El pueblo detenido en el tiempo que crece como destino turístico de escapadas
En el sudoeste bonaerense,esta localidad atrae por su tranquilidad rural, su historia ferroviaria y una identidad que resiste al paso del tiempo.
Hay rincones de la provincia de Buenos Aires donde el tiempo parece haberse detenido. Calles de tierra, casonas centenarias, árboles que dibujan túneles verdes y un ritmo de vida pausado construyen postales que invitan a bajar un cambio. En estos pueblos, la historia se respira en cada esquina y la tranquilidad se convierte en el mayor atractivo para quienes buscan escapar del ritmo vertiginoso de la ciudad.
En medio de la llanura pampeana, lejos del bullicio urbano y de los destinos turísticos más conocidos, emergen pequeñas localidades que sorprenden por su hospitalidad, sus sabores criollos y su conexión con la naturaleza. Allí, la vida rural conserva su esencia, las costumbres se transmiten de generación en generación y el paisaje invita a desconectar para volver a lo esencial.
Entre caminos rurales y campos de manzanilla, Bellocq se posiciona como una escapada ideal en la provincia de Buenos Aires. Su patrimonio ferroviario, la icónica iglesia con vitrales franceses y su gastronomía criolla convierten a este pueblo en un destino turístico en auge para quienes buscan desconectar del ritmo urbano y conectar con lo esencial.
En Puan, el gobierno de Axel Kicillof construyó el nuevo centro universitario, que cuenta con dos aulas dotadas de mobiliario y equipamiento tecnológico, baños adaptados y espacios para la administración. Allí se cursarán las diplomaturas en Tecnología Agropecuaria (Universidad Tecnológica Nacional) y en Producción Lechera (Universidad Nacional de Lomas de Zamora). El flamante espacio educativo es el número 37 que la Provincia puso en funcionamiento en distritos del interior bonaerense.
Bellocq: un refugio rural entre historia, sabores y tranquilidad
En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, San Francisco de Bellocq se consolida como una alternativa turística ideal para quienes buscan una escapada de fin de semana. Rodeado por la inmensidad de la llanura pampeana y a pocos kilómetros del mar, este pequeño pueblo invita a detenerse, respirar profundo y disfrutar de una experiencia auténtica, lejos del ruido de la ciudad.
Fundado sobre vías y memorias
Bellocq nació formalmente en 1912 gracias a la donación de tierras por parte de María Larramendy de Bellocq. Sin embargo, su identidad como pueblo se consolidó con la llegada del tren, cuando se inauguró la estación San Francisco de Bellocq en 1929, como parte del ramal Orense–Copetonas. Su trazado ferroviario aún marca la fisonomía del lugar, con diagonales arboladas y monolitos en las esquinas.
Patrimonio arquitectónico y espiritual
Uno de los emblemas más reconocidos del pueblo es la iglesia Inmaculada Concepción, también conocida como Santa María. Construida en 1914 por monjes benedictinos con materiales traídos de Francia, se destaca por sus 16 vitrales diseñados por Henri Gesta de Toulouse, que filtran la luz del campo y ofrecen un espectáculo de colores en el interior. Este templo sigue siendo el corazón espiritual y cultural del pueblo.
Sabores caseros y aromas de manzanilla
Con menos de mil habitantes, Bellocq conserva una economía centrada en la producción agrícola, especialmente de cereales. En los últimos años, la recuperación productiva se vio impulsada por el cultivo de manzanilla, cuyo aroma invade las calles y se convirtió en sello local. A esto se suma una gastronomía criolla que destaca por empanadas caseras, carnes a la parrilla, pastas y postres tradicionales como lemon pie y tartas de frutilla.
Memoria viva en cada rincón
La historia del pueblo también se preserva en espacios como el Almacén de Ramos Generales Casa Chedrrese, fundado en 1917, donde aún se respira el espíritu de comunidad y confianza que caracterizaba a la Argentina rural del siglo pasado.
Turismo espiritual y alojamiento con historia
En lo que fue la residencia monacal del monasterio benedictino, funciona hoy el Hospedaje San Benito. El lugar ofrece estadías en habitaciones simples o compartidas, conservando mobiliario original y un entorno de tranquilidad y recogimiento, ideal para quienes buscan desconectarse por completo.
Naturaleza y actividades al aire libre
Ubicado a 20 km del mar y a 48 km de Tres Arroyos, Bellocq ofrece una geografía perfecta para caminatas, cicloturismo y paseos bajo cielos abiertos. Las calles de arena y el paisaje de campo se combinan con propuestas como ferias, visitas a museos locales y recorridos por los antiguos edificios ferroviarios.
Un destino que conjuga pasado y presente
Hoy, Bellocq se presenta como un destino de turismo rural genuino, donde los proyectos modernos —como la producción de manzanilla o el nuevo hospedaje boutique— conviven con una identidad histórica que se mantiene viva en cada esquina. Para quienes buscan salir de la rutina y reencontrarse con lo simple, este pueblo detenido en el tiempo se transforma en una escapada inolvidable.