, características que bien de pibe tuvo como carta de presentación y que conservó hasta su retiro. Pero, claro, para llegar a alistarse en el quinteto inicial de uno de los planteles de Estudiantes más recordados eran necesarios otros atributos. Y Raúl Pedro Alvarez, "Mazazo" para la mayoría, hacía otros aportes. Defendía con fiereza, era potente, cobraba rebotes en ambos tableros, anotaba sus puntos y era veloz para acompañar --como rueda de auxilio o directamente de punta-- los contraataques.

 Por su espíritu, indomable, era un auténtico guerrero de los rectángulos, características que bien de pibe tuvo como carta de presentación y que conservó hasta su retiro.


 Pero, claro, para llegar a alistarse en el quinteto inicial de uno de los planteles de Estudiantes más recordados eran necesarios otros atributos. Y Raúl Pedro Alvarez, "Mazazo" para la mayoría, hacía otros aportes. Defendía con fiereza, era potente, cobraba rebotes en ambos tableros, anotaba sus puntos y era veloz para acompañar --como rueda de auxilio o directamente de punta-- los contraataques.


 Tomó contacto con el juego de los cestos a los 11 años, en los preinfantiles albos.


 "Si bien fue 'Beto' Cabrera mi primer y mejor entrenador y el que más enseñanzas me inculcó, en realidad quien me arrimó al club fue Miguel 'Cámara' Rodríguez, luego jugador y entrenador en Independiente y un árbitro de primera línea. Recuerdo que me vio y me dijo: 'chiquito, con esa altura tenés que dedicarte al básquetbol'. Le hice caso y creo que fue una de mis mejores decisiones deportivas", se congratula Raúl.


 De sus primeros compañeros en inferiores recuerda a varios.


 "Con Guillermo Alvarez Rojo, Horacio y Carlos Serrón, Juan Carlos Amodeo, Juan Carlos Anfossi, Daniel Maidana, Roberto Calafatte, Alejandro Williams y Jorge Lanfranchi compusimos una camada que se mantuvo durante varios años. Fuimos campeones en cadetes menores y cadetes mayores", acotó.


 La convocatoria para alistarse en la selección juvenil bahiense no tardó en llegarle, pese a que tenía edad de cadete. Corría el año 1969.


 "Ganamos el zonal, y también la final del provincial a La Plata, de modo que tuvimos el derecho de participar en el argentino de Neuquén, en el que clasificamos subcampeones. A los que te nombre, se había sumado 'Chiche' Scheines y otros que integraban el equipo bonaerense era Guillermo Faure, Carlos Adúriz, Néstor Sánchez, Horacio Serrón, Guillermo Alvarez Rojo, Hugo Matrichuk, Juan Doglioli y el tresarroyense Furher".

Al combinado mayor




 "Si mal no recuerdo, mi debut en la primera de Estudiantes fue en 1967. Tenía 15 años, pero ya medía 1m92 y me daban algunos minutos. Pocos, pero para mí muy importantes. La oportunidad me llegó tan rápido porque fue producto de un cambio generacional, ya que se habían retirado varios, entre ellos René Giménez, como así también Omar Storti y Osvaldo Habib", recuerda todavía con emoción Raúl Alvarez.


 Otras (fuertes) emociones habría de experimentar.


 En 1970 ya disfrutó de consagrarse campeón en torneos superiores, tanto en el Ciudad de Bahía Blanca, como en el Oficial, por supuesto que de la mano de Alberto Cabrera, con varios de los citados en menores más Raúl Fornetti, Jaime Scheines, Néstor Carlen y Eduardo Dignani, siempre con la conducción de Carlos Danussi en alternancia con Luis Rocco.


 Ese grupo sumaría más títulos, pero ya en otro nivel.


 Con la selección bahiense concurrió y dio la vuelta olímpica en numerosos certámenes provinciales y, representando a provincia de Buenos Aires en los campeonatos argentinos de mayores, arrancó campeón en Corrientes (1971), debutando en reemplazo del lesionado Roberto Ojunián, y siguió en el Luna Park (1972), La Rioja (1974) y Viedma (1976).


 "Me perdí el de Resistencia, Chaco, porque me desgarré en el último entrenamiento, previo al viaje", se condolió.


  A todo esto, el profesor Hugo Canavesi lo había convocado para el representativo nacional juvenil que fue al Sudamericano de Chile.


 "Pero justo, por días, no pude integrarlo porque varié de edad".


 Tuvo, asimismo, una convocatoria para la preselección mayor de Argentina, aunque no quedó.

De hacha y tiza




 Naturalmente, los recuerdos más vivos que registra Raúl Alvarez fueron los clásicos frente a Olimpo.


 "Eran bravos, bravos de verdad. Desde días antes del choque nos palpitaba fuerte el corazón. Mucho porque atraía multitudes y las hinchadas presionaban y, también, porque nadie quería dar un paso atrás. Sin embargo, reinaba el respeto mutuo", asegura.


