Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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El camino que deberá recorrer la selección de básquet para regresar a los Juegos Olímpicos

Argentina faltó a la última cita, tras cinco asistencias consecutivas. La importancia del Mundial en Qatar y la nueva base de jugadores que sueña con Los Ángeles 2028.

Fotos: CABB, FIFA y archivo-La Nueva.
Queremos poner a Argentina de nuevo en un Mundial. Para eso hay que trabajar muchísimo y tenemos que estar todos en la misma página. Se está trabajando para eso (Facundo Campazzo, 9 de julio de 2024)

Pasaron muy desapercibidos. Es cierto que estamos en una época del año con exceso de definiciones deportivas, pero el regreso a la actividad oficial de la Selección Argentina de básquetbol no sedujo como en otras oportunidades ni generó la atracción que supo engendrar en los últimos años.

Con la continuidad de Pablo Prigioni al mando del plantel, el combinado nacional se midió con Venezuela y Colombia en Mar del Plata, en la etapa clasificatoria rumbo a la AmeriCup 2025. No obstante, se trató, nada más ni nada menos, que del comienzo de una nueva era. De una etapa como nunca transitó en la historia.

Al margen de los apellidos, Argentina no fue al último Mundial ni tampoco asistió a los Juegos Olímpicos de París. A decir verdad, una cosa llevó a la otra porque con el actual sistema, quedarse fuera de la cita mundialista te quita considerablemente las chances de acceder a los Olímpicos. Mucho de ello ocurrió la última vez, con el equipo de Sergio Hernández ganándose un lugar en Tokio 2020 gracias a la brillante actuación en China 2019.

En ese sentido, el nuevo camino no parece sencillo y atrapa lógicos interrogantes.

Primero, porque se trata de un concreto proceso de renovación. La Generación Dorada ya había quedado atrás hace varios años, mal que nos pese, pero esta vez se está produciendo un incremento notable de jugadores jóvenes con baja o nula experiencia en el seleccionado. 

Además, el ciclo está signado por el resultado deportivo negativo que marcamos más arriba, obligando a los que toman decisiones a pasar página y empezar a escribir de nuevo.

Antes de adentrarnos en el camino hacia los Juegos Olímpicos bien vale una mención: de las 21 ediciones en las que el básquetbol formó parte de la grilla, Argentina "apenas" participó en ocho y cinco de ellas fueron con la GD o sus derivados.

No clasificó a Berlín 1936, fue 15º en Londres 1948 y 4º en Helsinki 1952. Luego, faltó consecutivamente a Melbourne 1956, Roma 1960, Tokio 1964, México 1968, Munich 1972, Montreal 1976, Moscú 1980 (Argentina no envió delegación por adherir al boicot), Los Ángeles 1984, Seúl 1988 y Barcelona 1992.

Regresó a los Olímpicos recién en Atlanta 1996, cuando alcanzó el 9° puesto. Volvió a ausentarse en Sídney 2000 y a continuación enarboló su época gloriosa con oro en Atenas 2004, bronce en Beijing 2008, un 4º lugar en Londres 2012 y dos 8º, tanto en Río 2016 como en Tokio 2020.

La estadística, en este caso, no es decorativa. Señala, explícitamente, lo difícil que es llegar a los Juegos; sobre todo para los países suramericanos.

Volviendo a la actualidad, Prigioni y sus secuaces dieron los primeros pasos de la olimpíada 2025-2028 con la etapa de clasificación camino a la Copa América.

Argentina disputará la última ventana entre el 19 y el 27 de febrero, visitando a Venezuela y Colombia. De clasificar (lidera el grupo A y salvo una catástrofe, avanzará), disputará el certamen continental en Nicaragua del 23 al 31 de agosto de 2025.

Luego habrá seis ventanas más, pero ya pensando de lleno en la clasificación a Qatar 2027 (la Copa del Mundo irá del 27 de agosto al 12 de septiembre con final en Lusail):

1 - 24 de noviembre al 2 de diciembre de 2025
2 - 23 de febrero al 3 de marzo de 2026
3 - 29 de junio al 7 de julio de 2026
4 - 24 de agosto al 1 de septiembre de 2026
5 - 23 de noviembre al 1 de diciembre de 2026
6 - 22 de febrero al 2 de marzo de 2027

Camino al Mundial, serán 16 las selecciones de América que disputarán las ventanas eliminatorias en busca de los 8 boletos. Ese 50 % no suena nada mal para el reto de volver a clasificar.

El Mundial lo jugarán 32 seleccionados y de no haber cambios, los dos mejores equipos de América accederán directamente a Los Ángeles 2028. Esa será, entonces, la primera puerta de acceso a los Juegos Olímpicos.

No obstante, quienes queden marginados deberán afrontar un Preclasificatorio que otorga boletos a los Preolímpicos; es decir, una etapa continental para luego luchar, con rivales de todo el mundo, por un pasaje directo hacia California.

Por supuesto, para tener un panorama más claro de las chances de la Selección en ese arduo camino, bien vale destacar que desde que Prigioni asumió el mando, en septiembre de 2022, debutaron en el seleccionado mayor Tomás Chapero (23 años), Gonzalo Bressan (23), Bautista Lugarini (23), Lucas Giovannetti (19), Juan Bocca (19), Juan Ignacio Marcos (24), Gonzalo Corbalán (22), Francisco Conrradi (21) y Francisco Farabello (24).

Argentina, que es la actual 8º en el ránking FIBA, no pudo disponer esta vez de Facundo Campazzo, Gabriel Deck, Luca Vildoza, Leandro Bolmaro (todos por jugar en equipos que disputan la Euroliga) más Nicolás Laprovittola (lesionado), por lo que las chances de los jóvenes creció.

Esas ausencias obligadas resultaron que, por ejemplo, para la ventana de la semana pasada fueran citados Francisco Cáffaro, Francisco Conrradi, Juan Bocca, Nicolás Brussino, Francisco Farabello, José Vildoza, Marcos Delía, Gonzalo Corbalán, Gonzalo Bressán, Juan Fernández, Juan Pablo Vaulet, Bautista Lugarini, Patricio Garino y el bahiense Lucio Redivo.

La primera observación indica que Campazzo (33), Laprovittola (34, cuando se recupere de la lesión) y Delía (32) son los líderes naturales de la nueva etapa. En un segundo escalón, por edad, trayectoria y aportes dentro y fuera de la cancha emergen Deck (29), Garino (31), Brussino (31), Luca Vildoza (29) y Redivo (30).

Vaulet (28), Bolmaro (24) y Fjellerup (27) encabezan la franja de jugadores notables, pero aún sin fuerza de liderazgo porque si bien su trayectoria es destacada, aún tiene mucho recorrido por delante. 

Debajo, mucha juventud que transpira esperanza con ejemplares como Juan Fernández (22) y Francisco Cáffaro (24) y ese cosquilleo que provoca soñar con pivotes de jerarquía que completen nuestro habitual talento perimetral.

El camino está en marcha.