Bahía Blanca | Sabado, 12 de julio

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Moyano: “La idea es recuperar la ciudad para las personas”

Para el director de Ordenamiento Urbano y de Control de Tránsito, el debate por los cambios —que se realizan desde esas áreas— es porque “los miramos sentados desde el auto”.

Martín Moyano, director de Ordenamiento Urbano y titular del área de Control de Tránsito. / Fotos: Rodrigo García, Emmanuel Briane y Pablo Presti-La Nueva.

Guillermo D. Rueda /  [email protected]

   “Hay una cultura basada en la temeridad, en el incumplimiento de las normas y, en especial, en el irrespeto a las autoridades, donde el desafío es una de las reglas. Pero estamos en un mundo real y debemos transmitir que la temeridad desemboca en un solo lugar: el daño físico de las personas. Eso lo tenemos que erradicar”.

   Para Martín Moyano, flamante director de las áreas de Ordenamiento Urbano y de Control de Tránsito del municipio bahiense, el objetivo es claro: “Hay que recuperar la ciudad para las personas”.

   “La peatonal, hoy, del Mercado Municipal en Arribeños y Brown era un espacio que estaba atestado de autos todo el día. Ahora es un espacio para que los seres humanos disfruten del sol, de compartir algo y del encuentro. Y ahí no cambió la ecuación en términos de estacionamiento”, explicó Moyano, en diálogo con La Nueva.

   “El problema es que a estos cambios los miramos sentados desde el auto. Hoy debemos ver a la ciudad desde el colectivo, la bicicleta, el peatón y demás”, agregó.

   El funcionario sostuvo que, por momentos, el tránsito tiende a ser caótico, ya que el bahiense es un conductor imprudente.

   “Maneja rápido y estaciona donde quiere para estar cerca. Si pretende comprar una remera busca dejar el vehículo enfrente del comercio. En términos de seguridad vial no somos buenos ciudadanos. En las esquinas tendemos a no respetar a quien viene por la derecha, sino que cruza primero el que pone la trompa (sic); el (semáforo) amarillo lo entendemos como pasar más rápido y aceleramos para atravesarlo, cuando en realidad hay que frenar por precaución. Por eso la definición más adecuada para el tránsito bahiense se resume en una palabra: temeraria”, insistió.

   “Días pasados se detuvo, en la Avda. Alem, a una persona con 2,4 m/l de alcohol a las seis de la tarde. No sólo estaba en riesgo él, sino la sociedad que se lo encontrara en el camino”, sostuvo Moyano.

   “¿Qué hacemos? Lo intentamos revertir con una serie de políticas que se implementan al unísono, como semáforos antiestrés; radares convencionales y móviles para controlar la velocidad; distintos operativos y una fuerte presencia de inspectores en el macrocentro, ya que en horas pico todos los bahienses pasamos por ahí. Exponencialmente, hay más riesgos de sufrir accidentes de tránsito en ese lugar, en ese momento, que en algún barrio”, aseguró.

   —¿Cuál es, hoy, la prioridad?

   —Los casos de alcoholemia representan uno de los ejes de la gestión, pero el principal hecho que produce accidentes en Bahía Blanca es el exceso de la velocidad.

   “Y acá es donde aparece el cambio de estrategia, o de configuración, de la Dirección de Tránsito en relación a los problemas de movilidad, y no sólo desde los temas más obvios que tienen que ver con la seguridad vial.

   “La realidad es que el dato objetivo hoy es la velocidad. Por ejemplo, tenemos picos de accidentes los días miércoles y jueves entre las 17 y las 19. Esto está relacionado con las salidas del trabajo, con los cambios de horario de los comercios y, además, porque la gente quiere llegar rápido a su casa.

   “Para eso encaramos un proceso de radarización, donde la ciudad terminará teniendo 8 fijos de multa; más 4 tótems de prevención, que también multan; más 5 móviles, que son las camionetas con las cuales los inspectores hacen operativos en distintos puntos de la ciudad. La idea es crear un entorno para que los vecinos suban el pie del acelerador.

