“Le gané al cáncer y sigo jugando al fútbol, ¿qué más le puedo pedir a la vida?”
“Juanjo” Ramírez vivió en carne propia la enfermedad que más muertes causa en el mundo. A tres años de aquel calvario, hoy siente que su salud está “10 puntos” y que el regreso a Liniers, el tercero en su carrera, coincide con su gran momento personal y deportivo.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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(Nota ampliada de la edición impresa)
La sonrisa con la que llegó a la mesa del café donde yo lo estaba esperando delató el buen momento que atraviesa. Apenas lo saludé le di a entender que la nota iba a ir mucho más allá de su presente deportivo y de su peregrinar por distintos clubes, ciudades y países buscando darle continuidad a ese progreso futbolístico y económico que inició a los 21 años cuando se convirtió en jugador profesional.
Juan José Ramírez, que ya está cumpliendo su tercer ciclo en Liniers (en este caso solo para jugar el Regional Amateur), camina por la vida con ganas de vivirla, porque la fe mueve montañas y la esperanza es el motor que alimenta el alma humana.
“Hace un mes, antes de venirme de Ecuador, me hice los últimos controles y estoy libre de células cancerígenas. Estoy feliz, le gané al cáncer y sigo jugando al fútbol, ¿qué más querés que le pida a la vida?”, afirmó “Juanjo” mirándome fijo a los ojos.
“Le tengo que agradecer al doctor Luis Basbus, un oncólogo amigo que trabaja en el hospital Italiano, a quien le envío los estudios para que me devuelva el diagnóstico. La fecha de los chequeos no la puedo postergar, entonces él me aclara: `No importa donde estés, vos mandame todo que yo veo y evalúo los resultados´. Lo conocí cuando yo estaba en Almagro, un fenómeno de tipo”, reconoció este endiablado volante o extremo de 33 años, bahiense y curtido de andanzas, raspones y picados a cualquier hora del día en los potreros de Noroeste, Vista Alegre y Maldonado.
Para el que no está al tanto: el 11 de julio de 2021, en un partido por la fecha 16 de la Primera Nacional entre Almagro y Deportivo Morón, “Juanjo” recibió un pelotazo en los testículos que lo sacó de la cancha. Se fue a su casa con mucho dolor y esa misma noche iba a empezar un calvario que, por suerte, derivó en un final prácticamente milagroso.
“Después de cenar sentía una sensación rara, pero me acosté igual. Di vueltas para un lado, para el otro, no podía dormir, pero logré pasar la noche. Al día siguiente fui a ver al médico del club (Lucas Rizzo) y él derivó al Hospital de Clínicas, donde me atendieron 10 puntos. Me hicieron una ecografía y constaron un manchón en el testículo derecho. Mientras investigaban el caso me empezaron a dar medicación porque el dolor se me había extendido hacia el estómago y ciertos movimientos habituales ya nos los podía realizar”, relató con crudeza.
--¿Esperabas la peor noticia?
--Siempre pensé que el dolor era producto del golpe. Cuando me vinieron a informar que era lo que habían encontrado mi mente quedó en blanco. Encima estaba solo en Buenos Aires, por eso lo primero que pedí es que llamen a mi familia. Como no se podía esperar me operaron de urgencia, y una vez superada la cirugía los médicos me dijeron que en un 90 por ciento ya estaba todo más que bien.
“El tumor estaba encapsulado, pero era maligno y muy agresivo. Me lo extirparon, cumplí con las sesiones de quimioterapia y gracias a Dios no apareció más. Cada diez meses me hago controles, pero no tengo nada, estoy 10 en salud”.
--Es reconfortante verte y escucharte con tan buen ánimo.
--Más allá de los títulos que pude ganar (con Liniers, en Primera, campeón de la Liga del Sur Apertura 2017 y Clausura 2019) me considero un ganador de la vida. Siempre me dicen que es una enfermedad que se suele declarar en algunos arqueros (en el fútbol argentino se conocieron los casos de Carlos Roa, César Gaczynsky y el ya fallecido Gustavo Eberto) por los pelotazos que reciben en esa zona, por eso llegué a considerar que lo mío había sido producto del golpe que me dieron. No lo sé, la otra es que lo haya tenido incubado y se liberó.
--Y que por suerte no hizo metástasis.
–Menos mal. Cuando me lo diagnosticaron, mis compañeros en Almagro me decían que estaba loco, que no podía pensar más en el equipo y en mi regreso que en la enfermedad. Mi cabeza iba a mil por hora, imaginaba un mundo sin fútbol y la angustia que sentía es imposible de describirla. Soy un enfermo del fútbol.
