Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Agronomía más agronomía, la forma de mitigar el impacto de los herbicidas en el ambiente

“Hemos evolucionado en forma sustancial. Ya podemos comenzar a dialogar y a generar consensos en torno a las buenas prácticas agrícolas”, dijo el Ing. Agr. Mario Vigna, de la EEA del INTA Bordenave.

Sorgo de alepo, una de las malezas más resistentes en el campo argentino. / Fotos: ASACIM y Archivo La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   El impacto ambiental en la utilización de los agroquímicos es motivo de debate de un número cada vez más importantes de actores del campo argentino. La mira está orientada hacia el uso de los herbicidas, en general, y del glifosato, en particular.

   “Más allá de que es un tema conflictivo, estamos avanzando en forma sustancial en el cuidado ambiental”, dijo el Ing. Agr. Mario Vigna, de la EEA del INTA Bordenave, en el distrito de Puan.

   “Ahora hay datos concretos y, de este modo, podemos comenzar a dialogar y a generar consensos; por ejemplo, en torno a las buenas prácticas agrícolas, que no son reglas fijas”, agregó.

   “El camino es no negar nada. Y buscar la máxima información”, aseguró el Ing. Vigna.

Dr. Mario Vigna, de la EEA del INTA Bordenave.

   Este fue uno de los ejes debatidos en el marco del Congreso Malezas 2021, que se realizó —en forma virtual— la última semana, con la organización de la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas (ASACIM).

   En una de las presentaciones del tema se concluyó que la mejor forma de desarrollar la agronomía es mitigar el impacto de los herbicidas en el ambiente. Así, la Ing. Agr. Jorgelina Montoya, del INTA Anguil (La Pampa), dijo que, cada vez que las moléculas que componen los herbicidas son liberadas en el ambiente, se desencadenan distintos procesos que definen su destino ambiental.

   “Ante la situación, este tipo de productos debe tener las características de no desplazarse del área aplicada y ser inocuos, a fin de reducir su impacto en el ambiente”, sostuvo.

   “Si se fugan de su área, pueden revestir ciertos grados de toxicidad, dado que son productos de síntesis y tienen compuestos que la naturaleza no reconoce y que, cuando llegan al ambiente, se desencadenan distintos procesos, con diferentes destinos y transferencias (la geosfera, la biosfera y la hidroesfera) y definen el comportamiento productivo del cultivo”, comentó.

Yuyo colorado.

   La Ing. Montoya presentó estudios realizados en varias estaciones experimentales del INTA, donde se detectaron residuos del herbicida glifosato en el aire, agua y suelo.

   “El glifosato es un producto que queda altamente retenido en el suelo por los componentes de óxido e hidróxidos de hierro y aluminio del suelo, aunque menor que otros como el paraquat”, aclaró.

   Montoya midió el comportamiento de los herbicidas en el ambiente según la tasa de competencia entre el proceso de absorción y el de degradación y al problema de la residualidad.

   “Lo ideal es que se queden concentrados en el suelo”, explicó.

   Citó a las lluvias, temperaturas, viento y humedad, en este orden, como los factores naturales que inciden en el comportamiento de los herbicidas.

Rama Negra.

   “Por su parte, las rotaciones, las dosis, las frecuencias de uso y los modelos de aplicación son las cuestiones de manejo que intervienen”, dijo.

   También explicó la Ing. Montoya por qué hay que mitigar desde la agronomía.

   “La distinta composición de pH del suelo, según las regiones, impone prescripciones de aplicaciones diferentes. Y la secuencia de cultivos, monocultivo o rotación, determina una disponibilidad o fuga del agroquímico, así como la dinámica hídrica de los suelos”, comentó.

   De acuerdo con estudios realizados, el manejo contribuye a mitigar las pérdidas: se ha comprobado hasta 40 % de diferencia de escurrimiento entre un monocultivo y una rotación en relación a una aplicación con glifosato.