   “Tenemos una planificación a seis meses. El objetivo es terminar el año con esa disponibilidad, incluidos los dos radares que multan por pasar el semáforo en rojo”.

   —¿Cuál es la política respecto de los casos de alcoholemia?

   —Es la otra gran preocupación.

“Los bahienses tenemos un problema a la hora de consumir alcohol, porque luego nos subimos a los vehículos. Es un tema que hay que encararlo no sólo desde el punto de vista vial”.

   “La consecuencia más obvia que apreciamos en el consumo de alcohol está en el tránsito porque, si no lo vemos desde la estadística de prevención por alcoholemia, es decir, de los autos que se retiran de la calle, termina impactando en un siniestro vial.

   “Este fin de semana (NdR: del sábado 4 y domingo 5) retiramos 36 vehículos de la vía pública por alcoholemia positiva. Eso implica que ese vecino, que manejaba en forma imprudente, se queda sin licencia, por lo menos, por seis meses; tiene que pagar una multa onerosa; se le secuestra el vehículo y debe abonar el acarreo.

   “Eso se lo queremos mostrar a la sociedad: circular bajo los efectos del alcohol no es en balde. No es que no pasa nada, tal como parece instalado. Todo lo contrario”.

   —¿Cuál es tu opinión respecto de la tolerancia cero (NdR: en Bahía Blanca se permite circular hasta con 0,49 miligramos de alcohol por litro de sangre)?

   —Me parece que suma en un contexto en el cual se ataca la problemática compleja del alcohol. Comenté antes respecto del exceso de velocidad y frente a eso tenemos medidas que se conjugan para lograr que el bahiense maneje más despacio y que comprenda que bajar 10 kilómetros por hora salva vidas. Las medidas van desde ordenamiento, planificación, movilidad y control.

“Con respecto a la tolerancia cero siento que es un debate que se planteó desde la grieta política en un entorno electoral y, por ende, no tiene complemento de políticas que se discutan alrededor. Planteado así, es sólo la modificación de una legislación”.

   “Si pudiéramos resolver este problema, tan grave por la gente que maneja alcoholizada, modificando una ordenanza con un criterio legal, ya se hubiera hecho en todos lados. Planteado como algo aislado, o como un Boca-River, si se está a favor o en contra, no sirve de mucho. ¿La verdad? No pasa por ahí.

   “Desde el punto de vista del control no cambia nada, porque no se detiene a personas que tengan 0,60 (m/l), sino que lo hacemos con quienes tienen 1,4; 1,8 y hasta 2,4. Son graves y hablan de conductas muy imprudentes”.

   —¿Cuál es la evaluación de la implementación de velocidad máxima de 30 kilómetros en el centro de la ciudad?

   —Es una política que se agrega después de ensanchar las veredas en determinados lugares, ya que sabíamos que era conflictivo desde el punto de vista de la seguridad vial. Esto produjo una reducción de los accidentes dentro de la zona; lo hemos comprobado.

   “Ahora, no es sólo la máxima 30 que opera para esta reducción, sino todo el entorno en el que se trabajó. Si pusiéramos unos carteles y no controláramos la medida, o haya algo que impida que uno acelere, no funcionaría.

   “Estas son las medidas integrales. Máxima 30 tiene que ver con diseñar la ciudad para que las personas puedan recorrerla de forma amena, que se pueda acceder en forma sencilla a los colectivos, y darles lugar a los peatones y a los taxistas”.

   —También está la cuestión medioambiental…

   —Claro. Lo que está sucediendo en el mundo alrededor de las cuestiones de tránsito, que tiene que ver con llevarles seguridad a los peatones, es desalentar el uso del auto.

   “En términos estratégicos, el auto o la moto que llevan a una persona, o a dos, a trabajar todos los días implican un mar de vehículos que se mueve por la ciudad cuando otras formas para trasladarse son más eficientes en términos ambientales, como los colectivos, las bicicletas y las opciones de micromovilidad”.

   —¿Los accidentes de personas en moto son otra preocupación?

