Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Una bahiense cuenta cómo se prepara para lo peor cuando anuncian un huracán en Miami

Encerrada en su casa, Paula llegó a estar 8 horas seguidas mirando los noticieros.
Fotos: gentileza Paula Vasquez

Por Maximiliano Buss/ mbuss@lanueva.com

   Cuando Paula Vasquez escuchó que el huracán Matthew iba a llegar, lo primero que pensó fue en los cerramientos reforzados que había comprado para sus ventanas. 

   Era una preocupación menos, sí. Pero no la única.

   Paula se pasó toda la tarde poniendo bolsas de arena en las puertas, tapando las hendijas con metal, asegurando el aro de básquet del patio con una soga y entrando a su casa las macetas, sillas y mesas de jardín.

   Después agarró un lápiz, un papel y empezó a escribir la lista de cosas que necesitaba del supermercado:

-agua

-pilas

-comida en lata

-medicamentos

-linterna

-mucho hielo

   Fue a comprar, pero antes de guardar el auto pasó por la estación de servicio. La cola era interminable, pero recordó que si se corta la electricidad, las gasolineras no funcionan.

   Ya en su casa solo le quedaba estar atenta a las noticias.

   Estuvo 8 horas seguidas mirando la tele para ver si llegaba la tormenta a Doral, al oeste del aeropuerto de Miami. Sí, 8 horas.

   “Es tanta la tensión de no saber por dónde va a pasar el huracán que no podés hacer mucho más. Todos los canales locales tienen especiales continuos con noticias. ¡Ya me convertí en una experta en Matthew”, dice la bahiense que desde 1999 vive en el estado de Florida.

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   “Nosotros no tenemos familia aquí, por eso tratamos de juntarnos con amigos. Pasamos el tiempo tomando mate o pintamos mandalas para calmar la tensión”, cuenta.

   “Un fenómeno similar no tuvimos nunca. Wilma en el 2005 fue menos potente pero nos dio de lleno porque estaba anunciada como categoría 1 y llegaron ráfagas de 3”, recuerda.

   De su paso le queda una imagen que la estremece: un árbol gigante que estaba al costado de su casa se cayó, pero por suerte del otro lado de la cerca. 

   “Después de eso prometí no quedarme nunca más”, dice. Sin embargo, ahora decidió quedarse para asegurar su taller de arte, The Art Shack, donde da clases a chicos, adolescentes y adultos.

—¿Cómo es el día después del paso de una tormenta tropical?

—Lo peor es que todos los tendidos eléctricos se rompen. Son aéreos lo que causa que zonas de la ciudad permanezcan sin luz durante un mes.

—¿Todo cierra en días como estos?

—Sí, todo. Las escuelas están cerradas desde el miércoles, por ejemplo. Solo trabajan los médicos en los centros de salud, los bomberos, policías y oficiales de la guardia nacional.

—¿Los reportes solo llegan por los medios?

—No. Tenemos un centro de monitoreo en vivo en www.noaa.gov que estamos acostumbrados a consultar.

—¿Existe un protocolo de cómo actuar si Matthew toca tierra?

—Si estás en tu casa cuando llegan las ráfagas te tenés que poner en un lugar sin ventanas, abajo de una escalera o en un baño dentro de la bañera.

Después, los que viven en zonas bajas tienen que ser evacuados.

—¿Y todo eso dónde lo aprenden?

—En las escuelas no enseñan formalmente pero la información esta en todos lados. Reparten folletos o la gente que lo vivió le pasa el conocimiento al resto.

—¿Sentís que están preparados?

—Definitivamente estamos mejor que en otros países del caribe en los que la infraestructura o recursos no existen.

El ojo del Matthew siguió anoche por el mar rumbo al norte de la Florida, que van a recibir el impacto esta madrugada.

—¿Y en momentos así qué te queda?

—Prepararme para lo peor esperando lo mejor.

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