Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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De Bahía a Suecia: la experiencia de Clemente Annibali en tierras nórdicas

Sin importar las bajas temperaturas ni el contraste de prolongada oscuridad o extremada brillantez solar, el bahiense se radicó en Estocolmo, donde trabajó como kinesiólogo de los equipos femenino y masculino de Södertälje Basketball Klubb.

Clemente Annibali junto a parte del plantel de Södertälje, campeón del torneo femenino de Suecia. Fotos: gentileza Clemente Annibali.

(Nota de la edición impresa)

Clemente Annibali trabaja en Suecia. Regresó a la ciudad después de tres años. Se lo oye congestionado. “La verdad que no sé por qué… Estoy acostumbrado al frío, pero no sé, me pegó un poquito el invierno acá. Que se me está haciendo largo, je. Venía de un invierno sueco crudo eh", dice este bahiense (33), que trabajó como kinesiólogo en Södertälje Basketball Klubb, un club de básquetbol de Estocolmo.

-¿Cómo describirías el invierno de Suecia?

-Siempre digo que es una Navidad de cuatro meses. Una Navidad blanca en cuatro meses, a partir de mediados de octubre/noviembre. Encima este invierno allá fue extra largo porque generalmente en mayo ya está lindo, aunque este año seguía nevando. Pero hablar del invierno en Suecia es decir temperaturas diarias de 15 o 20 grados bajo cero. Y si vamos a jugar partidos al norte del país hablamos de menos 30. Además es de noche a las dos de la tarde. Suena todo negativo pero la vida allá está preparada para esas condiciones. En el caso del básquet con estadios calefaccionados. Qué querés que te diga: soy un bicho medio raro, me gusta esa vida. Ahora es verano y es al revés: de día todo el día. A la una de la mañana tenés sol. Y eso me cuesta más, porque vas a cenar o te vas a dormir y es de día.

Clemente fue kinesiólogo del equipo de rugby de Sociedad Sportiva -donde fue jugador- y luego a nivel profesional en Bahía Basket entre 2017 y 2020 inclusive, formando parte de la recordada burbuja de la Liga Nacional de básquetbol en Buenos Aires.

En aquel contexto de pandemia intentó instalarse en Australia, pero el único sitio con fronteras abiertas resultó Suecia. Después sí pudo cumplir el objetivo en tierras Wallabies, donde se desempeñó part-time en la academia escolar de la NBA. De ese modo su primera incursión a territorio nórdico (kinesiología y "rebusque"), le permitió dejar contactos desde donde surgió esta nueva y más concreta oportunidad desde fines de julio de 2022.

“Me contactaron desde uno de los equipos históricos del básquet de Suecia (Södertälje) para saber si estaba disponible. A mí me había gustado mucho la vida allá. Necesitaban un `fisio´ (kinesiólogo) para complementar al nuevo preparador físico. El PF que se iba, que era un español y se iba a un club de Alemania, me contactó para plantearme la propuesta del club sueco. Previamente, y acá viene la curiosidad, buscando referencias mías las encontró en un argentino con quien compartió un congreso en Praga. Concretamente, un bahiense: El Ruso (Cristian) Lambrecht, gran amigo mío y con quien trabajamos en Bahía Basket. Obviamente les dio referencias y me fui para Estocolmo", contó.

"Allí trabajé tanto para el plantel masculino como para el femenino. Mismo presupuesto, pero mejores resultados en mujeres. Fue un año largo, trabajando con los dos planteles, teniendo que viajar por ejemplo al norte, volver y al día siguiente partido con las chicas en otro lado o volver viajar colectivo... Por suerte con las chicas pudimos ganar la Copa Suecia y la liga. Con los chicos perdimos en cuartos de final en la liga contra el equipo que llegó a la final y que en los últimos cuatro años ganó todo", recordó.

-¿Notaste alguna incidencia en los jugadores de las condiciones climáticas o de las noches y días largos?

-La realidad es que no. Podría ser en un deporte al aire libre que pueda llegar a impactar un poco más claro. Pero nosotros jugamos en estadios calefaccionados. La verdad que está muy bien. Inclusive en las prácticas tampoco afectan las bajas temperaturas. Nuestro plantel se componía de juveniles y uno o dos mayores suecos. El resto eran extranjeros, que a ellos sí les afecta el hecho de que a las dos de la tarde sea de noche. Tienen que suplementarse con vitamina D, algo que había que seguir mucho por la falta de sol. Aspecto a tener en cuenta para prevenir lesiones. Que termines de almorzar y sea de noche, a mí no me costó asumirlo. Pero no fue fácil para el resto, sobre todo para jugadores que venían de España o África. Las ligas de estas regiones son como de un tercer o cuarto nivel de Europa. Los jugadores las usan para luego ir a otras como las Polonia, Alemania o Hungría. A mí el nivel de la liga sueca me sorprendió, pensé que sería menor. Pero el mejor equipo de acá juega la competencia europea.

-¿Cómo es el ritmo de vida en ese contexto?

-Yo vivía en las afueras de Estocolmo, a dos cuadras del pabellón. Todos vivíamos alrededor. A la mañana íbamos a hacer tratamientos, sesiones de entrenamiento con los jugadores y a mediodía a almorzar. Luego, los tratamientos previos a las prácticas de los chicos, práctica de los chicos, tratamiento previo a la práctica de las chicas, práctica de las chicas y ya para las siete y media a casa, después de casi cinco horas de noche…

-Cinco horas pero que las pasas en interiores. ¿Atenúa algo?

-Totalmente. Por ejemplo, los comercios no es que cierren a las dos de la tarde sino a las ocho, como en todos lados. De mitad de noviembre a febrero está todo nevado y eso le da un toque de mayor brillo, de más luz. La parte más fea te diría que es en los momentos de lluvia que es el inicio de octubre/noviembre y marzo, cuando se va la nieve y queda todo embarrado. Al margen, una cuenta pendiente son las auroras boreales. Verlas bien, digamos, porque las pude ver un día en Estocolmo pero al estar en la ciudad hay mucha luz y no se llegó a ver como esperaba. La verdad que no he tenido suerte porque viajé seguido por los partidos al norte, un punto donde se ven casi todos los días en invierno. Pero las veces que fui estuvo nublado y no las pude observar. Hay que ir por lo menos una semana y esperar a que te toquen las condiciones climáticas ideales para verlas bien.

-¿Cuál es el balance de la experiencia, más allá de esas particularidades del lugar?

-En lo personal viví una gran experiencia a la que no le encuentro aspectos negativos. Fue la primera vez que trabajé con un equipo femenino, por ejemplo. Y trabajar con dos planteles a la vez, al principio me pareció que sería difícil, pero lo pude manejar. Profesionalmente me fue muy bien en la faceta de la kinesiología y también desde lo humano. El equipo fue como una familia. Además, los suecos son más abiertos de lo que se cree. Muy cálidos y hospitalarios, conscientes de lo que para un extranjero significan esas condiciones de vida en un entorno tan duro desde lo climático. El club era grande pero bien familiar.

-¿Volvés?

-El club en el que estuve tiene problemas económicos bastante importantes, algo recurrente en los clubes de allá. Como soy amigo de los técnicos de los equipos en los que trabajé en Södertälje, que se fueron a otros clubes, tengo la posibilidad de ir con alguno de ellos. Lo más probable es que vuelva a Estocolmo, a la misma liga, pero a otro equipo con quien fue el entrenador del masculino.