   —No es para estigmatizarlas, pero las estadísticas indican que el 63 % de los siniestros viables ocurridos en Bahía Blanca durante 2021 tienen como protagonistas a las motos. O a sus conductores. También que más del 70 % de esos accidentes terminan con gente en una situación grave en el hospital.

   “Vemos a diario a personas que circulan en motos y sin casco. Este viernes (por el 3) secuestramos 22 motos, la mayoría por circular sin casco. Al secuestrar una moto por circular sin esa protección le estamos salvando la vida a alguien. Literalmente, porque es el único elemento de seguridad que tiene para transitar.

   “Está claro que no se le declara la guerra a las motos, sino a la conducta temeraria de quienes las conducen”.

   —¿Existe en la ciudad un mapa accidentológico?

   —Tenemos en gobiernoabierto.bahia.gob.ar el mapa de los accidentes que se cargan a través de la información del 911. Pero también trabajamos sobre los datos de la terapia intensiva del Hospital Municipal. Esto nos permite una información integral hasta, incluso, los costos invertidos en todo el proceso.

   “Sobre esto también trabajamos en un mapa de calor, que nos detalla todo, y funciona desde 2011. Nos permite deducir eventuales controles sobre patrones posibles para determinados lugares, en ciertos días y horarios.

   “Por ejemplo, sabíamos que, en los últimos ocho años, la madrugada del primer fin de semana de diciembre es compleja, ya que hay muchas reuniones para adelantar las Fiestas y demás. Este fin de semana dispusimos fuertes controles, y con muy buenos resultados”.

   —¿La ciudad extendida en su demografía es una complejidad para los controles?

   —Sí. Alguna vez lo hemos hablado con Martín Castro (director general de Planificación y Desarrollo Urbano), quien diseña la ciudad desde el municipio, respecto que el control tiene que ser una variable de planificación urbana.

   “Es decir, pensar lo difícil que se vuelve una ciudad que tiene bares diseminados por todos lados en lugar de zonas gastronómicas determinadas. Esto nos hace complejo controlar determinados puntos, pero son desafíos a los cuales debemos adaptarnos. Hoy, la moda es hacer fiestas en las afueras y está bien, porque la ciudad va mutando y cambia.

   “De todos modos, hemos agregado controles en la ruta para evitar que ingresen personas que no se encuentran en condiciones de manejar”.

   —¿Cuál es la política respecto de la micromovilidad, en cuanto a monopatines, patinetas o bicicletas eléctricas?

   —No hay una regulación precisa al respecto. Sí algún decreto ejecutivo de la Nación, que primero debería pasar por la Provincia y luego llegar al Municipio. Allí se establece una equiparación de la cilindrada a la cantidad de watts de potencia del vehículo, pero en realidad nunca llegó a la calle.

   “En el Concejo hay un proyecto que se está discutiendo sobre cómo reglamentar el uso de la micromovilidad, sobre todo para exigir medidas mínimas de seguridad, como casco y demás. Ya hubo accidentes con importantes heridas en los rostros.

   “Estamos esperando esta ordenanza para empezar a trabajar, incluso, hasta con los comerciantes, a fin de que ellos les expliquen a sus clientes los potenciales riesgos de estos vehículos.
“Algo ya pasó con las bicicletas convencionales. Antes nadie usaba casco y hoy es una excepción que alguien no lo lleve colocado”.

Reuniones y controlen que se vienen

   —¿Habrá un operativo especial para Navidad y fin de año?

   —Se presenta una mejor situación estratégica respecto de cuando actuó Marcelo Borda (NdR: el director general Operativo de Fiscalización hasta este noviembre) en 2020, ya que al no existir ahora prohibiciones de cantidad de gente, sabemos que habrá cuatro o cinco reuniones masivas; las tenemos acotadas.

Martín Moyano, en uno de los cruces de la semipeatonal Alsina.

   “Se desarrollará una estrategia puntual porque, además, es especial por la disposición de días en viernes, sábados y domingos.

   “Serán controles multipunto, simultáneos y dinámicos que se irán moviendo de un horario a otro para abarcar la mayor cantidad de sitios posibles”.

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