Bahía Blanca | Martes, 28 de octubre

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Mercados de carbono en la Argentina: una herramienta para dar un salto de calidad

“El MdC no impone restricciones, sino que complementa la producción existente generando inversiones, divisas, impacto territorial positivo. Además, mejora nuestra reputación”, dijo el Ing. Ind. Carlos Scarnichia, representante de AFOA en la MAC.

Un debate entre bosques nativos e implantados. / Fotos: Archivo La Nueva.

“El potencial económico es realmente significativo. El plan de desarrollo de la Mesa Argentina de Carbono proyecta ingresos anuales de hasta 2.300 millones de dólares y la posibilidad de atraer más de U$S 2.200 hacia el año 2035 por la venta de créditos de carbono. Esta enorme variabilidad depende directamente de si la Argentina logra abrir los canales para vender en los mercados internacionales de cumplimiento”.

Lo dijo el Ing. Ind. Carlos Scarnichia, representante de la Asociación Forestal Argentina (Afoa) en la Mesa Argentina de Carbono (MAC), a propósito de la coyuntura que atraviesa nuestro país respecto del tema.

“El carbono es un activo estratégico para la economía argentina. No impone restricciones, sino que complementa la producción existente generando inversiones, divisas, impacto territorial positivo y mejora la reputación. Además, le permitiría al país cumplir con sus compromisos internacionales de reducción de emisiones y, además, posicionarse como un productor neto de créditos de carbono”, amplió.

¿De qué se trata? Un crédito de carbono es una representación de una tonelada de dióxido de carbono que ha sido removida o reducida del aire. En esencia, certifica que se ha evitado la emisión o se ha capturado esa cantidad de gases de efecto invernadero.

—¿Cómo funciona la captura de carbono en los bosques y cuál es la diferencia entre uno nativo y uno implantado?

—Es un buen punto, porque a menudo se enseñan mitos. La captura de carbono por los árboles ocurre a través de la fotosíntesis, donde el carbono se transforma en madera. Sin embargo, la capacidad de captura varía mucho.

Ing. Ind. Carlos Scarnichia, representante de la Asociación Forestal Argentina (Afoa) en la Mesa Argentina de Carbono (MAC).

“Un bosque nativo en estado completamente conservado no tiene una gran capacidad neta de captura porque lo mismo que captura de dióxido de carbono, es lo mismo que respira, lo que explica por qué no crecen infinitamente. Su capacidad de crecimiento es baja, de uno a 6 m³ por hectárea por año, y un manejo sustentable permite extraer no más de medio metro cúbico por hectárea por año a nivel comercial.

“En contraste, un bosque implantado, como uno de pinos, puede tener una capacidad de crecimiento de 25 m³ por hectárea por año, lo que es 50 veces más capacidad de remoción de dióxido de carbono del aire.

“Los bosques nativos son cruciales por su biodiversidad, no por su volumen de producción industrial. La amenaza principal para ellos hoy no es la producción, sino la deforestación para cambiar el uso del suelo, como la introducción de tierras para producir alimentos”.

—Para que un proyecto pueda generar créditos de carbono se hace referencia al concepto de adicionalidad. ¿De qué se trata?

—Es algo fundamental. Significa que no toda remoción o reducción de dióxido de carbono puede generar un crédito. Por ejemplo, un bosque nativo que ya existe y realiza su captura natural no genera un crédito, porque no se hizo ninguna actividad adicional para mejorar la situación preexistente.

Los créditos pueden venderse a otras entidades, o empresas, que buscan compensar sus emisiones o cumplir con objetivos de reducción.

“Sin embargo, si se frena la deforestación que iba a ocurrir, y que generaría emisiones al cortar la madera, o si una industria que consumía combustible fósil invierte en una planta solar para reducir su consumo, esas son actividades adicionales que sí pueden certificarse. Es decir, se debe demostrar que la acción generadora de los créditos no hubiera ocurrido sin el incentivo del mercado de carbono”.

—¿Qué tipos de proyectos pueden generar créditos de carbono y cómo se valoran en el mercado?

—Los proyectos se pueden clasificar en dos grandes grupos. Por un lado están los que reducen emisiones, como una industria que reemplaza el consumo de combustible fósil con una planta de bioenergía o energía solar. Estos proyectos suelen ser un adicional a un negocio ya existente. Generan mucho volumen de créditos, pero normalmente de un valor más bajo porque no necesitan tanto incentivo, ya que su negocio principal es otro; por ejemplo, vender energía.

