Bahía Blanca | Sabado, 18 de mayo

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Cierra un conocido restaurante en Bahía por el impacto de la cuarentena

Hasta el 14 de marzo el Aguila venía funcionando repleto de clientes en la esquina de Rodríguez y Urquiza. Ahora sus dueños decidieron que no volverá a abrir.

Adrián Luciani

aluciani@lanueva.com

   Como era de esperar, el coronavirus ya empieza a producir sus primeras víctimas en el comercio de Bahía Blanca

   Hoy se conoció que no volverá a abrir el restaurante – cervecería Aguila, uno de los  locales gastronómicos más queridos de la ciudad, en la esquina de Rodríguez y Urquiza.

   Y su cierre guarda varias paradojas porque no se produce por falta de clientes, ya que a fines de 2019 fue premiado por su excelencia en el servicio y su última noche abierto, el sábado 14 de marzo pasado, había reunido 114 comensales.

   “¿Loco no? Tener que cerrar con tanto éxito… pero el Negro, de incansable espíritu, no le ve a esto pronta salida. Esto no es comparable con ninguna crisis pasada y llevará años que no está dispuesto a gastar”.

   La frase corresponde a Marisu y en ella alude a su marido, Néstor Scarano (el Negro), un verdadero luchador de la gastronomía bahiense que cuando nadie apostaba un peso a su favor, recuperó esa antigua casona frente al entubado y la convirtió rápidamente en un clásico para paladares exigentes.

   Hoy su fervor por la buena cocina y la esmerada atención se concentrarán únicamente en su otro hijo dilecto, el restaurant Aguila Roja, ubicado a pocos metros, sobre calle Rodríguez.

   El Aguila fue una víctima directa del coronavirus, de la inactividad impuesta por el aislamiento, pero también de la imposibilidad de afrontar el pago del alquiler, de los servicios, de los impuestos y del personal como Dios y las leyes mandan.

   La ayuda prometida por el Estado no está, pero aunque surgiera, lo que aparece en el futuro no es bueno, sobre todo con una población temerosa, de bolsillos flacos y ánimos preocupados, que tardará en regresar a los sitios de esparcimiento una vez que termine la cuarentena.

   Todo esto Scarano seguramente lo sabe y son esas poquísimas chances de volver a ver, a corto plazo, una Bahía Blanca de restaurantes colmados, lo que terminó por convencerlo de tomar la decisión menos deseada.

   “Si a alguno  le interesa o conoce a alquien que lo quiera, a bajísimo valor, que se comunique por privado, quedará instalado como está. Sólo deberán negociar el alquiler con el dueño. Yo seguiré con Aguila Roja y veremos si Dios me acompaña”, dijo Marisu.

   Con el Aguila se cierra un capítulo más de una historia negra que hace décadas viene castigando a las pequeñas y medianas empresas. Muchas de ellas fueron fruto de la tenacidad y de la creatividad de empresarios innovadores, otras resultan consecuencia de una tradición familiar repleta de esfuerzos.

   Hoy todas deberán prepararse para hacerle frente a la voracidad fiscal, energética y bancaria, una trilogía nefasta y mucho más peligrosa que el coronavirus.