¿De quiénes son las cooperativas?
El Día Internacional de las Cooperativas debe servir para hacerlas visible, a la vez que hacer docencia hacia afuera y recordar algunos conceptos obvios hacia adentro del propio movimiento.
La necesidad de desarrollar una verdadera conciencia cooperativa en los asociados, es tan antigua como el cooperativismo. Los pioneros de Rochdale ya consideraban la educación cooperativa como una tarea fundamental.
Está fuera de toda discusión que las cooperativas se constituyen con finalidades de carácter eminentemente económico, aunque también es innegable que su creación y funcionamiento tienen connotaciones morales y sociales.
Es casi un lugar común afirmar que si una cooperativa quiere afianzarse y ganar el respeto y la consideración de la comunidad donde lleva a cabo su actividad, tiene necesariamente que cumplir, en forma cabal, la función económica específica para la que fue creada, es decir, brindar servicios eficientes, dentro de costos que se traduzcan en beneficios mensurables, ya sea en la situación económica o en la calidad de vida de sus asociados.
Pero la buena imagen en cuanto a eficiencia y bajo costo no resulta suficiente para asegurar la permanencia de una entidad cooperativa. Dicho en otros términos, las cooperativas no tienen comprado el porvenir; tienen que merecerlo.
De allí que el afianzamiento de las cooperativas depende también del grado de adhesión de sus asociados, que es producto natural del desarrollo de su conciencia cooperativa y de su vocación para asumir los derechos y las responsabilidades inherentes a su condición de cooperativas. Y por ello se hace necesario insistir en el tema de la formación y educación cooperativas, poniendo énfasis en la difusión de algunos conceptos fundamentales.
A esta altura de la reflexión surge un interrogante que muchas personas suelen formular: ¿de quiénes son las cooperativas?
Las cooperativas no son propiedad de ninguna persona en particular. Su patrimonio pertenece a la comunidad que está integrada por sus asociados. En consecuencia, cuando una cooperativa afianza su economía, crece y se desarrolla, no está enriqueciendo al dueño o al empresario.
En la relación entre las cooperativas y sus asociados, queda fuera de lugar la palabra "cliente". En las cooperativas, las personas que en la actividad privada lucrativa se denominan "clientes", pasan a ser los consumidores, los usuarios o los productores, que son, a la vez, los dueños de su propia empresa.
Por lo tanto, las finalidades de esta empresa solidaria no pueden ser otras que la satisfacción cabal de las necesidades de la comunidad que la ha creado, para utilizar el servicio o servicios que le han dado razón de ser.
En la medida en que estas sencillas verdades que constituyen los principios cooperativos --que no por conocidas deben dejar de repetirse en todos los tonos-- sean asumidas por la totalidad de los asociados, se adelantará en el desarrollo de la conciencia cooperativa, que todos los auténticos cooperadores anhelan.
(*) Jefe de Prensa de la Asociación de Cooperativas Argentinas, Sucursal Bahía Blanca.