Calle Mitre: el lugar de los edificios, entre casonas, detalles art decó y un cine bombonera
Un perfil que impone sus edificios en altura, pero entre ellos se encuentran las huellas de otros pasos y otros aires.



Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
"La arquitectura es el espejo de la vida. Solo tienes que mirar un edificio para sentir la presencia del pasado, el espíritu de un lugar, la cultura del pueblo”. Mario Botta.
La calle Mitre rinde homenaje a Bartolomé Mitre (1821-1906), una de las personas más influyentes de su época, en su calidad de militar, político, periodista y escritor. Fue el vencedor de la batalla de Pavón que generó una nueva organización nacional, presidente de la Nación (1862-1868), fundador del diario La Nación (1870) y autor de los primeros libros de historia argentina, dando una primera visión, posteriormente cuestionada y debatida.


Es una calle céntrica y esa ubicación ha derivado en una fuerte demolición de sus viviendas para dar lugar a decenas de edificios en altura y nuevas construcciones. De todas maneras, ha mantenido en el tiempo una interesante variedad estilística y resulta enriquecedor caminar unas pocas cuadras para tener una lectura distinta de la ciudad, la que ofrece la arquitectura a través de sus estilos, espacios, materialidad y rasgos propios de cada época.
Las casas de antes
"Quiero la calle mansa/con las balaustraditas repartiéndose el cielo/y los buenos zaguanes regados de esperanza”. Jorge Luis Borges
Están ahí, se han quedado. Marcan el perfil urbano de la ciudad en los años 30, con sus fachadas cargadas de ornamentos, flores, molduras. La calificada mano de obra de los artesanos italianos y españoles muestran una terminación casi realizada a máquina, un revestimiento que soporta el más fuerte de los soles sin ofrecer ondulación alguna, un revoque símil piedra que ha resistido vientos y lluvias.
Dos esquinas
Las esquinas son puntos estratégicos del tejido urbano. Articulan calles y sus viviendas suelen ser referenciales por visibilidad y protagonismo en el entorno.
Es el caso de la atractiva y pintoresca vivienda de Mitre y Paraguay, que se impone con su cuota de misterio –semiescondida detrás de los muros y un cerco verde— y su particular color rosa.
Un mirador que hace un siglo permitía visuales interesantes, un balcón al frente, leones decorando sus columnas. La casa está inventariada como bien de valor patrimonial como “Casa Saizar”, en referencia a su primer propietario.
Otra esquina con historia, pese a que ninguna referencia da cuenta de la misma. Desde hace pocos años está ocupada por una torre de 15 pisos.
En ese lugar funcionó, entre 1963 y 1981 la empresa Bombara, dedicada al fraccionamiento del vino que llegaba desde Mendoza en los trenes del ferrocarril Noroeste. El local tenía su frente vidriado y permitía ver desde la calle las tareas de encorchamiento, etiquetado, embotellado, estampillado y lavado de botellas. La firma invitaba además a escuelas e instituciones a visitar la planta y recorrerla en detalle.
Modelos art decó
No faltan nunca, en ninguna cuadra de la ciudad. El estilo de entreguerras, cuando la arquitectura buscó manifestar modernidad, glamur y confianza en el futuro. Con sus líneas geométricas, sus cuadros con guardas y cierto toque del movimiento moderno fue una estética adoptada por cientos de viviendas.
Esta obra es una joyita del estilo. Construida en 1935 según un diseño del arquitecto Vicente Sofía, fue presentada como “un confortable y moderno petit hotel”, con “riquísimos detalles interiores y hermosas habitaciones”.
Su estado actual da cuenta de desacertadas intervenciones. El local fue ocupado unos meses por una verdulería cuyos ocupantes decidieron pintar de amarillo su pedacito, afectando la integridad de la obra.
En la misma cuadra, una vivienda altos, de impecable frente símil piedra color miel y en la parte superior y aberturas el típico tratamiento escalonado del art decó. Para detenerse y apreciar.
Por último, una variante del art decó, una vivienda náutica, inspiradas en los barcos, con sus formas curvas, sus balcones con barandas de acero inoxidable, sus ventanas de singular apertura. Están listas para partir.
Los edificios en altura
"Moles grises que caminan/hasta que los brazos se les secan/en el aire frío del sur". Selvas de ciudad, Alfonsina Storni
Se multiplican en el eje Mitre-Soler. Es calle con ese perfil. Los hay históricos, como le construido por Empleados de Comercio, casi mellizo del de Estomba 150, dos grandes “placas”.
Se suman luego distintas propuestas. Los que sorprenden con sus audaces balcones de extensos voladizos que buscan aumentar la superficie interior con una suerte de patio-terraza.
Se encuentran los de diseño singular, llamativo, con sus ventanas como rajas verticales, los hay de los 70, con sus fachadas de ventanales corridos y un frente adecuado a su altura, los hay más apretados, los hay en construcción, incesantes.
Las casas
"También está el silencio en los zaguanes". Caminata, Jorge Luis Borges
Cada cuadra tiene algo más que ofrecer. Las viviendas con aires de chalet, con su dibujo de tejas en el frente, las retiradas del frente con un generoso patio ó un sesentoso revestimiento fulget, la casa chorizo, con su puerta que da a la galería que recorre la fila de habitaciones recostadas sobre la medianera. Las hay también coloridas, que llaman la atención por tener algún destino comercial.
Las casas estilo Tudor, con sus arcos ojivales, las cubiertas de fuerte pendiente y la chimenea al frente, que conviven en armonía con las de estilo italianizante.
En Mitre 225 se ubica el que fuera cine-teatro Rossini. Fue inaugurado en agosto de 1929 con la presentación de la opera Gazza Ladra, de Gioacchino Rossini. La sala era parte de la sede de la sociedad Italia Unita, que ocupaba la esquina de Mitre y Rodríguez.
Hoy discoteca, el frente se impone con su curvatura y una maravillosa marquesina de hierro y vidrio, toda la rareza para ese tipo de edificio. “Por su tamaño es una verdadera bombonera”, comentó una revista de la época.
Otra esquina singular es la de Sarmiento y Mitre, hoy ocupada por una casa de pastas. De líneas barrocas, se destaca con frontis curvo y dos pares de columnas clásicas con capiteles compuestos. En ese lugar funcionó, desde la década del 30, el estudio del ingeniero Francisco Marseillán, uno de los constructores más destacados que tuvo la ciudad. Intervenida con mucho colorido, no se percibe como agresiva al entorno.
Por último, Mitre y 11 de abril, histórica estación de servicio del centro, con una propuesta constructiva particular, abierta y bajo techo. Fue inaugurada en 1972 por YPF, ofreciendo un servicio de lavado y engrase y cocheras, por entonces operado por Martinangelli y Garófoli.
Final (y la yapa)
Siempre hay más para ver en cualquier recorrido que se elija. Depende del día, del momento personal, de la sensibilidad con que se esté caminando. La arquitectura siempre tiene algo más para contar. Sólo hay que saber mirar, a la altura de los ojos, hacia arriba, hacia adentro. La ciudad respira.