Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Del éxodo a la virtualidad: Algarrobo festeja los 60 años de su secundaria

Su directora cuenta que la institución fue creada por la necesidad del pueblo que veía partir a sus jóvenes en busca de mejores oportunidades.

Imágenes de la escuela de 1985, 2010 y 2020

Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   A unos 80 kilómetros de Bahía Blanca, hay festejo virtual. La escuela secundaria de la localidad bonaerense de Algarrobo cumple 60 años y lo celebra en las redes.

   Los festejos comenzaron hace unas semanas, cuando crearon la página de Facebook 60 años Escuela Secundaria N° 4 Algarrobo e invitaron a toda la comunidad a participar de distintas consignas. Una de ellas, contar algún recuerdo de su paso por la institución.

   Alumnos, exalumnos, personal docente y no docente se sumaron a la propuesta compartiendo fotos, videos y relatos. Una forma distinta de reconstruir juntos —a pesar de la distancia física— una historia que comenzó en 1960.

   Su actual directora, María Florencia Ziffler, cuenta que la secundaria nació por la necesidad de un pueblo con pocos jóvenes. Tiene apenas 35 años, nació en Algarrobo y pasó gran parte de su vida en esa escuela, donde previamente egresó como alumna, fue maestra y vicedirectora. Por fotos y el "boca en boca" pudo reconstruir los primeros tiempos de la institución que hoy es su casa.

   Señala que antes de la creación de la secundaria, no había muchas oportunidades. Por eso, al terminar la primaria la mayoría optaba por dejar el pueblo del partido de Villarino para instalarse en alguna localidad que permitiera continuar con los estudios.

   Fueron aquellas despedidas las que impulsaron a trabajadores del pueblo a construir un espacio para sus jóvenes. "Trabajo, esfuerzo y compromiso", remarca María Florencia al hablar de los inicios, en los que fue clave la vicedirectora de la primaria Regina Masson, quien impulsó la idea de crear la secundaria.

   Al principio fue una escuela profesional donde la gente trabajó de forma voluntaria, enseñando actividades como mecánica, carpintería, corte y confección, música y dactilografía, entre otras.

   Recién el 7 de septiembre de 1960 la institución comenzó a funcionar de forma oficial, bajo la dirección de Nilda Parigiani. Desde entonces cambió varias veces su nombre y dirección, hasta instalarse en la calle Juan Bautista Alberdi con la denominación Escuela Secundaria N°4 General José de San Martín. Lo que no modificó, su esencia: sigue siendo "amor propio y sentido de pertenencia", como describe la directora.

   La secundaria tiene 191 alumnos, de primero a sexto año, y el personal docente está conformado por 50 personas —de Algarrobo y la zona—, a quienes se suman los auxiliares. 

   —Antes los profesores eran idealizados e inalcanzables; ahora es muy distinto, el vínculo es muy cercano. Dentro de la escuela se viven cosas hermosas, emociones y relaciones que van más allá de docente-alumno, profesor-alumno o auxiliar-alumno. Acá los auxiliares están súper integrados y no hay distinción, tenemos en claro que somos todas personas que tenemos que dedicarnos a los jóvenes y brindarles lo mejor. Muchas veces no se trata de un contenido teórico, sino de valores que van a perdurar por siempre. 

   Así cuenta María Florencia los cambios de la escuela de su adolescencia, con la se reencontró a los 21 años, luego de estudiar en Bahía Blanca y obtener el título de docente al igual que su mamá. 

   —Siempre quise dedicarme a la docencia y afortunadamente lo pude hacer; no me imagino haciendo otra cosa —asegura la directora, también mamá de un alumno del último año.

   Señala que una de las mayores dificultades que tiene la secundaria es la búsqueda de personal. Actualmente trabajan profesores de otras localidades, como Médanos y Bahía Blanca, "porque acá no somos tantos para cubrir (puestos)", pero cuando queda libre alguna materia "se complica porque no hay personal que llegue hasta acá; no hay transporte público por lo que tienen que venir con vehículos particulares, hacer dedo o arreglar con alguien (muchos profes de Bahía se ponen de acuerdo y se van turnando)".

   Por eso, cuando la necesitaron en el equipo directivo, María Florencia no dudo. Extraña mucho el aula, pero tiene en claro que trabaja por la escuela y tiene que estar donde la necesiten. 

   —El tema de dirección fue surgiendo, no porque lo haya buscado. Quedó el cargo de vicedirección libre y era la única que había rendido así que acepté; después por cuestiones de la vida, la directora se fue a otra escuela y quedé yo. Si bien extraño muchísimo trabajar con los chicos, los avances, crecimientos y logros que uno va viendo son el motor de todo. Para mí lo más importante es ver que les podés brindar mejores herramientas y oportunidades.