   “Habiendo rotación de cultivos remediamos la fuga, promovemos la actividad microbiana y se evitan pérdidas”, aseveró la profesional del INTA Anguil.

Pata de gallina.

    La doctora en Ciencias Biológicas e investigadora Karina S.B. Miglioranza —Universidad de Mar del Plata y del Conicet— presentó un trabajo realizado en los 10.000 km2 de la cuenca del río Quequén, una región con explotaciones agrícolas y ganaderas. Allí se midió la dinámica del glifosato en cultivos de trigo, soja y girasol, precisando la presencia en ambientes acuáticos, en el suelo, en el agua residual de las lluvias y en el cultivo.

   “En barbecho se observó un acumulado bajo de glifosato, de hasta 35 centímetros, con presencia del ácido aminometilfosfónico o metabolito AMPA. En períodos de aplicación se observaron mayores concentraciones, coincidentemente con períodos de menor precipitación”, sostuvo.

   “En la planta, raíz, tallo y hojas fue donde se encontraron las mayores concentraciones. Y se halló presencia de glifosato en lombrices”, manifestó.
“Sabemos que el uso de plaguicidas lleva a que se encuentren residuos en las cadenas alimentarias; por lo tanto, existe una estrecha relación con la contaminación del agua, del aire, del suelo y la biota”, comentó Miglioranza.

Karina S.B. Miglioranza, investigadora de la Universidad de Mar del Plata y del Conicet.

   “Esto afecta a la salud pública por el desarrollo de resistencia a plagas, a la eliminación de enemigos naturales y la pérdida de polinizadores que, a la larga, llevan a una menor cosecha y una degradación de la cubierta de los suelos”, citó.

   Para mitigar estos resultados, la Dra. Miglioranza propuso hacer un uso responsable de los plaguicidas, incentivando los programas de manejo integrado de plagas y las buenas prácticas agrícolas, debatiendo políticas públicas, fomentando la educación y la información.

   Por su parte, el Ing. Agr. Francisco (Paco) Bedmar, también de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), describió los riesgos del carryover o la residualidad del glifosato en el cultivo subsiguiente.

   También afirmó que la fitotoxicidad en el ambiente depende de los factores propios del herbicida, las condiciones del suelo y del ambiente.

Capín.

   “Pero es una probabilidad: pueden aparecer o no”, dijo.

   Las condiciones de que se presente pueden estar en el mismo herbicida, en las condiciones del suelo (baja materia orgánica, por ejemplo) o ambientales (estrés hídrico o baja temperatura). “Los efectos residuales dependen de las dosis, que son las que determinan la fitotoxicidad”, advirtió.

   “La actividad microbiana es la principal responsable de la degradación y, a su vez, como la humedad del suelo regula la actividad microbiana, un año húmedo y de temperatura alta va a tener una mayor tasa de degradación del herbicida. Al contrario, será en las condiciones opuestas”, aseguró.

   Entre las herramientas para atenuar el carryover, propuso tener en cuenta el mapa de lluvias acumulado el año anterior; la siembra de cultivares tolerantes al mismo mecanismo de acción que el herbicida aplicado anteriormente y la elaboración de mapas de distribución de propiedades del suelo mediante agricultura de precisión. “Las dos herramientas más importantes son los bioensayos y los análisis químicos”, cerró.

Sorgo de alepo.

   El doctor Diego Omar Ferraro, investigador de la cátedra de Cerealicultura (Fauba) y de IFEVA (Conicet), en tanto, se refirió al Ripest desarrollado en la FAUBA, que permite calcular el riesgo de ecotoxicidad del uso de productos fitosanitarios en un cultivo, lote o campaña.

   “Permite obtener una caracterización ambiental del riesgo del uso de los fitosanitarios y evaluar alternativas de manejo de protección vegetal que sean amigables con el medio ambiente, sin perder la eficiencia en el control de adversidades”, explicó.

   “También ayuda en la reducción de las dosis, el reemplazo de fitosanitarios y la eliminación de algunos productos”, agregó.