 "A mí me tocaba casi siempre defender sobre 'Lito' Fruet que, amén de haber sido un notable jugador, era tremendamente competitivo. La verdad, me costaba mucho. Hacía lo que podía...Y si no iba sobre él, me asignaban a De Lizaso..."


 No obstante que "Mazazo" lucía por su temperamento aguerrido, de pelear cada posesión de la pelota como si fuera la última, sólo fue expulsado una vez.


 "Precisamente contra Olimpo. Apenas había comenzado el juego y quedamos enfrentados, cara a cara, con Monachesi. No fue más que eso, pero el juez Mario García quiso cortar por lo sano y nos echó a los dos".


 A propósito de árbitros, al que más admiró fue el uruguayo Mario Hoppeinham.


 "Dejaba jugar, pero nunca perdía el control ni su autoridad".

Con los "monstruos"




 Por muchas razones (ver "Me hubiera gustado..."), a Raúl Alvarez le encantaba jugar al lado de "Beto" Cabrera. Era su ídolo. Pero también disfrutaba de estar junto a otros.


 "Tener de compañero a Atilio Fruet era un lujo. Para mí, junto con Cabrera estaba en un nivel superior, un escalón arriba de De Lizaso, Cortondo y Monachesi quienes no eran, precisamente, jugadores de roles secundarios... También me encantaba Juan Alberto Espil, otro notable. Todos ellos facilitaban mi tarea --y la de muchos otros-- en el equipo".


 No puede extrañar, en consecuencia, que tras compartir muchos años con ese núcleo de celebridades, como principal virtud rescate de los seleccionados bahienses el sentido de la responsabilidad que exhibían como equipo.


 "Además de aplicarse a defender a cara de perro, anotar puntos, ir por los rebotes y ser solidarios, ese grupo entrenaba a conciencia porque sabía ahí que estaba la fórmula de los éxitos. Eran aficionados, sí, pero con alma y criterio de profesionales. Y querían ganar, ganar siempre".


 No obstante haber sido "Mazazo" un jugador totalmente identificado con Estudiantes, sin embargo no concluyó allí su trayectoria. Lo explica.


 "Cuando 'Beto' se fue a Gimnasia La Plata, pasé a Liniers. Ocurre que Estudiantes atravesaba en una etapa de cambio, en donde se pretendía (algo inusual hasta ese momento) cobrar para jugar. No estaba dentro de mi pensamiento para con mi club, y en consecuencia decidí alejarme".


 En 1983, ya alistando en el elenco albinegro contribuye para adjudicarse el ascenso a la categoría superior y, por dos años más, forma otra vez parte del plantel.


 "Me retiré relativamente joven de la actividad, a los 28. Por mis obligaciones laborales y mi familia, no podía entrenar como correspondía, así que entendí que había llegado el momento de colgar la zapatillas".


 Raúl Alvarez, según estadísticas del ingeniero Seibane, completó 13 temporadas en primera, con 173 presencias y 1.839 puntos, a razón de 10.63 por encuentro.

¿Cómo surgió el apodo de "Mazazo"?




 "Era yo muy jovencito, pero como era alto y fuerte igual me distinguían haciendo que participe en los entrenamientos de la primera división de Estudiantes", empieza a narrar Raúl Pedro Alvarez.


 "Impulsivo por temperamento, ponía todo en cada jugada. Nuestro entrenador era Carlos Danussi, quien también se prendía en los picados. En una de esas, o varias de esas... hice una defensa fuerte sobre él y me espetó: "Pará pibito, dejá de pegarme mazazos, por favor'.


 La práctica se interrumpió, brevemente, para dar cabida a las risotadas de sus compañeros.


 "Para colmo no me gustaba el apodo, me resultaba incómodo. Así que, como los más veteranos se dieron cuenta de mi rechazo, fue para peor. Y desde entonces pasó a ser como mi segundo apellido. Bueno, me terminé acostumbrando".


 Ese y otros jugosos entretelones nos comentó "Mazazo" durante la entrevista. Varios de ellos pasamos a relatar.


 * No es bueno ni justo comparar épocas. Pero de todos modos lo que lograron Emanuel Ginóbili, Alejandro Montecchia y Juan I. Sánchez no tiene parangón.


 * Miro mucho la NBA, porque me agrada el show que montan con el básquetbol. En cambio sigo poco a Estudiantes tanto a nivel local como el equipo profesional y casi nada veo la Liga Nacional por TV.


 * Este fue un episodio que pocos conocen. Siendo pichoncito, me llamaron para alistarme en la selección bahiense que debía enfrentar a la Yugoslavia, campeona del mundo. Embargado de alegría por la nominación, sin embargo en vestuarios me dí un susto terrible. Casi no se juega lo que terminaría siendo la victoria más resonante del combinado de nuestra ciudad en toda su historia. Ocurre que, cansados de jugar gratis y, por años, ser protagonistas de innumerables trenzadas, algunos de los más veteranos del equipo se plantaron y pidieron recibir algún dinero de la recaudación. La reunión se puso cada vez más tensa hasta que, de pronto, Ugozzoli se puso de pie y exclamó: 'muchachos, si algunos de ustedes no quiere jugar, que no lo haga. Por mi parte, este partido lo juego aunque tenga que pagar'. Y todos se encolumnaron para salir rumbo a la cancha".


