Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Nuevos y contundentes síntomas de fin de ciclo...

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Mauricio Macri hace lo indecible para sostener la idea de que el milagro es posible, aunque hasta ahora con las marchas del "Sí, se puede" solo estaría logrando fidelizar el voto duro que ya tenía antes de las PASO. Mientras, a sus alrededores y más allá también, como en la provincia de Buenos Aires, se extiende la resignación y el desencanto por un horizonte que cada vez más los remite a un plazo fijo sin renovación: el recambio del poder el 10 de diciembre.

    Solo a modo de anécdota, aunque no lo sería tanto si no fuese lo que el paso implica, es un secreto a voces en el gobierno que ya son varios los funcionarios del gabinete nacional y de otras áreas de la administración que planean reinsertarse en la actividad privada, convencidos nomás que todo ha terminado.

   O, como es el caso de algunos otros, buscarían refugio a partir de diciembre en el gobierno de la Ciudad, descontado como lo hacen que Horacio Rodríguez Larreta conseguirá la reelección y será al mismo tiempo el único macrista con poder que quedará en pie para intentar sobrevivir como oposición frente a un eventual gobierno de Alberto Fernández.

   Andrés Ibarra, Francisco Cabrera, Mario Quintana, Dante Sica y hasta un "puro de toda pureza" como Guillermo Dietrich, integran esa lista reservada que circula por los despachos. Aunque debe aclararse que no son los únicos. De Marcos Peña, por caso, se reafirma un rumor de estos días que lo ubica el año que viene siguiendo los pasos de Nicolás Massot con alguna beca de estudio en los Estados Unidos.

    Ya se ha dicho en estas páginas, aunque conviene repetirlo porque el probable "sálvese quien pueda" se gestiona por estas mismas horas, que María Eugenia Vidal hace su propio juego más allá de poner la cara por pura militancia en algunos actos de Macri. Pero su cabeza está puesta en el arranque de 2020 y el rol que planea desplegar como líder de la oposición al gobierno de Axel Kicillof, con base en su tropa de la Legislatura.

   Madura a su vez la decisión de avanzar con una candidatura a diputada nacional por la provincia en las elecciones de 2021. Pero lo primero es lo primero: ella sabe, como sus principales asesores y miembros del equipo de campaña, que sin balotaje a mano en el distrito no hay milagro que valga para dar vuelta los casi veinte puntos que Kicillof le sacó el 11 de agosto.

    Los tragos amargos no terminan ahí para el presidente que está casi de salida. Y podrían todavía venir más que ya tendrían que ver, según analizan en despachos del "macrismo racional", con poner a salvo de nuevas e impredecibles turbulencias la etapa de transición que se abriría desde el domingo que viene, si se corrobora en los votos lo que se preanuncia entre analistas y observadores, hasta el pase de manos del bastón de mando el 10 de diciembre.

   "Los conocemos, si la transición se desmadra nos van a echar la culpa a nosotros", dicen en la Casa Rosada con la mirada puesta en el bunker del albertismo de la calle México. No tanto por el candidato sino por los grupos que lo rodean.

    El Coloquio de IDEA en Mar del Plata fue tal vez por estas horas uno de los escenarios donde con mayor crudeza se le hizo sentir a Macri aquella impresión de ciclo cumplido.

   Ya antes de que el presidente los destratara con su inasistencia, los dirigentes y hombres de negocios dieron su veredicto a través de encuestas y exposiciones: consideran a Fernández como el futuro presidente y hablan de "una nueva" era que vendría en su relación con el poder. Además de pronosticar que para ellos la elección está definida y no hay mucho más que hablar. Macri suma por estas horas su incredulidad y hasta su bronca por semejante postura, cuando no terminó de digerir el sapo que le hizo tragar con su abierta indiferencia la Unión Industrial Argentina.

    Sobre llovido mojado, la Corte Suprema y su mayoría peronista rechazó con inusual premura el pedido de Macri para que aclaren sus fallos sobre IVA y Ganancias que lo obligarían a resarcir a los gobernadores por la pérdida de recaudación ante la eliminación en determinados casos de la aplicación de aquellos impuestos en sus administraciones.

   Germán Garavano no dejó de reprocharle al tribunal "el momento elegido", electoral claro, para aplicar ese mandoble. Los cortesanos ni se inmutaron, asumido también por ellos que los vientos de cambio que corren son irreversibles. Y ya se sabe como la juegan los jueces y la Justicia cuando huelen que el poder cambiará de manos.

    "Ya están trabajando para Alberto", agigantó la escena un macrista puro que pese a todo se siente obligado a creer en el milagro.