Carlos Di Sarli, un reconocimiento justo y merecido
Un homenaje merecido para uno de los más talentosos músicos del tango.
Mañana culmina la 15º edición del festival de carácter nacional que cada año se realiza en nuestra ciudad en memoria y homenaje al músico bahiense Carlos Di Sarli.
Prueba del reconocimiento que ha ido ganando este festival es el haber sido declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación y por el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires; además del Honorable Concejo Deliberante local.
Durante los nueve días que duró el encuentro hubo espectáculos en diferentes escenarios de la ciudad, con la participación de unos 200 artistas, además de charlas, muestra de fileteados, milongas callejeras, visitas guiadas y distinciones.
Este no es un detalle menor, ya que no son muchas las ocasiones en que tantos artistas puedan participar de un encuentro de estas características.
Por otra parte es un festival que alienta al turismo, una propuesta que moviliza gente de la zona y la pone, a través del tango, en movimiento con actividades diversas.
Pero tiene además este festival una connotación adicional no menor, la de rendir tributo a una figura de nuestra ciudad que por razones completamente ajenas a su reconocido talento, ha sido ninguneado y en gran medida ignorada.
A pesar de ser Di Sarli uno de los intérpretes de tango más reconocidos de la época de oro de esa música, de llenar clubes porteños en los bailes de carnaval y de ser protagonista de las audiciones de radio más escuchadas, en algún momento, algún mediocre envidioso creó la leyenda de que el hombre traía mala suerte.
Como la ignorancia suele ser un mal generalizado, ese mote fue ganando lugar y fue así que muchos dejaron de pasar sus discos o mencionar su nombre, una actitud de extrema pobreza intelectual y de marcada injusticia.
Incluso uno de sus tangos más bonitos, al que Di Sarli tituló Bahía Blanca, es poco habitual escucharlo en radios locales o que se haga referencia al mismo.
De allí entonces que estos 15 años de un festival en su nombre y memoria, cada vez más exitoso y variado, es mucho más que un homenaje, es también un acto de justicia y de respeto.