Padre de Alma (12 años) y el menor de tres hermanas (Paola, Fernanda y Gimena: “No le pongas las edades porque me matan”, me anticipó), este zurdo que también le pega bien con la derecha cuenta en su haber con los cursos completos de coaching y gestor deportivo, además de estar transitando, en Futbolistas Agremiados, el segundo año de la carrera de Director Técnico Nacional.
--Por lo que te pasó, ¿en algún momento pensaste en dejar de jugar?
--Sí, aunque desde un primer momento el médico (Basbus) me aclaró que no iba a tener problemas ni impedimentos para seguir ligado a una actividad competitiva de alto nivel. Pese a que algunos me aconsejaron dejar para que priorice mi salud, los profesionales que me atendieron me dieron altas expectativas de no correr riesgo a la hora de practicar el deporte o de hacer cualquier actividad física.
Juanjo, que pasó por las infantiles de Liniers y por las menores de Olimpo, Renato Cesarini, Boca y Banfield, volvió al ruedo a los cuatro meses, cuando Almagro era conducido técnicamente por Walter Perazzo.
“Un DT con una enorme sensibilidad y conocimientos”, describió quien se dio el lujo de compartir equipo con tres argentinos campeones del Mundo: con Pezzella en Olimpo, con Nicolás Tagliaficco en Banfield y con Lautaro Martínez en Liniers.
“Poné que también jugué con el `Negro´ Rosell y Julito Acosta (hoy entrenador y ayudante en la mayor del `Chivo´), quienes le dan un plus al plantel con la experiencia que adquirieron. Los aprecio mucho y ellos, en parte, me hicieron querer a Liniers, club al que le voy a estar agradecido eternamente porque siempre me abrió las puertas”, deslizó quedando bastante “olfa”.
--No nos vayamos de tema. Hubo un compañero en Almagro que te aconsejó, te bancó en los momentos más difíciles y te ayudó a salir adelante, ¿me equivoco?
--No, y a él también le debo el hecho de que yo hoy pueda estar sano. Jonás Gutiérrez (ex Vélez y Newcastle de Inglaterra), quien también tuvo cáncer de testículo y le hizo metástasis en la espalda (me comuniqué con él y se encuentra bien, al menos fuera de peligro), estaba encima mío todo el tiempo, hablamos un montón y su testimonio de vida me sirvió para agarrar coraje y no bajar nunca la guardia.
--¿Te molesta hablar sobre el tema?
--No, al contrario, contar lo que me pasó le puede servir a alguien que sufre la misma enfermedad y ve que todo es negativo a su alrededor. Muchos no saben lo que es el cáncer hasta que lo viven en carne propia. No es algo que, si se te manifiesta, lo sacaste de tu cuerpo y listo; al contrario, es un proceso donde necesitás paciencia y pensar en positivo.
“El que juega al fútbol sufre golpes y roces constantemente, y antes de soportar un dolor lo mejor es siempre concurrir al médico. El cuerpo avisa, por eso no hay que dejarse estar; una visita a la guardia o una consulta a tiempo te pueden salvar la vida”.
El pibe de los “jueguitos”
De la Reserva de Banfield emigró a Chile, al Barnechea, con el que consiguió el ascenso a la A en 2012. Después vino a Liniers, pasó a Sol de América de Formosa, Tiro (Liga y Federal A 2015), otra vez el “Chivo”, Almagro y su último pasó por Gualaceo (23 cotejos, 3 goles, 5 asistencias, 3 amonestaciones y una expulsión), de la serie B de Ecuador.
Durante diez meses vivió en Cuenca, una ciudad donde “todo el año es primavera”, con 22 o 23 grados de temperatura promedio diario.
“Cuenca se ubica a 2.800 metros sobre el nivel del mar, pero no se siente tanto la altura como en Quito o Guayaquil”, contó el tío de Martina, Francesca y Mirko, que el domingo debutó con la albinegra en el Regional Amateur: 15 minutos en el 0-0 frente a Sporting.
--¿Por qué te volviste?
--Me fue muy bien en el primer semestre, el técnico (el argentino Fabián Frias) me tenía muy en cuenta, le gustaba jugar con enganche y me ponía cerca del arco contrario para abastecer a los delanteros. Después llegó un entrenador ecuatoriano (Geovanny Cumbicius), cambió el esquema, me dio menos participación y no jugar me martirizaba la cabeza.
