Bahía Blanca | Sabado, 19 de julio

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Jaime Juventud, la estatua viviente argentina que cruza las fronteras

La obra que forma parte del Paseo de Estatuas Vivientes de Bahía Blanca y busca visibilizar la ancianidad clasificó para participar en el Festival Internacional de Estatuas Vivientes que se realizará en Bélgica. Cobra vida a través de la araucense Micaela Forestier Schenkel.

Jaime Juventud en el Parque Independencia de Bahía Blanca.
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Audionota: Danilo Belloni

Jaime Juventud, del Paseo de Estatuas Vivientes de Bahía Blanca, es un anciano que homenajea y visibiliza la ancianidad. Es en blanco y negro, como las fotos antiguas. No se mueve si no lo ayudan. Explora e interpela sobre los cambios que llegan con la edad tanto físicos como internos. Y acaba de ser seleccionado para participar en el Beeldig Lommel, Festival Internacional de Estatuas Vivientes que se realizará en Lommel, Bélgica, el 14 y 15 de junio.

La actriz y profesora de Teatro que interpreta esta obra, Micaela Forestier Schenkel, oriunda de Jacinto Arauz, no puede estar más entusiasmada y feliz no sólo por el reconocimiento internacional sino también por la posibilidad de llevar una mirada humanista sobre la vejez a escenarios urbanos más lejanos aunque no inaccesibles.

Micaela ya ganó premios internacionales con su obra Mapamundica, la exploradora, estrenada en 2018, en Pehuen-có y también los ganó con Jaime Juventud, que nació en 2022. Luego llegó Illiari, una estatua blanca con luces y un vestido gigante, que suele ser contratada para eventos.

Festival de Estatuas Vivas en Portugal con Jaime Juventud recibiendo el segundo premio del público.

--¿Cómo nació Jaime Juventud?

--Lo creé para participar del festival Sziget, en Hungría, en el que no podía volver a presentar a Mapamundica la exploradora y también inspirada en mi abuela. Me movilizaba verla menos activa y ver cómo se iba transformando en una adulta muy mayor a la que le duele el cuerpo, camina más lento y hasta tiembla. Empecé a observar como excluimos a los “viejitos” de un montón de planes. Yo había hecho un personaje para la obra Marathon, de Ricardo Monti, que se llamaba Homero Estrella, y era un viejito. No tenía ese color y ese maquillaje pero si la calidad de movimiento y un modo de decir. Toda esa información la usé para construir la estatua viviente que se mueve únicamente si las personas lo ayudan, a veces con el bastón, otras veces rascándole la espalda. Trabajo mucho desde la ternura pero también es un viejo cascarrabias enojado con las cosas que pasan en el mundo.

--¿Cómo vivís las interacciones con el público?
--En el momento que estoy con el público todas las interacciones son especiales y las vivo con mucha intensidad, gratitud y enfoque. Me hace estar tan presente. En la vida cotidiana hay momentos que estoy en un lugar pero pensando en otra y estar ahí, con la estatua viviente, hace que realmente esté presente y conecte con la mirada de esa persona que se acerca para ese intercambio para ese momento.

--¿Recordás alguna interacción que te haya impactado especialmente?

--Las que más recuerdo son aquellas que no son esperables. Recuerdo una que me pasó este verano en Monte Hermoso. Un nene se quería sacar una foto y se sentó en el pedestal. Y nunca antes alguien lo había hecho mientras yo estaba ahí parada.
Una que no estuvo buena fue en Alemania. Se acercó un señor, y me hizo un chiste, para él fue un chiste. Me dobló el brazo, me tiró al piso y empezó a decir: ¡Oh! ¡Soy la policía! ¡Soy la policía! Después me soltó y se fue riendo. Me llamó la atención que el público no se acercó a preguntarme si estaba bien. Y ahí tomé consciencia de lo expuesta que estaba porque en Bahía Blanca ya saben quién soy, hablamos el mismo idioma y se genera comunidad.
También he recibido muchos regalos, cajas de bombones, cuadros pintados, fotos, mucha comida, miles de dibujitos y hasta una vez un chico me escribió una canción y me invitó a su recital. Por suerte han pasado muchas más cosas lindas que feas y por eso elijo seguir haciéndolo.

