Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Animales, mucho más que mascotas

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   Amados, queridos, deseados, valorados, respetados, admirados, protegidos, acogidos; también utilizados, abandonados, maltratados, ultrajados, despreciados.

   Las letras de hoy son para aquellos que, si bien no pueden leer La Nueva., tal vez puedan traer “el diario” en la boca. El 29 de abril es su día, y cabe un espacio para ellos, mucho aportan, aunque también mucho se los maltrata.

   ¿Me pregunto si vos, mi querido lector, sos amante de los animales o tenés mascota? ¿En qué contribuye la presencia de un animal en nuestra vida cotidiana?

   Durante siglos, se sabe, el hombre se benefició de los animales. Utilizados para trabajos como la agricultura, la carga, medio de transporte y actualmente como base de la alimentación, los animales han estado a merced del hombre.

   Relaciones signadas por la brutalidad “del amo”, aún en nuestros días, los animales son usados en competencias “deportivas”, espectáculos, y en lo que considero otras atrocidades.

   Paralelamente, grupos y esfuerzos individuales destinan tiempo, cuidados y dinero en pos del bienestar de los animales; pues quien ha tenido “una mascota” sabe, conoce, siente su valor y su importancia.

   Si bien se ha desarrollado toda una industria que incluye alimentos, medicinas, ropas, juguetes y diversos accesorios, la Psicología también se expide respecto de los beneficios que se manifiestan al tener un “animalito” en la casa.

   Tener una mascota trasciende el simple hecho de alimentarla o no olvidar “su ración de agua”, pues está comprobado que favorece la actividad física; es frecuente advertir la presencia de perros junto a sus dueños realizando paseos cotidianos, juegos, y en ocasiones se convierte en el compañero ideal para salir a correr. La “obligación de sacar al perro” es un ejercicio también para la voluntad; evita el sedentarismo.

   Desde edades tempranas, la presencia de un perro o un gato favorece la estructuración del tiempo y la responsabilidad. Funcionar de manera adecuada implica establecer hábitos que aportan seguridad y confianza; contar con un animal de compañía permite que establezcamos rutinas, que estructuran a ambos. A su vez, cuidar y proteger a un animal acrecienta el compromiso y la responsabilidad.

   Expertos señalan que favorecen los procesos de socialización, son perfectos aliados para adultos mayores que sienten soledad, Alzheimer y depresión, entre otras patologías. Las mascotas y los animales, producto de investigaciones, se convierten en un recurso terapéutico; muy difundido es el caso de relaciones entre delfines y niños con parálisis cerebral.

   ¿Y el nombre?

   A veces, el nombre se relaciona con sus características físicas o su comportamiento, “Negro, Manchita, Bandido, Canela”. Hay mascotas que llevan nombres simples, “Boby, Cuqui”; o también similar al de su propietario: “Lola, Felipe, Mateo”; Dylan, el perro del presidente, todo un dog star presente en las redes sociales.

   Si bien en el cine y en la televisión hay una lista tales como Tom, Jerry, Garfield, Hachi, Pongo, Beethoven y la inolvidable Laika, perra rusa que viajó al espacio, lo aconsejable es un nombre fácil de recordar y corto, de forma tal que reaccione ante el simple llamado.

   Mascota proviene del francés mascotte; significa “persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte”.

   Seguramente coincidimos en que algunas mascotas son mejores que ciertas personas; además coincidimos en que el horror se alza y muchos animales son sometidos a una mera cosa, objeto de maltrato.

   Coincidimos también en que trascienden el atributo de “talismán para la buena suerte”, pues son una fuente de cariño inagotable y de aprendizaje.

   Mi perro Agustín significó afecto infinito y lealtad.