Bahía Blanca | Martes, 22 de julio

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Otra guerra entre Oriente y Occidente

La historia de esta familia desmembrada parece una novela mejicana digna de éxito televisivo (de hecho, ameritó dos libros y múltiples artículos periodísticos), pero es tristemente verdad. Tres chicos, nacidos en Guatemala de un matrimonio multicultural, viven desde hace ocho años en Jordania sin su madre, luego de que su padre se los llevara sin consentimiento materno.




 La historia de esta familia desmembrada parece una novela mejicana digna de éxito televisivo (de hecho, ameritó dos libros y múltiples artículos periodísticos), pero es tristemente verdad.


 Tres chicos, nacidos en Guatemala de un matrimonio multicultural, viven desde hace ocho años en Jordania sin su madre, luego de que su padre se los llevara sin consentimiento materno.


 El tema conllevó repercusión mundial, reclamos ante la ONU y entidades de ayuda internacional, e involucra a diversos gobiernos, con acuerdos, súplicas, viajes, llamados y negociaciones.


 Karim, el hijo mayor de la argentina Gabriela Arias Uriburu y el jordano Imad Shaban, tiene ahora 13 años; la única niña, Zahira, 11; y Sharif, el menor, 9.


 Gabriela, a quien la "atravesó la tragedia" en 1997 cuando la separaron de sus niños, siente un único deseo: "Lucho por el derecho de mis hijos de tener a su mamá".


 De 40 años, la mujer, convertida en una figura pública y reconocida, llegó a Bahía Blanca días atrás invitada especialmente por el programa de cable Educare TV para presentar su último libro Jordania, la travesía, que la editorial Atlántida lanzó en la Feria del Libro del presente año.


 Allí se describen los detalles de un caso paradigmático, que expone diferencias culturales y la ausencia de legalidad para garantizar que los niños puedan mantener el contacto con ambos progenitores cuando estos poseen distintas nacionalidades y convicciones.

Un decisivo cambio de vida.




 El 10 de diciembre de 1997 la vida cambió para los cinco integrantes de la que fuera la familia Shaban-Arias Uriburu.


 Ese día, Karim, entonces de 5 años, Zahira, de 4, y Sharif, de 1 año y medio, fueron virtualmente secuestrados por su padre Imad Shaban, un jordano nacionalizado guatemalteco.


 Hasta entonces, todos vivían en Guatemala; el matrimonio hacía pocos meses que estaba separado y los chicos quedaron a cargo de la madre, Gabriela Arias Uriburu, con la patria potestad otorgada por la justicia de dicho país.


 Desde que el padre se los llevó, la madre cruzó los límites y enfrentó la angustia que la paralizó para buscar a sus pequeños y reencontrarse con ellos.


 "Pasé de ser una ama de casa, cocinando peceto con papas, a leer la Convención del Niño, llamar a presidentes, hacer cartas y golpear puertas. Instalé el tema en entidades internacionales, basándome en que lo más importante no era yo, sino que mis hijos tengan a su madre. Cambié la mirada; no era un tema marital de dos adultos, sino el problema de tres chicos sin uno de sus padres", explica Gabriela.


 La protagonista de esta historia, convertida en escritora, especialista en derecho internacional, en leyes árabes y en burocracia y desgarro, estuvo, en principio, un año sin ver a sus chicos.


 En ese tiempo, no ahorró esfuerzos para hacer conocer el caso y encontrar ayuda.


 Exactamente, en diciembre de 1998, pudo viajar finalmente a Jordania y estar pocas horas con sus dos varones y su única nena.


 No fue un encuentro común: se realizó bajo custodia armada y con gran temor por la reacción de los menores.


 "A mí me salvó descubrir, en ese momento, que el amor entre mis hijos y yo estaba intacto. Que nuestros corazones no habían sido secuestrados y que el lazo era similar al momento en que nacieron", contó.


 Era sólo el principio de una odisea, todavía inconclusa.


 "Cuando la tragedia se llevó a mis hijos, yo no me quedé con culpas, porque había vivido todo con ellos. A mí no me quedó un boletín sin firmar, una canción por cantar, una torta sin hacer. Esa plenitud de entrega que tuve con ellos me lleva a encontrarme y decirles `acá está mamá' y que me reconozcan", destacó.


 Después de esa primera visita, se sucedieron siete viajes más (uno de ellos fue infructuoso) y en agosto será el próximo.


 Pero entre los viajes iniciales, ocurridos entre 1998 y 2001, transcurrieron tres años sin poder encontrarse.