   —¿Qué significa esta escuela?

   —Es un lugar de contención para los adolescentes más allá de la formación académica, donde se vive una etapa muy linda; por eso hoy atravesamos una situación compleja al no poder verlos. Les damos clases virtuales pero la función más importante de la escuela es el vínculo, con los compañeros y los docentes.  

   Como todas las escuelas, la secundaria de Algarrobo tuvo que adaptarse rápidamente a los cambios tecnológicos ante la imposibilidad de dictar clases presenciales por la pandemia de coronavirus. La directora cuenta que si bien (en general) los chicos tienen conexión a internet, también facilitan fotocopias y computadoras para acompañarlos en la continuidad pedagógica.

   —La comunicación es permanente, sabemos de todos. Para los chicos cada vez se hace más difícil seguir cumpliendo con las actividades y tareas, pero saben que la escuela siempre está acá. Tenemos un vínculo fluido aunque no es lo mismo, falta toda esa parte de socialización.

 

   La secundaria está a una cuadra de distancia de la escuela primaria y el jardín de infantes de Algarrobo, localidad en la que habitan aproximadamente 2.000 personas y "todos nos conocemos".

   —¿Recordás alguna anécdota escolar que refleje ese espíritu comunitario?

   —Me interesa contar la historia de esta gente que con mucho esfuerzo la creó. Un día vino un inspector y un grupo de docentes se juntó con las familias por un proyecto llamado "Escuela y Comunidad", que buscaba ver qué necesidades tenía el pueblo. Esa gente se puso al hombro esta idea y trabajó mucho. Hoy podemos disfrutar y dar gracias porque tenemos una escuela secundaria en este pueblo que es tan pequeño y que tantas oportunidades las vemos lejanas por la distancia. La ciudad más cercana e importante que tenemos es Bahía Blanca; todo pasa ahí y a todo tenemos que ir a Bahía; por eso creo que la posibilidad de estudiar acá es un adelanto enorme.

   La directora cuenta que la escuela tiene numerosos proyectos, que se transformaron en acontecimientos a los que asiste todo el pueblo en reconocimiento a sus jóvenes.

   —Las generaciones más grandes piensan que todo tiempo anterior fue mejor y que la juventud está perdida, pero eso no pasa en este pueblo. Año tras año nos quedamos sorprendidos por las cosas que hacen los jóvenes. Por ejemplo, en las Olimpíadas y en los Juegos Bonaerenses, los chicos llegaron a instancias importantes. También participan todos los años en el proyecto Jóvenes y Memoria; y el año pasado la escuela ganó el concurso "Lo mejor de mi lugar", donde escuelas de la provincia de Buenos Aires promocionaron sus pueblos destacando algún aspecto. En este caso los chicos de sexto eligieron contar la historia de nuestro auxiliar Sergio Weingart, sobreviviente del crucero Belgrano

   A esas iniciativas se agregan los proyectos de salud y cuidado del medioambiente —tomaron impulso con la incorporación en 2018 del área Ciencias Naturales, que se sumó a Economía y Administración, hasta entonces la única disponible— y las propuestas solidarias. María Florencia cuenta que los chicos del pueblo siempre buscan a quién ayudar. Han colaborado con numerosas instituciones, como el área de oncología del sector de Pediatría del Hospital Penna, a la que donaron juegos.

   Tal como cuenta la directora, se trata de "abrir las puertas para permitir la entrada de la comunidad a la escuela como así también la salida de la escuela a la comunidad".

   En este crecimiento, María Florencia destaca el compromiso de quienes conformaron y conforman la cooperadora, que es la entidad que "trabaja todo el tiempo en el mantenimiento de la escuela, más allá del aporte que viene del Estado". Señala que en la secundaria todo se construye a pulmón, con donaciones que reciben y elementos que los docentes llevan desde sus casas. Un trabajo constante que tiene sus frutos. 

   —Cuando entré al equipo directivo me citaron a un encuentro en Mar del Plata que tenía que ver con la infraestructura y el mantenimiento edilicio; teníamos que llevar fotos de lugares a mejorar en la escuela o de alguna problemática. Llevé fotos ¡súper emocionada! pensando que íbamos a tener alguna ayuda; y cuando se las mostré al arquitecto, me dijo: "Esta escuela es increíble, está pintada, está cuidada; lo lamento pero no vas a recibir nada porque escuelas como esta hay pocas". Por un lado me vine desilusionada y por el otro súper contenta por el valor que le dieron a la escuela.

