Las paredes hablan: breve historia de la publicidad electoral en las calles bahienses
Pancartas, pintadas a brocha gorda, carteles, latas. Todo invade la ciudad en tiempos electorales. Las paredes también hablan y han dejado testimonio de distintos momentos polçiticos de nuestra historia.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
"La responsabilidad de elegir a nuestros gobernantes es una carga que todos debemos llevar en una sociedad democrática." Milan Kundera
El tiempo de elecciones es tiempo de cartelería. Afiches, pintadas, fotos y slogans. Hoy algunas conductas se han corregido y esa cartelería se ubica en lugares autorizados o donde no resultan tan agresivas. Más allá que siempre hay pintadas, grafittis y pegatinas inadecuadas. Pero todos los candidatos parecen asumir que quien no cuida su ciudad en campaña es difícil pensar que lo hará en funciones.
Lo que sigue es un breve recorrido por distintas épocas electorales para conocer sus modos de de promoción, a través del archivo de La Nueva. Una mirada a un pasado que habla de modos y formas.
Los 60, la década sin peronismo
Los 60 fue un tiempo de golpes y proscripciones. Los dos Arturo, Frondizi e Illia, fueron derrocados, y el peronismo era palabra prohibida desde 1955. Hay elecciones, pero también intervenciones, gobiernos interrumpidos, militares manteniendo el poder. En nuestra ciudad los carteles ocupan lugares a veces insólitos.
Las columnas de iluminación son, por caso, un soporte habitual, los de la avenida Alem, cuando todavía ocupaban el eje central de esa calle, o las de la plaza Rivadavia.
Sin renunciar, claro, a los atractivos paredones del ferrocarril y otros frentes estratégicos.
El tío al gobierno, el General al poder
Las elecciones de 1973 tuvieron como hecho clave el regreso de Juan Domingo Perón de su exilio. Héctor Cámpora, el tío, pone su nombre y su cuerpo para sortear la imposición del gobierno de facto que le impide a Perón ser candidato. Asumirá la presidencia y renunciará a los tres meses, convocando a nuevas elecciones y llevando a Perón por tercera vez a la presidencia.
Las pintadas de época eran a brochazo limpio, en paredes, cortinas, vidrieras. La forma de escribir el apellido de Cámpora, con la V de la victoria debajo de la letra “P” es hoy el símbolo de “La Cámpora”, la agrupación que dirige Máximo Kirchner.
Paraguay y Zelarrayán, la vieja esquina del colegio Claret, La propuesta de Dragunsky Intendente, Partido Socialista, pidiendo la libertad de los presos políticos.
“Argentina no puede perder”. La frase de Francisco Paco Manrique para su candidatura por el partido Renovador Federal. "Balbín solución", otra recordada frase. Afiches en los frentes de viviendas y la curiosidad de la gente por ver los nombres, las caras y las frases.
Llamativa consigna del 73: Los muertos también votan a Perón. ¿Simbólico o fraude? Las paredes como pantalla era lo habitual, una herencia de los míticos graffitis del Mayo del 68 en París. También con amenazas, “si borran los carteles les pintamos las casas”.
“Vote contra los monopolios. Vote Allende”. Consigna sobre las paredes de la Escuela 2. En la primera cuadra de calle Vieytes. “Perón o muerte”, un signo de violencia que estallaría de la peor manera en los años siguientes.
La democracia en pañales
Los 80. El fin de la dictadura, la locura de Malvinas, los desaparecidos, una historia de horror que abre el camino para volver a las urnas.
Pancartas, carteles en columnas, latas y la plaza Rivadavia convertida en lugar por excelencia para publicitar nombres y promesas. “(Antonio) Cafiero es la esperanza”, una de las frases.
El regreso de las cuatro décadas, 1983. Una lata que cuelga de un árbol para un candidato a intendente. Calle Alsina y Chiclana. De fondo el Café Nº 1, el bar Londres, el Molino.