“Por otro lado, los proyectos que capturan y almacenan soluciones basadas en la naturaleza. Aquí ingresan las plantaciones forestales nuevas, cultivos agrícolas sostenibles, manejo de suelos o una forma de evitar la deforestación. Estos créditos suelen tener un valor más alto en el mercado; por ejemplo: $ 8 o $ 9 comparado con $ 2 para proyectos de energía. Esto se debe a que tienen un aspecto ambiental y social adicional que va más allá de la simple remoción de carbono, haciendo que sean proyectos más a medida y atractivos para los compradores”.

—Una vez que un proyecto es elegible, ¿cómo es el proceso para generar y certificar estos créditos de carbono?

—El proceso de certificación es bastante estructurado. Para empezar, alguien desarrolla la idea del proyecto en un documento llamado Project Design Document (PDD), que luego se presenta a un organismo internacional que administra las metodologías de certificación, como Verra o Gold Standard.

La amenaza principal para los bosques nativos no es, hoy, la producción, sino la deforestación para cambiar el uso del suelo.

“Más tarde, para la verificación inicial una empresa certificadora externa comprueba la información como, por caso, la existencia del bosque nativo y la amenaza de deforestación, o que la cosecha de madera ya no se realizará. A medida que pasan los años, se miden los resultados del proyecto, como la reducción o remoción de CO2 y un organismo de validación confirma que lo que se realizó es cierto. Finalmente, una vez verificada la remoción o reducción de dióxido de carbono, el organismo emite los certificados; es decir, los créditos de carbono”.

—¿Cómo se utilizan o comercializan los créditos emitidos?

—Una vez generados y certificados, los créditos tienen dos usos principales. Por un lado, la autocompensación, donde el mismo titular del proyecto puede utilizarlos para compensar sus propias emisiones si, por ejemplo, tiene una política interna de reducción de emisiones. Por el otro, los créditos pueden venderse a otras entidades, o empresas, que buscan compensar sus emisiones o cumplir con objetivos de reducción. Y aquí es donde entran los mercados de carbono.

¿Cuáles son los principales tipos de mercados de carbono?

Se trata de un mercado internacional con el desglose de dos ítems:

—Mercado Voluntario: como su nombre indica, en este mercado las empresas deciden por propia responsabilidad reducir sus emisiones y compensar lo que no pueden. Es un mercado internacional que permite que un crédito generado en la Argentina se venda a una empresa en cualquier parte del mundo. Sin embargo, los precios en este mercado suelen ser más bajos, por ejemplo, alrededor de un peso ($ 1) por tonelada para un proyecto de soluciones basadas en la naturaleza.

—Mercados de Cumplimiento u Obligatorios: nacen de los compromisos de reducción de emisiones que asumen los países en protocolos internacionales (como el de Kioto o el Acuerdo de París). Los gobiernos pueden exigir a ciertos sectores (la industria, por ejemplo) que reduzcan sus emisiones y, si no lo logran, deben compensarlas comprando créditos; de lo contrario, enfrentarán impuestos.

Los precios en estos mercados son mucho más altos. Por ejemplo, en la Unión Europea, el mismo crédito que se vende a $ 1 en el mercado voluntario, se paga a $ 80.

“¿Por qué aparece esa diferencia? Es enorme y clave para la viabilidad de muchos proyectos”, explicó Scarnichia.

“La Argentina tiene un gran potencial para generar créditos de carbono; incluso, más de los que necesita como país. Sin embargo, estamos en pañales, por decirlo de algún modo, en comparación con otros países de la región. Colombia, por ejemplo, ya ha emitido 172 millones de créditos, mientras que Argentina sólo 5 millones”, añadió el directivo de la Asociación Forestal Argentina.

En este sentido, los aspectos pendientes y desafíos clave para nuestro país son:

—Seguridad Jurídica: es fundamental tipificar el crédito de carbono en las leyes argentinas, ya que hoy no está reconocido legalmente. En este sentido, se debe definir claramente la propiedad de los créditos y su naturaleza jurídica e impositiva.

—Registro Nacional: se necesita un registro nacional de créditos para evitar la doble contabilidad y darles un valor oficial.

—Reglamentación para Comercialización Internacional: se debe establecer un mecanismo que permita, a quienes generan créditos de carbono, comercializarlos en mercados de cumplimiento internacionales. Esto implica tener acuerdos con países compradores regulados por mecanismos como el Artículo 6 del Acuerdo de París. Si se logran estos acuerdos, muchos proyectos, que hoy no son rentables, podrían serlo al acceder a precios mucho más altos.