Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

La aventura de hisoparse en Bahía Blanca

Filas interminables, topes de 150 personas, alta positividad, humores contrariados y falta de empatía. No todos los que quieren testearse están en condiciones de hacerlo. Por los contagios, falta personal.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

 

   “A las 11 cortamos la cola. El que no está para esa hora, no podrá hisoparse”.

   Seis centros de testeos rápido son los que funcionan hoy en día en Bahía Blanca: uno de Región Sanitaria, dos dependientes del municipio y un cuarto que funciona en el marco del colectivo de Salud. También hay un quinto, que solo funciona los sábados y domingos en el puerto, y un sexto dependiente de IOMA y solo para afiliados.

   En números rápidos, cada uno de estos lugares analizan diariamente -de lunes a viernes- unas 150 personas, sin turno y por orden de llegada, algunos desde las 8.30 y otros desde las 9. El horario de cierre es entre las 12 y las 12.30 -Región Sanitaria, en D'Orbigny al 2.500, lo hace hasta las 18-, aunque a veces se avisa que a un determinado momento, no se aceptan más personas en la fila.

   Esto muchas veces despierta el enojo de quienes están esperando. Los reclamos, por supuesto, son hacia el personal que está realizando los hisopados y se terminan generando cruces que, hasta ahora y salvo algún caso que terminó siendo promocionado en las redes, no han llegado a mayores.

   “Nosotros también somos personas”, señala el personal médico. “¿Y nosotros qué somos?”, contestan quienes esperan.

   La realidad demuestra que una persona que hoy quiera hisoparse en Bahía Blanca tiene pocos caminos para acceder al testeo gratuito, no en cuanto a la accesibilidad, sino más bien en cuanto a las posibilidades de hacerlo: el trámite en sí no tarda más de 3 o 4 minutos y los resultados están -a lo sumo- en 15.

   El problema, entonces, es la espera.

   “Si querés hisoparte, tenés que venir a hacer cola a las 6 de la mañana”, lamenta una mujer al rayo del sol de la mediamañana en Bravard al 1.700.

   Ya pasó por el centro Cono Sur, en la primera cuadra de Caronti, y la fila llegaba hasta Estomba y seguía por esa cuadra durante un buen trecho, por lo que prefirió aventurarse hasta la Unidad Sanitaria de Pampa Central al 900.

   La decisión parece no haber sido la correcta: la fila termina siendo aún más larga, pasando por toda la cuadra de Chancay y de Pampa Central, y dando la vuelta hacia Bravard. Y no fue la única persona que se arriesgó a probar suerte en otros lugares.

   “Solo se hisopará una persona por grupo familiar”, advierten los carteles y el personal. Eso no siempre se refleja en las filas: hombres y mujeres con niños esperando desde quién sabe qué hora, algunos guardando distanciamiento social, otros a menos de un metro de distancia, la gran mayoría apoyados contra la pared de una casa o contra un árbol; algunos directamente se sientan en el piso. Quienes previeron lo que podía pasar, llevaron una botella de agua; los espacios de sombra son los más cotizados.

   No todos tienen COVID, claro está; algunos quieren testearse solo “por las dudas”, algo que las autoridades repiten hasta el cansancio no hacer. Muchos ni siquiera esperaron las recomendadas 48 horas de síntomas para concurrir, pero a algunos no se los nota en buen estado. Toses, estornudos, gente con ojos cansados, irritados o congestionados. Las caras de “más que seguir esperando, no puedo hacer nada” son las que pueblan esas interminables filas.

   “¿Dónde termina la cola? Tenés que dar vuelta la esquina, y capaz que también la otra”, contesta un muchacho joven, de lentes negros y mascarilla. El tapabocas, por lo menos, es de uso generalizado y casi todos lo tienen puesto correctamente. Casi todos.

   Muchos, directamente se cansan y se van... sin hisoparse.

   Mientras tanto, en el ingreso a cada uno de estos centros se produce otra aglomeración. Son los que esperaron y pudieron hisoparse, que están esperando que les digan qué ocurrió y muchas veces se mezclan con los que están próximos a ingresar.

   De vez en cuando sale alguien del personal médico a informar resultados y ahí es prácticamente asaltado por preguntas y reclamos de quienes recién llegaron y se asustan ante el largo de la fila. No todos consultan en buena forma y no todos responden de manera correcta. El calor, los casi dos años de pandemia, el probable tiempo de espera, la situación, el miedo, el cansancio y los modos de propios y extraños terminan afectando a todos.

   “Me dio positivo... ¿qué hago?”, cuestionan algunos. Aislamiento de siete días desde el comienzo de síntomas, más otros tres de cuidados es la respuesta. La información para hacer el seguimiento correrá por parte del sistema de Salud. En los últimos días, en los centros de testeos de la ciudad, aproximadamente el 50 % de los hisopados dio positivo, un porcentaje que ha ido creciendo: ayer, sin ir más lejos, fue del 60 %.

   “Hoy, el centro Cono Sur está desbordado. Tenemos mucho personal aislado -aseguran a “La Nueva.” desde el municipio, en referencia a quienes llevan a cabo los testeos-. Contratamos más gente para suplir, pero caen como moscas”.

   En cuanto a la cantidad de testeos diarios que se llevan a cabo, se indicó que la idea es solo hisopar a sintomáticos que no sean contacto estrecho de un positivo declarado. Por ello, y en el marco de las nuevas medidas de aislamiento y confirmación de caso, la cantidad de centros debería alcanzar.

   “Muchas veces, terminamos hisopando a más gente que la que se espera. Ponemos 150 como límite para marcar un corte diario”, se explica.

   A veces, pareciera que no alcanzara.