   El Dr. Ferraro propuso, para el diseño de indicadores, que las herramientas tienen que ser simples, a fin de adoptarse fácilmente.  

¿Cómo anticiparse a las malezas y no perder rendimiento?

   ¿Cuándo salen las malezas? ¿Dónde aparecen? ¿Cuándo controlarlas? ¿Se pueden automatizar los procesos que responden a estas preguntas?

   Las cuatro consultas básicas se debatieron, también, en el Congreso Malezas 2021, que organizó la ASACIM. Y las respuestas las dio el Dr. Ramón León, especialista en esas áreas, investigador y profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, quien presentó un modelo de predicción fenológica para determinar ventanas de control de malezas, de acceso libre y gratuito, que desarrolló junto a su equipo en los Estados Unidos.

   Está claro que poder predecir la emergencia de malezas, cómo y cuándo crecen es fundamental para optimizar la toma de decisión en el control.

   “Como el tiempo cronológico no es el mejor predictor, hemos utilizado el tiempo térmico, en grados-día de crecimiento y también la disponibilidad de agua en el suelo para desarrollar modelos hidrotermales”, detalló.

Dr. Ramón León, especialista en esas áreas, investigador y profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

   “Es importante determinar cuándo ocurren los distintos estados de desarrollo de las malezas; es decir, sus distintos momentos fenológicos, más allá del nivel de plántula”, agregó.

   El equipo del Dr. León trabajó con distintas especies de malezas realizando muestreos en varias localidades y en numerosos puntos donde hacen conteo de plántulas, miden temperatura y humedad.

   Además, definen las cohortes o diferentes estados de desarrollo de las malezas. Con los datos anteriores, determinan el momento oportuno de aplicación de herbicidas, utilizando el concepto de Período Crítico de Control de malezas (PCC), que dice cuándo el cultivo debe estar limpio para alcanzar un nivel de rendimiento objetivo.

   “El PCC tiene limitaciones. Se asume que la presencia de malezas es uniforme durante ese período y que pueden ser igualmente controladas en cualquier momento; lo cual no es cierto, y no define cuántas acciones de control deben hacerse ni con qué frecuencia”, admitió.

“Hay que tener en cuenta estos factores y no correr riesgos que favorezcan la resistencia a herbicidas. Es un concepto para la protección del rendimiento, pero no para el manejo efectivo de las malezas”, dijo León.

   El profesional también dijo que se necesitan modelos más robustos, e información colaborativa de distintos lugares geográficos que aporten a generar sistemas de predicción más certeros. Debido a que el conteo de plántulas resulta trabajoso y no es fácil lograr que las personas lo realicen, han recurrido a un método que resultó efectivo: la toma de fotos que, luego, se procesan y analizan en base a la acumulación de pixeles a lo largo del período de crecimiento para determinar la presencia de las pequeñas plantas de malezas.

   En cuanto al efecto de los cultivos de cobertura en el control de malezas, el Dr. León dijo que las coberturas vivas de centeno sólo son efectivas si hay suficiente biomasa. Y que en esa región se requieren unas ocho toneladas de materia seca para que tenga un efecto supresor exitoso de las malezas.

   A fin de estimar esa biomasa, desarrollaron un sistema visual donde colectan imágenes del cultivo de cobertura y, mediante un algoritmo que arroja una imagen tridimensional, se predice la materia seca del mismo en las distintas zonas, para saber en qué lugares habrá una reducción efectiva de las malezas o será necesario aplicar herbicida.

   El Dr. León también habló del futuro.

   “Los siguientes pasos serán aumentar la escala de la toma de datos; automatizar la conexión con NOAA (Oficina Nacional de Información Oceánica y Atmosférica) para tener acceso en tiempo real a información meteorológica y lograr el funcionamiento de los modelos en tiempo real”, explicó.

   “La idea es generar una interfase para productores con un sistema de alarma que anticipe el umbral de riesgo o si este ya se pasó. Será una aplicación simple en el teléfono celular”, sostuvo.