UNS: estudiantes de arquitectura rediseñan un espacio emblemático
Se trata del hall de acceso del complejo ubicado en avenida Alem 1253. El concurso abierto fue promovido por el departamento de Geografía y Turismo y la Dirección de Construcciones.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Un concurso de anteproyectos convocando a estudiantes de la carrera de Arquitectura fue el camino elegido por la Universidad Nacional del Sur (UNS) para el rediseño de un reconocido espacio ubicado en el hall de acceso del complejo de avenida Alem 1253.
Se trata de la adecuación del local donde se reciben las devoluciones de los libros prestados por la Biblioteca Central, un sitio que exigía adecuaciones para su uso teniendo en cuenta las nuevas modalidades de usos en la materia.
El concurso abierto a todos los estudiantes de la carrera mencionada fue promovido por el departamento de Geografía y Turismo y la Dirección de Construcciones de la UNS.
La propuesta encontró una buena respuesta con ocho trabajos presentados que involucraron a unos 40 estudiantes, la mayoría de ellos cursando las últimas materias de la carrera.
El arquitecto José Luis G. Fernández, veedor de la convocatoria, destacó que “resultó un desafío ponerla en marcha, porque era la primera vez que se hacía. Pero tenemos en claro que un concurso es la forma más democrática para elegir un proyecto y un buen medio para estimular la creatividad y el involucramiento de los futuros profesionales”.
El jurado estuvo integrado por el magister Víctor Ferracutti; la arquitecta Laura Villalobos y los arquitectos Guillermo Allerborn y Martín Castro García.
Se designó ganadora a la propuesta presentada por los estudiantes María Paz Asteinza, Antonella Costantini, Jazmín Iara López y Matías Gustavo Redel, quienes trabajaron con la tutoría del arquitecto Romualdo Vera.
“Es un diseño que combina tecnología, accesibilidad y sostenibilidad. Es una propuesta innovadora que se alinea con las necesidades de la comunidad universitaria”, indicó el jurado.
La obra se llevará a cabo en 2025 y tiene como objetivo modernizar el sector a intervenir respetando el hecho de estar interviniendo en un edificio que es patrimonio histórico y arquitectónico.
Según explicó el equipo merecedor del primer premio, una de las prioridades fue garantizar que el área sea accesible para todos.
Para ello se incorporarán baldosas antideslizantes y un mostrador inclusivo que permite un uso equitativo por parte de personas con diferentes capacidades.
Asimismo, se ajustará la ubicación de las puertas, mejorando las condiciones de evacuación y ventilación.
El proyecto incluye la instalación de pantallas táctiles interactivas para incorporar recursos digitales y la difusión de información académica a partir de una comunicación eficiente y sostenible.
El uso de estas tecnologías estará incentivado por un sistema de puntos, que los estudiantes podrán canjear por descuentos en el comedor universitario o productos institucionales, fortaleciendo el vínculo entre los usuarios y la biblioteca.
En cuanto al uso de materiales, la obra combina madera, tonalidades cálidas y cemento alisado, preservando la identidad del edificio y garantizando una solución económica.
Asimismo, se propone la renovación del mobiliario para optimizar el almacenamiento y la circulación.
Una propuesta, una realidad
Antonella Costantini, integrante del equipo ganador, explica que el grupo trabajó a partir de las bases del concurso —“que eran muy completas y específicas”— y en los detalles funcionales que fueron detectando.
“Había una cuestión patrimonial que respetar, así como buscar que el nuevo diseño no compitiera con lo existente y algunas cuestiones de uso diario que mejorar”, comenta.
“Otro objetivo era visibilizar la biblioteca a través de esta remodelación en un contexto contemporáneo, donde se combinan medios digitales con el libro papel”, agrega.
“Buscamos incorporar tecnología para que este espacio no quede relegado y darle acceso universal, a fin de que nadie se siente excluido o diferenciado”, asegura Costantini.
Si bien las bases no indicaban un presupuesto para la obra, el equipo consideró su economía, “que sea accesible y viable”, al tiempo de explicar que, por su superficie y escala, no resulta una intervención cara o inaccesible.
Para Antonella fue interesante trabajar en equipo, “algo que realizamos a lo largo de toda la carrera”, y que funcionó bien porque cada uno fue tomando un rol diferente.
“En ningún momento hubo problemas en la dinámica. Y como todos pensamos diferente, cuando uno se propone una idea tiene que estar bien fundamentada”, explica.
Por último, señaló que participar del concurso resultó “muy interesante”, una aproximación a una práctica profesional real.
“La oportunidad de dejar algo hecho en la universidad es todo un honor, porque en la carrera trabajamos con supuestos, con imaginarios, en algo que podría pasar pero que no se va a materializar”, comentó.
“Es muy fuerte ver que una creación nuestra va a quedar a la vista de todos. Es, además, una experiencia que abre caminos y suma”, concluyó.