“Como la dirigencia mantenía una deuda conmigo, unos días antes de que arranque el Regional Amateur me comuniqué con gente de Liniers y surgió la posibilidad de volver. En una semana hice todo, rescindí el contrato por falta de pago, me liberaron el pase sin derecho a reclamar nada y pude meter la transferencia en Liniers”.
--Redondito.
--Sí, aunque el club ecuatoriano no se hizo el distraído, me reconoció parte de la deuda y yo pude viajar para Bahía. Allá faltaban tres fechas para que termine el torneo y el equipo no tenía chances de ascender, por eso me escucharon y actuaron rápido para que yo pueda seguir en actividad sin quedarme parado hasta 2025.
“Hoy, a los 33 años, me encuentro más maduro y con otra mentalidad. Vengo a sumar a un plantel con muchos jóvenes, un gran grupo humano, que está bien encaminado y que sabe lo que quiere. Estamos enfocados en hacer una buena competencia y conseguir el ascenso al Federal A. Lo digo así, abiertamente, porque no es imposible. Ojalá salga todo bien y yo me pueda quedar un largo tiempo en este club”.
--¿Y si no era Liniers?
--No había otra opción, si volvía a Bahía era para jugar el Regional con Liniers. Generalmente siempre vengo para esta época, pero a visitar a mi familia y a descansar, aunque ahora se dio esta posibilidad y estoy entrenando más que nunca para ganarme un lugar en el once inicial.
--Queda una fecha para el cierre de la fase inicial y ya clasificaron: dos éxitos y un empate en 3 partidos.
--Si, el 1 era la mejor opción. Sacamos pecho en un grupo complicado.
--Cuando Liniers ascendió al Federal A, en febrero de 2022, vos jugabas en Almagro. Ahora que estás de vuelta, ¿se habla de repetir aquella hazaña?
--Veo un grupo de futbolistas muy comprometidos con la causa, que laburan a pulmón y en silencio sabiendo hacia donde van. En el plantel no existen los egos y las expectativas pasan por ir pasito a pasito; los pibes del club sueñan con la realidad que perciben y no con lo que no conocen. El mensaje es igual para todos: si seguimos por el camino que ya elegimos se puede llegar a dar lo que tanto soñamos.
--Volver al Federal A, ¿es un deseo o una obligación para Liniers?
--Por ahora es un deseo, el club cuenta con la infraestructura y la experiencia necesaria como para dar uno o dos saltos. A mi parecer es el más completo de Bahía, por el estadio, por la ubicación, por la cantidad de disciplinas que alberga, por el predio y por la cantidad de pibes que lo eligen año tras año. Ojalá logre llegar al Federal A y se pueda mantener, que no pase lo de la edición pasada.
“A veces pienso que Liniers, institucionalmente, está a la altura de Villa Mitre, pero, ¿por qué no puede equipararlo en la misma categoría? Creo que debería ser cuanto antes”.
--¿Qué impresión te deja todo lo que está sucediendo en el Federal A, con manejos dirigenciales turbios y partidos bajo sospechas arbitrales?
--A Olimpo el domingo lo perjudicaron sin piedad. Están matando al fútbol y ya no hay una categoría donde puedas decir: “acá no va a pasar nada”. Si a Olimpo, un histórico del interior, le hicieron lo que le hicieron, ¿qué se puede esperar?
“Juanjo”, hijo de Irene Argel y Juan Bautista, y en pareja con la capitalina Perla Campusano, vive solo en nuestra ciudad, en un departamento que le alquila el club Liniers.
En 2002, en el primer certamen de Olimpo en la máxima divisional del fútbol argentino, un gurrumín del club salía a hacer “jueguitos” en los entretiempos de cada uno de los encuentros que el aurinegro jugaba de local.
--¿Te acordás quien era?
--Ja,ja, tenía 11 años y me aplaudía todo el estadio, me sentía Maradona y Messi juntos. Nunca conté los “jueguitos”, pero daba la vuelta a al cancha sin que la pelota se caiga y toque el piso. Cuando se me acalambraba una pierna, cambiaba a la otra. La ovación de la gente era un momento único.
Con dos camisetas: Juanjo debutó en la Primera de Liniers el 25 de marzo de 2013, en un 0-0 frente a Comercial en Ingeniero White. En el “Chivo” lleva 173 presencias (contando los 15 minutos del domingo ante Sporting) y en Tiro, en 2015 (torneo local y Federal A), 26 cotejos. En el albinegro marcó 33 goles y en el aurivioleta 4. Sufrió 4 expulsiones (todas en la entidad de la avenida).