 Es que a Karim, Zahira y Sharif los separan de su madre las creencias de los adultos, la postura árabe sobre la propiedad de los hijos y la mujer. La "guerra" que está en los corazones de dos hemisferios que, a dos mil años de historia, todavía no se entienden.


Repercusión nacional y mundial







 Para volver a ver a sus hijos, Arias Uriburu se entrevistó con los ex presidentes Carlos Menem, Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa.


 Presentó su caso ante Hillary Clinton, el príncipe Felipe de Asturias, la primera dama de Méjico, el presidente de Guatemala, el rey Hussein de Jordania, autoridades religiosas y cancilleres.


 El tema es conocido internacionalmente como el de "la madre argentina que lucha por sus hijos en Jordania".


 Se hizo famoso.


 Cuando se le pide a Gabriela que recuerde ese día de diciembre de 1997, prefiere no hacerlo.


 "El pasado ya fue. Ya lo digerí, escribí un libro sobre eso. A mí me importa el presente, ser plena ahora", responde.


 Su primer libro se llamó Ayuda, quiero a mis hijos y fue editado por Planeta. En él narra la historia de amor de la pareja, los embarazos y el nacimiento de cada niño, además del alejamiento forzado.


 El segundo cuenta las peripecias de los trayectos; los miedos, la cercanía de la muerte y su crecimiento como persona.




 --¿Se puede estar más allá del odio?


 --A Imad lo llevó su propia familia y cultura a alejarlos, lo entiendo en ese sentido, porque está en un sistema patriarcal donde las mujeres occidentales son una amenaza. Yo les digo a los chicos que ellos tienen que querer a Imad, porque no puedo crearles más confusión de la que tienen. Y sé que ellos ven en mí a una madre vital, fuerte. Zahira, que será la que más tendrá que luchar, ve a una madre que se impone al hombre. Y eso la ayudará.


¿Cómo es la ley en Jordania?







 La ley jordana sólo reconoce al padre como responsable de los hijos, por lo que la patria potestad de los tres les pertenece a Imad.


 De nada sirve que Guatemala sea el lugar de nacimiento de los chicos o que la justicia de allí haya otorgado la tutela a la madre.


 Zahira, al tener la primera menstruación, pasa a ser propiedad del padre y él decidirá sobre su futuro.


 Los varones tendrán otra suerte, porque al llegar a la mayoría de edad podrán viajar para estudiar en Occidente y decidirán sobre su vida.


 "Puede ser que entonces logremos estar más cerca, pero no quiero condicionarlos ni pensar en eso. Ellos tienen que buscar su historia y no la mía", reflexionó Gabriela, quien tampoco puede vivir en Jordania, porque como mujer occidental no tiene cabida.


 "Como los chicos están allá, manda el Islam. La patria potestad es imposible cuestionarla; lo que hay que lograr es que los chicos tengan papá y mamá", defendió.


 Ella no reniega de la religión islámica ("no hay algo peor o mejor, son diferentes", destacó), pero al ver su historia y los años de lucha, consideró que, en general, las relaciones entre Oriente y Occidente aún están muy inmaduras.


 "En el mundo, además, pareciera que no hay política de Estado para los niños", se quejó.


 La joven confesó haberse cuestionado por ser católica, por el rechazo recibido.


 "Este es un camino que no ha hecho nadie: soy una occidental que entra a Oriente como madre y mujer no musulmana", indicó.

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Acusada de pertenecer a una secta







 Gabriela Arias Uriburu fue acusada por Imad de pertenecer a una secta, razón por la cual él decidió alejarla de los niños.


 "El me repudiaba por satánica, pero yo conocí el infierno cuando llamaba a mis hijos por toda la casa y nadie me respondía", afirmó.


 A pesar del dolor y de la certeza de que, salvo que ocurra un milagro, ella no podrá vivir nunca más con sus hijos, la mujer habla serena.


 "Mis hijos me enseñaron que, en la vida, todo es negociable si se sale del lugar de propiedad y se busca el bien común. Aprendí a vivir cada momento", dijo.


 En una de las visitas pudo volver a cocinar para ellos, quienes nuevamente sintieron "el aroma de mamá".


 Los encuentros son de horas y no alcanzan. Regalos, juegos, besos.


 "Todavía no puedo dormir con ellos...", lamentó.


 Recién el año pasado, Gabriela conoció sus habitaciones.


 "Cada una tiene murales con mi rostro. Fue impresionante verlos. El amor de mis hijos me rescató, fue una bendición", confesó.


 Actualmente, los niños se comunican telefónicamente una vez por semana con ella y, juntos, planean el próximo encuentro de agosto.


 Hablan en inglés porque al español, su lengua primera, ya no lo recuerdan.