En el 3er Festival de Estatuas Vivientes en Mar del Plata con Mapamundica, la exploradora, en 2023

--Sos de Jacinto Arauz ¿Hiciste alguna de tus obras en el pueblo?

--Sí, hice varias veces mi obra de estatua viviente en espacio público y también me ha contratado el municipio y me han invitado para eventos. Allá estoy muy mimada e incluso recibo mucho apoyo de concejales y desde La Pampa me tienen muy presente. Super agradecida. La gente del pueblo me escribe y cuando nos encontramos en el espacio público se disfruta mucho. Ellos me vieron crecer. Cuando estoy estatuando ver a las hijos de amigas o compañeras de la primaria me emociona un montón.

--¿Cómo nació Mapamundica, la exploradora que estrenaste en 2018?

--Surgió porque yo fui Scout. Durante 12 años pertenecí al grupo scout San José de Jacinto Arauz, en La Pampa. Fueron unos años maravillosos en los que aprendí sobre la vida en la naturaleza, valores y un modo de vivir y habitar el mundo”, dijo.
Tenía todo ese contenido impregnado en mí y soñé que era una exploradora, no quería ser una scout sino una exploradora en general, una niña curiosa que tenga varios objetos”, comentó.

En Plaza Payró en el espacio público destinado al Paseo de Estatuas Vivientes con Mapamundica, la exploradora.

--¿Cómo fueron creciendo tus estatuas con el tiempo?

-- Mis estatuas vivientes son muy de la interacción con el público, necesitan que el espectador, en la mayoría de mis acciones esté activo, que me ayuda corporalmente a hacer algo, así que crezco sí o sí con el púbico. El espectador viene con una información y me propone algo. Y yo ahí observo. Por ejemplo, si viene alguien con miedo y estoy con Mapamundica no le voy a dar la soga porque puede relacionarla con un juego o se puede asustar.
Estar en la calle, quieta, hace que mi percepción se vaya ampliando, que mi mirada sea más periférica, que mis oídos estén más atentos y también más alertas porque pasan muchísimas personas con buenas intenciones y a veces no.
Hay que estar con el cuerpo disponible para reaccionar. Si una persona viene con mucha buena onda y confianza hasta puedo abrazarla y jugar a que me quedo quieta abrazándola y se va a reír. Pero quizás otra persona quiere interactuar desde lejos y tal vez es un simple saludo o mirarlo con los binoculares. Si estoy con Jaime Juventud, y veo que la persona está lejos, le pido que se acerque a ayudar, porque Jaime solo se mueve si lo ayudan.

--¿Cómo y dónde te formaste para esta disciplina?

--Soy Profesora de Teatro y Actriz recibida de la Escuela Provincial de Teatro Nº 4 de Bahía Blanca. Me recibí en 2017 de ambas carreras. Estudié dos años Expresión Corporal Danza en la Escuela de Danza Clásica de Bahía Blanca y un año de iluminación, un año de gestión y producción de espectáculos y siempre estoy tomando seminarios de entrenamiento actoral, clown, mimo y todo lo relacionado al arte, al teatro.
Además, sumé más tiempo al entrenamiento corporal. Hice verticales, yoga y ahora estoy abocada al gimnasio. Voy una hora todos los días.  Eso me da un tono muscular que hace que mi quietud sea mejor, que mis pies estén a tierra más plantados, que mi eutonía, que es el tono óptimo del cuerpo, esté a gusto, y que mi cuerpo no tenga dolores.

Junto a Mariela, quien será su técnica escénica en Bélgica.

--¿Cómo es quedarte quieta en un mundo tan ruidoso?