 

 —¿Cómo te la imaginás en unos años?

   —Me gustaría que incluya de verdad, que se puedan ofrecer las mismas oportunidades a todos. Y que los chicos encuentren un lugar al que quieran volver cuando pase el tiempo, que recuerden como una etapa linda de su vida.

   En el marco del aniversario, aprovecha para felicitar a toda la comunidad que hizo posible la creación y el crecimiento de la secundaria, como así también a los actuales docentes que este año tuvieron que asumir un desafío complejo porque "no estábamos preparados para esta educación virtual, vamos aprendiendo sobre la marcha, con errores y aciertos pero siempre buscando lo mejor".

   En su lista de agradecimientos, no deja de lado al alumnado, "protagonista de nuestra tarea, que ha mostrado un gran compromiso para responder a las actividades de un montón de materias".

   —Quiero saludar especialmente a la promo 2020, que son los egresados de este año que están pasando una situación muy particular. Hicieron el UPD (Último Primer Día), que acá se hace de forma muy tranquila (los grupos duermen la noche anterior en una casa y desayunan todos juntos), y las familias vinieron a compartir el desayuno a la escuela; fue una mañana hermosísima en la que ellos fueron los protagonistas. Pero a la otra semana se suspendieron las clases y no pudieron vivir como esperaban este año tan soñado. Por eso, les dejo un saludo muy especial y les digo que todo el pueblo y la comunidad educativa está pensando en ellos para que lo pasen de la mejor manera posible.

 

Un sobreviviente en la escuela

   El portero de la secundaria de Algarrobo es Sergio Weingart, sobreviviente del hundimiento del crucero Belgrano durante la guerra de Malvinas.

   Nacido en 1962 en esa localidad del partido de Villarino, vivió con apenas 19 años —y sin haber terminado la colimba— un momento muy triste de la historia argentina. Tardó un tiempo en poder contarlo; hoy todo el pueblo, del más chico al más grande, sabe quién es y por lo que pasó.

   Yendo más atrás en el tiempo, Sergio recuerda que cuando terminó la primaria comenzó a trabajar en el campo. Por esa razón no conoció la secundaria hasta hace unos seis años, cuando lo trasladaron desde la escuela de Hilario Ascasubi, donde —al igual que en el crucero—cumplía funciones en la cocina, hasta Algarrobo para ser auxiliar.

   —Me recibieron muy bien. Estuve en varias escuelas dando charlas y como esta no hay. El trato que tienen los chicos conmigo es muy bueno; hay cariño, hay amor, y ya con eso ganás mucho. A mí me cambió muchísimo la vida y se los agradezco. 

   Sergio hace hincapié en el cambio. Cuenta que en su casa es una persona bastante seria pero la escuela lo transforma. Le gusta hacer reír a la gente, "por eso me quieren mucho y yo a ellos".

Sergio (en el medio), con un excombatiente y la directora de la secundaria.

   Para la escuela es muy importante la historia de Sergio. Además de ponerle su nombre a un aula, hace unos años habilitaron durante un mes un museo con los recuerdos del sobreviviente, al que asistieron los chicos del pueblo —desde jardín de infantes hasta la secundaria— para conocer aquella experiencia de 1982.

   —Mi comedor es todo crucero. Tengo 54 cuadros, platos y recuerdos que me regalan desde la Base de Punta Alta. Cuando una profesora los vio se puso a llorar y le dije que podíamos llevar todo a la escuela para armar en un aula una especie de museo.

   Sergio recuerda que fue un mes muy emotivo y que a partir de aquel momento nadie lo desconoce en el pueblo.

  —Todo el mundo me saluda. Hasta los nenes del jardín pasan y me gritan "¡Sergio!". Es muy emocionante. 

   De hecho, los chicos de la secundaria hicieron un trabajo con su historia y ganaron un viaje a Mar del Plata, en el marco del concurso  "Lo mejor de mi lugar", en el que 700 escuelas bonaerenses promocionaron sus lugares destacando algún aspecto. En Algarrobo, el destacado fue Sergio.

 

El recuerdo del crucero

   En 2013 Sergio contó su historia en una entrevista con La Nueva.: "El Belgrano era mi casa", dijo en aquel relato. 

   También dio detalles de cómo fue el día del hundimiento del crucero: él estaba prisionero tras una pelea con un oficial y se las ingenió para salir del calabozo tras escuchar la primera explosión.

   En este video contó cómo escapó de su encierro y logró sobrevivir en el mar helado: "Estuve 25 horas en una balsa. Una eternidad".