El tránsito en problemas
La década del 60 comenzó a ser complicada para el tránsito vehicular, cuando la cantidad de automóviles era el 25% de la actual.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 60 años, en julio de 1963, comenzaba a ser motivo de preocupación el incremento del parque automotor en la ciudad, para calles que, se dijo, “no estaban diseñadas” para soportarlo.
“El transito en núcleos urbanos, con calles de entre 8 y 12 metros de ancho, no fue ciertamente –ni pudo serlo—una geometría que previese el ascenso demográfico y sus necesidades”, señalaba este diario aquel mes, como introducción a un componente que lejos se estaba en 1828, año fundacional de la ciudad, a tenerse en cuenta, como era la irrupción del automóvil, por un lado, y el considerable aumento poblacional, por otro.
Por eso comenzaba a considerarse que el aumento de vehículos creaba “un hacinamiento cuyos efectos negativos van a crecimiento, sin atisbarse soluciones de fondo”.
El comentario venía a cuento por los datos aportados desde la delegación de Rentas, que daba cuenta, por un lado, “del grado de adelanto de la ciudad” y, por otro, de la mejor capacidad económica de sectores cada vez más amplios de la población.
¿Cuál era el hecho que empezaba a preocupar? Que la ciudad contaba, en 1963, con 20 mil vehículos, sumando automóviles, camiones, camionetas, furgones, motocicletas y motonetas. Esto significaba que había un vehículo cada 8 habitantes.
“Las autoridades municipales deberán tomar en consideración problemas de esta magnitud, que han de crear en el futuro multiplicadas circunstancias contrarias a la armonía de la actividad urbana moderna”.
Lo cierto es que en esa misma ciudad y con sus mismas calles, en 2023 circulan 161 mil automóviles y unas 85 mil motos, lo que da un total de 246 mil vehículos para una población, censo 2022, de 335.190 habitantes. Es decir que cada 1,36 personas hay un vehículo. De allí la lógica entonces de tener calles colapsadas, comprometidas y desbordadas.