--Es maravilloso, me ayuda a calmarme. Soy una persona ansiosa y desde que soy estatua viviente esto se ha regulado más, me ayuda a estar más presente y siento que a otras personas también le genera una armonía o una paz, porque vienen de estar estresados y es un minuto de sus vidas donde entran en otro mundo de calma de tranquilidad o quizás de risa o picardía. Es como convidarle su poco de ¿Adónde vas tan apurado? Eso.
Para mí quedarme quieta es un “juego a quedarme quieta”. Es actuar que me quedo quieta. Me parece divertido desde ahí. No querer hacerlo de verdad y concentrarme sino jugar a quedarme quieta, estatua, como si fuera una niña. Me concentro en que no sea una quietud super tensa sino que sea aproximadamente un 70 por ciento de rigidez. Esto tiene que estar acompañado de entrenamiento y equilibrio. Además, trabajo con los ojos abiertos que implica mirar un punto fijo. Trabajo con mi respiración y tengo una nutricionista para llevar una buena alimentación.

La alegría y el orgullo por representar a Argentina

Desde noviembre hasta febrero estuvo abierta la convocatoria para participar de este festival.

“Había que enviar fotos y videos, el currículum, hacer una sinopsis y llenar un formulario”, contó.

“Me inscribí y quedé seleccionada. Me comunicaron que cubrían el pasaje ida y vuelta, comidas y estadía mas traslados interurbanos para mí y para un asistente escénico”, mencionó.

La asistente escénica, en este caso, será Mariela Olivera Almada, quien además de ser su amiga tiene una trayectoria de más de 25 años como estatua viviente y es una de las promotoras y organizadoras del Encuentro de Estatuas Vivientes que se lleva a cabo cada noviembre en Bahía Blanca, en la Plaza Payró.

 “Me enorgullece participar de un evento así y representar a Argentina. Amo a mi país y llevar un poco de nuestra cultura allá me parece super importante”,  expresó.

“Es maravilloso poder compartirles que acá también hay muchísimas estatuas vivientes, que hace 30 años que existimos y habitamos los espacios públicos y que tenemos una ordenanza que se llama Paseo de Estatuas vivientes que asignó un espacio público para esta disciplina”, mencionó.

Micaela (der) de negro, con Mariela Olivera Almada en el 12° Encuentro de Estatuas Vivientes en Bahía Blanca, 2024.

Dijo también que cada estatua viviente, en este caso Jaime Juventud, si bien encarna un personaje no es un personaje en sí mismo sino una obra de teatro porque tiene su propio escenario (que es el pedestal donde se para), un maquillaje, vestuario, utilería, dramaturgia y (en algunos casos) hasta iluminación.

Micaela entró en el mundo de las estatuas vivientes en 2017, en un viaje que hizo con tres amigas a Ushuaia. Allí conocieron a mucha gente sobre todo artistas, que vivían viajando y realizando talleres para costear el viaje: circenses, malabaristas, artesanos.

En ese viaje su amiga Nerina, en Calafate, armó su estatua viviente y llamó la atención de un montón de gente que se acercó conmovida a agradecerle por estar haciendo ese arte escénico en un espacio público y además ganó un montón de dinero.

 “Yo dije: ‘¡Yo también quiero hacer eso! Al regresar a Bahía Blanca lo comentó entre sus amigas y todas querían ser estatuas vivientes y empezaron a formarse. Pero sus amigas dejaron y ella siguió.

--¿Qué le dirías a tu yo de ese primer día?
--Le agradecería porque gracias a ella yo pude vivir todo esto, vivir de esto y seguir experimentando cosas ¡No quiero parar! Así que le diría gracias por animarse y que le siga metiendo.

Otras experiencias fuera del país. Micaela Forestier Schenkel ya participó en otros festivales internacionales con sus obras. En 2019, en Uruguay, recibió el primer premio del jurado y del público con Mapamundica, la exploradora. El mismo año participó del Sziget en Hungría y en otro festival en Portugal. También fue al FiraTàrrega, en Catalunia, España, y al Aurillac, en Francia. En 2022 volvió al Sziget, en Hungría, con Jaime Juventud y ganó el primer premio que era dinero y el pase a participar del Mundial de Estatuas Vivientes en Países Bajos, en octubre donde participaron 104 estatuas vivientes de todo el mundo.