 "Karim me preguntó hace unos días si yo era feliz. Eso es maravilloso...", narró.


 Gabriela acaba de hablar con ellos; le cuentan que terminaron las clases con buenas notas y empiezan las vacaciones.


 Mientras, elige un lindo regalo para sus niños, para guardar en la valija que la acompañara en su octavo peregrinaje.


 "Cada viaje es un parto, soy como una madre en fecundación permanente. Pasé todos los inconvenientes burocráticos que se les ocurra, más en un país como Argentina que cambia fácilmente de funcionarios", agregó.


 Entre las cosas que llevará, incluirá maquillaje y un temple interior desconocido antes de enfrentarse con esta situación.


 "Prepararme como si fuera una reina es la mejor muestra de entereza que puedo darles, es demostrarles que el dolor no logró vejarme. Que estoy entera por y para ellos", cuenta en uno de los capítulos de Jordania, la travesía".


 Karim, Zahira y Sharif viven en Tierra Santa, a pocos kilómetros de Belén. Cerca del Jordán y en medio de la disputa entre árabes e israelíes.


 Están a cuatro horas de Irak, donde el enfrentamiento militar entre norteamericanos e insurgentes iraquíes no cesa.


 Casi un día de viaje y 15 mil kilómetros los separan de Gabriela desde finales de 1997. Atravesando el mar y el desierto.


 Un mundo.

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La historia.






 Gabriela es hija de un diplomático argentino. Se casó en 1991 con Imad, un empresario jordano, en Guatemala. La luna de miel fue en Jordania.


 Seis años después, ya con tres hijos, decidieron separarse.


 El día después de que la corte guatemalteca otorgara la custodia de los niños a Arias Uriburu, Imad los tomó y desapareció con ellos.


 Durante tres meses no se supo el paradero, hasta que finalmente se los localizó en Ammán, capital de Jordania.

¿Se puede volver a enamorar?




 "Me encantaría, pero reconozco que me he convertido en una mujer muy fuerte y no es fácil seguirme. Más allá de los jefes de Estado y de los medios, soy sencilla y me vinculo con el alma.


 "Pasé por la indigencia, por la muerte, por el repudio, por la tristeza y he salido de todo. A veces pienso que estoy más allá de mí misma y que no tengo mucho para darle a un hombre. Pero el amor se encuentra".

Mensaje a las mujeres.




 Entre los comentarios de Gabriela, surge un pedido especial para las mujeres. "No nos quedemos sentadas, salgamos del hogar, peleemos. El país y el mundo nos necesitan".

Consejo.




 "Las parejas multiculturales, que se conocen a través de Internet, son cada vez más. Pero para que resulten se debe tener una mente abierta, porque cuando llegan los hijos, la forma de educación que cada uno quiere para ellos puede derivar en conflictos inseparables".

Los encuentros de Gabriela con los chicos:
* Diciembre de 1998.
* Diciembre de 1999.
* Mayo de 2000.
* Junio de 2001.
* Enero de 2004.
* Septiembre de 2004.
* Febrero de 2005.
(Tres de ellos fueron abonados por el rey de Jordania y, el resto, por el Estado argentino).
* Próximo: agosto de 2005.

El país.
* Nombre: Reino Hachemita de Jordania.
* Capital: Ammán.
* Idioma: Arabe.
* Límites: Al oeste con Israel, al norte con Siria, al noreste con Irak, y con Arabia Saudita al este y sur.
* Es miembro de la ONU.


Sin apoyo del actual gobierno























 Dos años después del secuestro de sus hijos, Arias Uriburu creó la Fundación Niños Unidos para el Mundo, con el objetivo de asesorar, prevenir y ayudar a menores secuestrados por uno de sus progenitores.


 Desde 1999, se atendieron 2.000 casos similares de matrimonios disueltos cuyos hijos viven alejados de uno de sus padres, en general en otro país.


 Ultimamente, reciben tres denuncias diarias.


 "Hay miles de situaciones similares, que hay que prevenir. Ningún caso es aislado. Lo importante es que las cuestiones maritales no se resuelvan con los hijos".


 Hasta hace un año, el Estado argentino ofrecía un subsidio para llevar adelante los trámites y la atención, pero el gobierno de Néstor Kirchner dejó de lado dicha partida.


 Por tal motivo, la Fundación está a punto de desaparecer (debió cerrar las oficinas y funciona en la casa particular de Arias Uriburu, quien busca apoyo para mantenerla).


 "Ahora que Jordania me acepta, la guerra me la hacen en la Argentina, pero alguna vez me tendrán que decir que sí, porque sé que la gente me apoya".