Elecciones de 1983, trasmisión en vivo, resultados parciales desde La Nueva Provincia, LU2 radio Bahía Blanca y TeleNueva Canal 9. La voz cantante es la de Héctor Gay, lejos (lejísimos) de imaginar en ese momento que entregaría el mando de Deparatamento Ejecutivo 40 años después, luego de cumplir dos períodos como intendente electo. Los caminos de la vida.
Los 90, cerrando el siglo XX
En 1991 Ezequiel Crisol va por la intendencia, de la mano de Duhalde Gobernador, con el recurso de las pancartas. En La Universidad Nacional del Sur la pegatina cubre las columnas del complejo de la avenida Alem.
Un caso particular es el de Federico Susbielles, que por tercera vez intentará ocupar el sillón de Bordeu. La primera fue en 2007, a sus 32 años de edad. El slogan en esa oportunidad fue “Esta vez Bahía tiene que ganar” y los afiches lo mostraban solo y acompañado por Cristina Fernández. En 2019 volvió a postularse. “Un intendente que no prometa, que haga”, fue la frase que acompañó su imagen, con una estética distinta, otro peinado y barba En 2023. con Unión por la Patria es simplemente “Fede”.
En 2007 aparece en escena la “Unión Pro”, de la mano de Francisco De Narváez y Mauricio Macri. Miguel Donadio es acompañada por Constanza Rivas Godio y por el basquetbolista Hernán Montenegro. No era todavía su tiempo.
Ese año el radicalismo intenta recuperar el sitial que tuvo desde 1983 y lleva como candidato a Juan Pedro Tunessi, “La opción diferente”. Su publicidad mete en la misma bolsa al que fuera jefe comunal, Rodolfo Lopes, al entonces intendente ,Cristian Breitenstein, a Federico Susbielles y, claro, a Cristina. “Son lo mismo”, era el resultado de sumar sus nombres.
Un hombre de cuna radical, Raúl Woscoff, crea su propio espacio político. Ex funcionario de Jaime Linares y con varios períodos como concejal, su propuesta es elegirlo “para volver a creer”. Su partido, Integración Ciudadana, sigue vigente y con nuevos nombres que aspiran a la intendencia.
En 2015 vuelve a presentarse uno de los referentes del justicialismo local. Dámaso Larraburu se alinea con Sergio Massa y vuelve a colocar su cara en afiches y locales.
Ese mismo año, sabiendo que los números eran completamente desfavorables, el radicalismo recurre a Roberto “Tucho” Ursino, un histórico del partido, hombre de Ingeniero White, que sigue trabajando en de ese espacio. Fue candidato de Cambiemos pero no resignó el histórico escudo radical.
En la esquina del entonces inconcluso edificio de O’Higgins y Saavedra, Mauricio Macri va por la presidencia y un hombre del periodismo local da un paso más en su incipiente carrera política y se suma a la lucha por la jefatura comunal. Será el gran triunfador, el encargado de entregar este año ahora el bastón de mando a su sucesor.
Es también una nueva oportunidad para otro histórico del justicialismo local, Marcelo Feliú. Era quizá su gran oportunidad, pero el efecto Macri-Gay fue demasiado. Hoy acompaña la candidatura de Susbielles y busca renovar su cargo de legislador.
Final, el momento de la responsabilidad
“La política es el arte de lo posible”, conocida definición que algunos ponen en boca de Aristóteles. Un político español la amplió tiempo después al señalar que es “el arte de lo imposible”. Las dos aseveraciones tienen su cuota de sentido.
Lo cierto es que en cada momento electoral los candidatos se muestran, sonríen, hablan, callan y prometen. Luego los votantes deciden, en una práctica que los hace en gran parte responsables de su destino. "La democracia exige ciudadanos informados y responsables; de lo contrario, se convierte en una farsa que amenaza su propia existencia." Dijo Nelson Mandela. Una verdad.