Convocatoria para el futuro de la Argentina
“La virtual hegemonía del modelo agroindustrial determina una pérdida constante de pequeñas y medianas empresas (pymes) agrarias". Escribe Tomás Loewy.
Deconstruir la paradoja argentina, bien puede pasar por recuperar una agenda país que nos remita a una identidad nacional. Este sería el paso para un salto cualitativo que nos transporte hacia metas sistémicas y de proyectos. En esta apasionante batalla cultural que se propone, habrá que revisar palabras, convicciones y valores. Abordar lo importante no es ignorar el presente sino un requisito para no colapsar en lo urgente. Invitamos a pensar un camino de horizontes y utopías de futuro.
El rasgo original de esta ponencia, es poner el acento en las limitaciones estructurales: territoriales, productivas y culturales. El objetivo central es visibilizar una nueva agenda, para reinstalar un imaginario de futuro posible, del país y de su inserción en el mundo. Se trata de instalar políticas de Estado, dentro de un contexto de proyecto de país.
La subordinación de componentes sociales y ambientales frente a las productivas es la modalidad usual de las sucesivas gestiones. La virtual hegemonía del modelo agroindustrial, inserta en una cosmovisión económica, determina una pérdida constante de pequeñas y medianas empresas (pymes) agrarias.
La distorsión más significativa es la geodemográfica: dentro de un 93 % de residencia urbana, un tercio de la población está el 0,1% de la superficie y alrededor de un 50 % de los habitantes se radica en un 10% del territorio nacional. Una sola provincia, asimismo, cuenta con el 40 % de la población en el 8% del territorio (Adaptado del INDEC, Censo Nacional 2010)
En el interior, esto deriva en desertificación social que -de hecho- acelera la desertificación ecológica. También las pymes industriales o de servicios experimentan dificultades crecientes frente a escalas mayores. Tenemos una alta distancia producción-consumo, con elevada concentración poblacional, económica, política y cultural. A eso cabe agregar grandes asimetrías regionales -por todo concepto- y un alto empleo precario.
La sostenibilidad, pensando en un desarrollo humano, habilita jerarquizar la equidad prevista en su componente social. Esto se puede lograr, en buena medida, privilegiando unidades productivas con una escala «pequeña» o «mediana». Esta estrategia, sistémica, presenta una alta potencialidad modeladora del perfil y la eficiencia territorial.
La trazabilidad de los distintos alimentos, dentro de los sistemas productivos, debe satisfacer patrones de seguridad alimentaria y de consumidores exigentes. Transformar la agricultura familiar, de inviable a sostenible, requiere de una política activa del Estado. En el sudoeste bonaerense, para ejemplificar, la superficie modal de los predios tiene un déficit de 500 has respecto a la Unidad Económica Agraria (UEA).
Una forma consistente de abordar este problema es dotar, a las escalas pymes, con buenas prácticas agrícolas (BPA), de procesos y bajos insumos, agroecológicas u orgánicas. Con esta integración, las unidades alcanzan la calificación de multifuncionales.
Incorporando algunos rasgos favorables del predio rural, como tenencia y residencia, se completa -en el sistema- la expresión de todas las componentes de sostenibilidad.
La erogación de la sociedad, para generar viabilidad en unidades inferiores a la UEA, es el reconocimiento a las prestaciones sociales y ambientales de esos predios.
Tomás Loewy es ingeniero agrónomo.