Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Muertes y muertes

Todo se está saliendo de madre. El derecho internacional fue suplido por sanciones económicas con bloqueos que causan hambre.

La nota de días atrás “La caída del ángel”, a raíz del asesinato en manada del chico Sosa en Villa Hesell, la basé en un experimento del profesor Milgran de la Universidad de Yale de EE.UU., aludiendo a que la naturaleza humana es la que se encuentra malherida y es capaz de producir las mayores atrocidades. Como el ser humano es el único animal “que puede dejar de seguir siendo animal”, según Ortega y Gasset, ocurren animaladas cuando el ser humano actúa en manada. Mi trabajo ha merecido la felicitación de la Dra Virginia Creimer, y del Profesor Luis Parral, exdirector del Braulio Moyano.
Mi acierto -en todo caso- no es para contento, con solo repasar las noticias aterradoras que circundan el planeta. Casi todos los países de Europa practican la doctrina del descarte de cuantos buscan refugio huyendo de guerras o hambre. Húngaros, alemanes, españoles, franceses, judíos y sirios, otrora emigrantes por iguales motivos. El renacer del nazismo no es casual. Macron xenófobo en Francia, contra el Islam después que Mitterand los trajo de las colonias para que votaran por él y le falló la próstata. No quieren darse por enterados que Francia en 2030 será toda musulmana. ¿En Sudamérica? Se descarta el hedor de los pobres: aporofobia. Se esta consumando lo que en el libro “La Tercera Ola” del matrimonio Toffler, en 1996 se preanunciaba: que el peligro nuclear de nuestro siglo no vendría  de las naciones estados, sino de los “gladiadores nucleares”, o sea individuales, células dormidas en Londres o paramilitares en Colombia. Profetizaron esta  “turbulencia anárquica social mundial”. Las Naciones  Unidas ya no alcanzan. Todo se está saliendo de madre. El derecho internacional, suplido por sanciones económicas con bloqueos que acarrean hambre, escasez de insumos, falta de medicamentos, a los pueblos. 
Como hace a diario EE.UU., una plutocracia votada por el 18 % de su población. Convulsiones internas como la de Chile, Ecuador, Bolivia o mas aún la de Colombia, olímpicamente silenciadas. En todas, hay muertos  por la acción de terrorismo de estado, que EE.UU. apoya desde atrás  transformando naciones en estados “pivot”. O generando el unilateral “acuerdo del siglo” decidiendo Trump su hija y su yerno, la muerte, la tortura o el muro en Palestina. ¿Acá? estamos de diez, con esta vida de hormigas o de “esclavos mecánicos”, de jubilados postergados, de juventud ninguneada, de historia no enseñada, de políticos jugando a la deuda “eterna”, mientras la morgue de Rosario esta abarrotada de muertos, que es todo un país el que “sin códigos” reedita a Chicho el Grande y a Chicho el Chico. Traemos Gendarmería al suburbio, pero descuidamos las fronteras, los puertos no tienen scanner, las bobinas blancas y de todos colores entran y salen sin que las moleste nadie ni se moleste nadie en molestarse.
Somos un país sin aduanas. Tan fértil que hasta el sarampión y el dengue se reproducen. Entran mondos y lirondos desde el piquito de Riky Martin, hasta el aun agazapado  coronavirus. ¿Y el día de la Antártida? Mutis. Una Argentina esquizofrénica que el martes lloraba en las calles tras el funeral del chico Sosa de Villa Gesell y el miércoles clamaba enardecida derechos para matar una vida independiente  a la que nadie defiende y de la que nadie se preocupa. Patético.