Un lago artificial que suma actividades y mejora el paisaje
Un lago y una senda para ciclistas y peatones: aprovechar la naturaleza, una idea que se acerca al proyecto de puente Canessa.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Se ha hablado mucho en nuestra ciudad de un posible embalse del arroyo Napostá a la altura del puente Canessa, sobre el camino de La Carrindanga. La primera propuesta sobre la obra data de 1904 y hasta hoy se sigue discutiendo. Más allá de su función hídrica de control de crecidas, sería sin dudas un aporte paisajístico para un sitio hoy elegido por los ciclistas.
Por eso resulta interesante este desarrollo del estudio de paisajismo Burolandschap, en Limburgo, Bélgica, que ha creado una pasarela de 400 metros de largo para el uso de ciclistas a través del lago artificial que se creó entre dos mineras mientras estuvieron activas.
La minería de carbón dejó grandes montículos y un gran agujero que ha servido para crear este singular paisaje artificial, el cual ahora se aprovecha con esta singular experiencia de andar sobre su espejo de agua.
Para eso se ha trazado una ciclovía sobre el agua. Burolandschap se inspiró para su trazado en la sección áurea a través de la fórmula matemática de Fibonacci, relacionado con el número áureo y la generación de una figura manejando varios cuadrados que respetan la denominada proporción divina. Siguiendo esa geometría trazaron la curva que mejor integra la conexión entre las dos orillas, con una forma que reduce además la velocidad del ciclista, creando una experiencia única para el ciclismo y el senderismo.
La obra
La pasarela se componen de 30 elementos articulados, un sistema modular flexible y adaptable, que facilita su movimiento según el nivel del agua. Además, la estructura garantiza que no se mueva con el viento ni con la eventual agitación del agua, garantizando la estabilidad de la obra y de quienes la recorren
Al cruzarlo a pie o en bicicleta, el usuario se siente atraído por la experiencia y sorprendido por la conexión entre el hombre y la naturaleza que allí se crea.
Con una impresionante longitud, no solo es el puente flotante para bicicletas más largo de Bélgica, sino también único en el mundo.