 * Sí, sé que fue muy comentado y que se publicaron en todo el país fotos con la cara de Carlos Pellandini bañada en sangre, luego de la final del Argentino de Viedma, en 1976. Pero fue un choque absolutamente accidental. Venía picando y le manoteé la pelota. Ambos fuimos por ella, él se tiró y chocó contra mi codo. Me doy cuenta que es difícil de creer que así ocurrió, pero vos me conocés y sabés bien que jamás, pero jamás, di un golpe avieso. Yo jugaba fuerte, pero no agredía.


 * Año 1974. Argentino de La Rioja. Veníamos (con Provincia de Buenos Aires) con un invicto de cuatro años. En la zona clasificatoria nos tocó jugar contra Mendoza. Pese a que no contábamos ni con Cabrera ni con Fruet, ganábamos fácil, pero el 'Lungo' Brusa entró a meter cambios. Cada dos minutos ingresaba uno y salía otro. Parecía una calesita, así que la ventaja se esfumó y terminamos perdiendo. Dolidos, y muy pero muy calientes, en el hotel las voces cantantes fueron --si mal no recuerdo-- De Lizaso, Cortondo y Ojunián, por ser los más experimentados. 'Estás muy loquito, muy pasado de revoluciones. A partir de esta noche seguís sentado en el banco, pero los cambios los hacemos nosotros', fue el mensaje. Así ocurrió y en la final derrotamos a Santiago del Estero.


 * En realidad, Brusa, más que entrenador era un gran conciliador, aunque en esa oportunidad perdió el rumbo. Entre otras cosas, llegó a gritarnos "nosotros gastamos una fortuna para traerlo a (Joseph) Vancisin y ustedes hacen la del canchero". Recuerdo que también Raúl López estaba que hervía y que en el siguiente entrenamientos hubo problemas. Afortunadamente, de pura casualidad (no integraba la delegación) estaba presente Miguel Ripullone y evitó que la cosa se desmadrara.


 * ¿Si practico otros deportes? Soy fanático de la pesca con mosca y también hago tenis.


 * Esta que te cuento es inmortal. Año 1971, campeonato de Corrientes que ganamos caminando. En un juego en el que derrotamos a Chubut 130 a 27, en el banco estaba el puntaltense Luis Gómez y, como se aburría, se puso a escribirle una carta a su novia... hasta que, para su pesar y sufrir, sus compañeros lo descubrieron.


 * Otra: algunas noches cenábamos en Paso de la Patria y venía a la mesa un maestro rural, que contaba anécdotas muy entretenidas. 'Una noche de luna llena, como hoy, por aquí aparecen lobizones...' y relataba cien episodios, todos escalofriantes, al respecto. En una habitación dormíamos 'Beto', 'Lito', Monachesi y yo. De pronto, como a las tres de la madrugada, oímos ruidos extraños. Encendimos la luz y... ¡era Fruet que ponía sillas y mesa contra la puerta, por temor a que apareciera un lobizón! Se había sugestionado tanto que tenía pesadillas...

Me hubiera gustado...




 Mediante un juego de preguntas, cobra forma el basquetbolista ideal que Raúl Alvarez hubiera querido ser.

* El tiro de: Juan Espil.
* Capacidad de rebote de: "Chapu" Nocioni.
* La defensa de: Alberto Cabrera.
* Los pases de: Alberto Cabrera.
* El temperamento de: Atilio Fruet.
* La destreza de: Willie Scott.
* La conducta de: Ernesto Gehrmann.
* La velocidad de: Raúl López.
* La altura de: Hernán Montenegro (2m07).
* El salto de: Kenny Barnes.
* La lectura del juego: Jorge Cortondo.
* La prestancia de: Alberto Cabrera.
* La fuerza de: Carlos Serrón.
* El aplomo de: Alberto Cabrera.
* El espíritu ganador de: Atilio Fruet.
* Los conocimientos de: Alberto Cabrera.

Personal





















 Raúl Pedro Alvarez nació en Bahía Blanca (calle Sixto Laspiur al 300) el 22 de diciembre de 1952.


 Está casado con Alicia Litre, de cuyo matrimonio nacieron Rodrigo Pedro (30) y Marco Raúl (21)


 Hizo sus estudios primarios en la Escuela Nº 3 de calle Terrada; cursó el ciclo básico la Escuela de Comercio y e inició la carrera de Agronomía en la UNS, aunque no la concluyó


 Su ocupación laboral actual es la de representante de un consultorio medicinal.

Enrique Nocent/"La Nueva Provincia"